Luis José Pisano
La poética del Silencio
“Mi taller es una pequeña isla boquense que flota en el jardín de nuestra casa en Ramos Mejía” La obra de Luis José Pisano es la atenta, reflexiva y personal versión de una apertura que compartía en el país, con la generación de los años 30-40. Los jóvenes querían romper los esquemas, limpiar la imagen (“sin más comedia y sin literatura”) restringiéndola a los valores plásticos, avocada a consagrar el mundo de objetos – símbolo de la identidad local – el barrio, el suburbio, la mesa, el taller – frente al malestar de postguerra y a una desagradable condición humana que la filosofía de Heidegger no tardaría en definir. Napolitano de Ischia, portador (casual) de un toponímico ilustre que pesa y compromete desde la historia, el buen oficio de Pisano se rige por una conciencia ética, pero también por el deslumbramiento que despierta la revelación del color (imágenes de la Italia nativa: “pomidoro”, sandías, dalias en el florero, higos); el silencio en la naturaleza muerta, en los interiores (Ventana I y II, 1940/1989), el reposo contemplativo (Atardecer en los puertos 1977) o nostalgioso (Barca sumergida 1990). Lo que fue descubre el entorno: sombra tensa en los cuartos – luz afuera, luz gris de arrabal, a veces ardiendo en los crespúsculos ribereños. Arte de síntesis que representa la parte por el todo en un código de sugerencia, opone, en las obras más recientes, la geometría leve de casitas en las que subyace una como carga social ingenua, en un arte culto pero de entrada popular inconfundible: los pintores de La Boca, aún sin evitar la geometría rigorosa de Lacámera. En los interiores con puerta ventana en los que, como siempre, reina un silencio absoluto, un ilusionismo de alta tensión, que parece hipnotizar con su presencia misteriosa. La obra del artista no implica compromiso ni concesiones. Aislado ¿Cómo isleño? del bullicio, ha madurado hacia adentro en forma lenta pero sin pausa, hasta acumularse en una cifra incalculable, realmente abrumadora. Luis José Pisano demuestra haber obtenido una significación insospechada.
Ángel Osvaldo Nessi
BIOGRAFÍA
LUIS JOSÉ PISANO
Artista plástico y docente, nace el 16 de enero de 1913 en una isla del Golfo de Nápoles, Italia.
Fallece el 4 de Junio de 1996 en Ramos Mejía, Buenos Aires, Argentina.
“El Pintor LUIS JOSE PISANO, de la época romántica de la Boca, nacido en Italia (Ishia), acento que permanece aún en su lenguaje, se estableció con sus padres, desde su adolescencia, en la Argentina, en la Boca del Riachuelo. Se recibió en la Academia Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón”, de donde egresó con el título de Profesor de Dibujo y Pintura en 1939.
Sus maestros: SPILIMBERGO, PIO COLLIVADINO, LORENZO GIGLI, MONTERO, entre otros, distinguieron siempre a su alumno y lo alentaron a continuar con su eximia obra.
Fue amigo personal de célebres pintores argentinos, como FORTUNATO LACAMERA, MIGUEL VICTORICA, MARCOS TIGLIO, MIGUEL DIOMEDE y de QUINQUELA MARTÍN, quien, al inaugurar su Museo, le pidió para su patrimonio (y se exhibe actualmente) una de las obras de este gran Pintor.
Sus obras se expusieron en el Salón Nacional de Bellas Artes y en otros salones provinciales, los que le fueron dando su justa ascendencia corroborado por la prensa especializada.
Ejerció como Profesor de Dibujo y Pintura en los ámbitos de la Dirección Gral. De Escuelas y Cultura de la Provincia de Bs. As., del Consejo Nacional de Educación y Ministerio de Educación de la Nación, donde se destacó profesionalmente, sembrando su exquisita experiencia en miles de alumnos.
Sus temas, naturalezas muertas, paisajes, sin descuidar personajes, evidencian un excelente dominio del dibujo y el color, con una sabia fusión entre el realismo e impresionismo. Con marcada figuración, ofrece una paleta de fuerte empaste y sutiles perspectivas, que enriquecen y despiertan la sensibilidad del espectador, mediante un mensaje de sublime belleza.
