Su itinerario y la vastedad de sus obras son indisociables de la pintura concreta, punto de partida de la abstracción en el arte argentino de la década del 40.
En 1967 se hizo a acreedor del prestigioso Premio Palanza, otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes y posteriormente del Premio Konex y del primer premio de pintura otorgado por la Fundación Fortabat.
Fiel representante de la tendencia americanista en la pintura, aplicó el estilo en el que predomina la figura fuertemente primitiva y en sus pinturas representó a la mujer, expresando con énfasis y talento su espíritu fuerte.
Su abstracción siempre mantuvo una ligazón con el contenido espiritual de la pintura, nunca con la vertiente destructiva y radical de algunos de sus compañeros de rumbo porteños.