Prilidiano Pueyrredon
Viajero infatigable, Prilidiano Pueyrredón (1823-1870) se formó en Europa y de regreso a Buenos Aires estableció sus talleres. Allí, como pintor profesional, trabajaba, mostraba su arte y enseñaba el oficio a sus discípulos. A esta misión pedagógica y a la práctica en el atelier, incorporó el interés por dar a conocer su obra en los medios gráficos de la época, además de exhibirla en espacios todavía informales.
Gracias a su padre, el General Juan Martín de Pueyrredón, quien había participado de las luchas por la Independencia, Prilidiano tuvo una relación cercana con los principales personajes de su época, que se transformaron en los comitentes de sus pinturas, en especial de los retratos. También pintó los diversos paisajes que recorrió, vistas europeas y la costa bonaerense, además de escenas de costumbres, donde representó personajes típicos, lavanderas, pescadores, y al gaucho en un amplio repertorio de tradiciones rurales.
BIOGRAFÍA
PRILIDIANO PUEYRREDÓN (Argentina, 1823 - 1870)
Nació en Buenos Aires el 24 de enero de 1823. Fue un pintor, arquitecto e ingeniero argentino y fue uno de los precursores de la pintura en el país, abocándose tanto a los temas de salón como a la representación costumbrista de la vida popular. Estudió ingeniería en el Instituto Politécnico de París Fue el primer pintor de desnudos femeninos en Buenos Aires, de los cuales, “La siesta” y “El baño”, se conservan hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes. Retrató a Manuelita, la hija de Rosas y a muchas otras figuras de la sociedad. A lo largo de 1854, llevó a cabo una importante tarea como arquitecto. Trabajó en las obras de restauración y ampliación de varios monumentos, entre ellos la capilla de la Recoleta, la Pirámide de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada; como urbanista, diseñó la Plaza de la Victoria y el puente del barrio de Barracas. Fue autor de los planos para la mansión que Miguel de Azcuénaga levantó en Olivos, más tarde obsequiada al gobierno federal como residencia para el Presidente de la Nación, hoy denominada Quinta de Olivos. Abordó también la temática arrabalera y gauchesca, plasmándola de acuerdo a la doctrina romántica que había adquirido en Europa.
Falleció el 3 de noviembre de 1870, a los 47 años, en la quinta familiar de San Isidro.
PRILIDIANO PUEYRREDÓN
El pintor que miraba de frente
24 de enero de 1823, Buenos Aires – 3 de noviembre de 1870, San Isidro, Buenos Aires.
Prilidiano Pueyrredón fue un pintor y arquitecto argentino. Era hijo del político y militar Juan Martín de Pueyrredón, quien fuera Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y de la patricia porteña María Calixta Tellechea y Caviedes.
Nació en Buenos Aires, en la quinta “Santa Calixta” que sus padres tenían en la actual calle Libertad esquina Juncal, lugar conocido por el nombre de las “cinco esquinas”. Prilidiano estudió en Buenos Aires en el Colegio de la Independencia dirigido por Percy Lewis, hasta completar su educación primaria. Desde pequeño demuestra tener vocación por el dibujo. A los doce años de edad, en 1835, viajó a España con sus padres, regresando en 1841 luego de seis años, con una recalada de tres años de permanencia en Rio de Janeiro. Contando 21 años, en 1844, emprendió nuevamente un viaje a Europa, realizando estudios de pintura en Florencia y posteriormente en París donde concurrió la prestigiosa Escuela Politécnica, egresando con el título de ingeniero a la vez que perfeccionaba sus conocimientos pictóricos. Su formación artística es europea, especialmente francesa, influjo éste que se percibirá nítidamente en los aspectos formales y cromáticos de sus pinturas. De regreso en Buenos Aires en 1848, ejerció su profesión de ingeniero realizando obras realmente importantes, entre las que se destacan la mansión que le construyera a Don Miguel de Azcuénaga, actual residencia presidencial de Olivos, el puente sobre el Riachuelo, las modificaciones de la antigua pirámide de Mayo, la refacción de la iglesia del Pilar y la restauración en 1858 de la Casa de Gobierno. Dentro de las reformas y ampliaciones que realizara en su chacra de San Isidro (actual Museo Juan Martín de Pueyrredón) se destaca la gran galería que da frente al Río de la Plata, como las habitaciones en los altos donde dispuso su bien iluminado atelier, en que pasaba varios días en total reclusión dedicado por entero a pintar.
En 1850-1851 pintó el célebre retrato de Manuelita Rosas, obra que presentaba serias dificultades cromáticas originadas por el predominante color punzó del traje que debía vestir la hija del Restaurador. No obstante pudo superar airosamente el desafío recurriendo a distintas gamas de aquel color para pintar el tapizado del sillón ubicado a la diestra, el cortinado en el lado opuesto y la alfombra, obteniendo un contraste neutralizante.
Posiblemente la obra más destacada de la paleta de Prilidiano Pueyrredón deba ser el retrato de su padre, don Juan Martín, debiendo convenirse “en que el artista es, para entonces, poseedor de un oficio muy completo”. Nuestro biografiado fue un hombre de gustos refinados, con una cultura poco común –tenía conocimientos de música, letras, ciencias naturales, filosofía y dominaba las ciencias exactas en sus disciplinas de la física, química, matemáticas y hablaba varios idiomas– estaba rodeado de un velo de misterio, posiblemente por su conducta reservada, casi melancólica, de estados anímicos inestables, sin llegar a ser una persona antisociable. Según nos lo describe Marcos de Estrada sus caracteres físicos eran: “altura, corpulencia, ojos grandes e inquietos y un poco de sordera. Muy atrayente para las mujeres, no era fácil de persuadir y estaba a la defensiva por su espíritu libre y su deseo de consagrarse exclusivamente a su trabajo”.
Las famosas tres letras P (P.P.P.) con que firmaba sus cuadros e incluso utilizó en su papel para correspondencia, originaron y siguen ocasionando más de una polémica, ya que nadie ha podido aclarar fehacientemente la misteriosa P que agregaba a las dos que le corresponden como iniciales de su único nombre y apellido. Hay quien sostiene que el 24 de enero, día de la santa patrona
toledana Nuestra Señora de la Paz, coincidente con su nacimiento, influyera para que adoptara esa otra P para invocar su recuerdo. Otros han supuesto caprichosamente que se llamaba Prilidiano Pedro Pueyrredon. También se conjetura que las tres P significaban Prilidiano Pueyrredón pinxit, según la costumbre latina.
En tren de misterios, existe una obra de Prilidiano Pueyrredón que guarda un secreto familiar, y que felizmente el Museo Juan Martín de Pueyrredón pudo adquirir –durante la dirección de quien esto escribe y merced a la generosa colaboración de
Margarita Perkins de Anchorena, a la sazón Presidente de la Asociación Amigos de este Museo– para exhibirla en una de sus salas. Nos referimos al retrato de Magdalena Costa Ituarte, sobrina segunda del pintor y su festejada, que presenta su mano derecha inconclusa –sin pintar– detalle éste que responde a un estado anímico del pretendiente y pintor, ocasionado por la negativa de los padres de la dama, a la solicitud de la mano, para formalizar el matrimonio. José León Pagano opina que el retrato de Magdalena Costa Ituarte “es una pieza inapreciable y reveladora como organismo de puro contenido estético. No conozco suyo nada más representativo. Es la obra de un gran colorista”.
Como retratista Pueyrredón pintó a personas pertenecientes a la clase social de la que formaba parte, como el ya comentado de
Manuelita Rosas y Magdalena Costa Ituarte, a los que podemos agregar –para nombrar solamente algunos– los de:
Adela Bustamante de Jiménez, Cecilia Robles de Peralta Ramos y su hijo Jorge (1861), Miguel de Azcuénaga (1864), Isidora Peralta Ramos, Estela Eastman de Barros (1865), el brigadier Manuel Guillermo Pinto y su esposa doña Juana García, Nicolás Avellaneda, Jacoba Cueto de Paz (1866), Juan Bautista Peña, Santiago Calzadilla, Elvira Lavalleja de Calzadilla (1859), Juan Martín de Pueyrredón (1870), Autorretrato; mereciendo comentario aparte, los de: José Ignacio de Iraola, Enrique de Lezica, el Canónigo Gabriel Fuentes, Francisca Badaraco de Antola, Personaje anónimo, otros dos de damas anónimas y la acuarela que representa el escudo del linaje Pueyrredón-Dogan, todos estos pertenecientes a la pinacoteca del Museo Pueyrredón de San Isidro. También se dedicó a pintar escenas y costumbres rurales, paisajes tomados de la campaña bonaerense, algunos ejecutados en San Isidro, como el autorretrato del pintor cazando en los alrededores de la quinta, “Recorriendo la estancia” (1865), “San Isidro” (1867) y “Paisaje de la Costa”, los que además de poseer una elevada fuerza de comunicación guardando una grata armonía cromática, tienen un elevado valor iconográfico y testimonial. Según Jorge Romero Brest “el último período de su vida, Pueyrredón no acusa mayores influencias; parece haberse desprendido de toda preocupación estética y abordado la expresión, tanto del hombre como de la naturaleza, libre de prejuicios”. Víctima de la diabetes, Prilidiano Pueyrredón, vivió sus últimos años aquejado por esta enfermedad hasta que, en el mes de octubre de 1870, cuando contaba con tan solo 47 años de edad, su mal se agravó por lo que abandonó su refugio de San Isidro para trasladarse a su otra residencia porteña. Un mes después, el 3 de noviembre, moría en la más completa soledad.
Fuente:
Nueva reseña histórica del partido de San Isidro. Bernardo Lozier Almazán. Sammartino Ediciones.