Puede apreciarse, en la historia de su pintura, que, a través de las distintas épocas, fue evolucionando en su visión artística, demostrando amplio conocimiento en sus propios y diversos estilos, difíciles de encasillar.
Las naturalezas muertas de mayor trascendencia, fueron las sandías, de allí el apodo que QUINQUELA MARTÍN le prodigó: “El pintor de las sandías” y además pidió que nunca se apartara de esos temas, ya que sólo él, puede plasmarla, abierta, en frescura y color, con sabias interpretaciones de focos de perspectiva, que conmueven al espectador, por su plasticidad y única fortaleza de tonos.
Desde lo romántico hasta la forma geometrizada, desde el especial colorido del ámbito melancólico de su taller (el cual prevalece en su pincel), hasta la luminosidad del exterior, con una visión de síntesis y pureza geometrizada, nos trasmiten la sencillez de las líneas y la pureza del claroscuro, donde una definida sombra, contrapesa con la brillantez del color.
Es de destacar, que ya desde muy niño tuvo inclinación por la pintura. Su Madre, de gran espíritu artístico, descubrió en su hijo esta tendencia y lo alentó permanentemente. El primer asombro que sintió Pisano, ante el fulgor del colorido permanece aún en su pensamiento.
Nos cuenta, con la fuerza de su expresión, que a los 7 años, cuando paseaba con su hermana por las playas de Ischia, en una mañana luminosa, hallaron una sandía caída y abierta en trozos. La transparencia y el color de esa fruta, con la brillantez de sus fulgores, lo estremecieron e hicieron palpitar su corazón a tal punto, que esa visión de luz y sombra y ese rojo inocente que permanecía ante sus ojos, sellaron para siempre la necesidad de plasmarla en sus cuadros.
Sus primeras pinturas (ya que con trozos de carbón prodigados por su Madre, realizaba los primeros frescos en blanco y negro) fueron traídos como el mejor regalo que él recuerda, por su Madre, de un viaje ocasional a Nápoles. Eran lápices de colores, los primeros que empezaban a llegar a Italia de procedencia alemana, después de la primer Guerra Mundial. Esos lápices, que al aplicarlos con innata y artística expresión, le prodigaban los colores que él tanto ansiaba plasmar, provocaron la maravilla de su continuo mensaje.
Así, en su rica historia, nos conmueve con relatos de su vida, entremezclada fuertemente a lazos familiares y a su vida artística.
Su Padre, Capitán de Puertos; su Madre de gran riqueza espiritual, sus cuatro hermanos varones y su hermana, su esposa y dos hijas que viven con él en su “Isla de la Boca” en Ramos Mejía, forman su Gran Mundo Familiar junto a hermosos recuerdos que valoran su existencia.
Todo el rico sentimiento de amor a su familia, compartido con esa fuerza artística de gran visión pictórica, lo transmite en su pintura de tendencia nostálgica y optimista.
El pintor PISANO obtuvo diversas recompensas y sus obras se pueden apreciar en el Museo de Bellas Artes de la Boca, Museo de Bellas Artes de la Universidad Católica de La Plata, Museo y Escuela de Bellas Artes “Quinquela Martín” de Rosario de la Frontera de la Provincia de Salta. Fue premiado en el Ateneo Popular de la Boca 1937 y Mutualidad de Bellas Artes en el mismo año, entre otras. Expuso en el Salón Nacional de Bellas Artes en 1937, Salón de Galería Runiers 1984 Provincia de Bs. As., Casa de Cultura de Ramos Mejías Provincia de Bs. As. 1991 Asociación Calabresa Capital Federal 1991, Asociación Estímulo de Bellas Artes Capital Federal 1991, logrando nuevamente el asombre y riqueza de sensaciones en su genial mensaje”.
Carlos E. Fonrouge Raylor
Luis José Pisano o la pintura como festejo.
Si el arte rozó lo religioso en tiempos ancestrales, su rastro permaneció oculto y latente en la obra de muchos creadores que hicieron de la pintura forma sutil de ritual. Desde lo antiguo su huella se descubre aquí y allá, disimulada en el quehacer del artista que oficia y más palpable, aún, en la actitud que el fruto logrado.
Así acaece la obra y la vida de Luis José Pisano, que a lo largo de un fecundo quehacer y movido por una serena pasión ha alumbrado una obra numerosa, testimonio de una búsqueda perenne y sostenida a través del tiempo. La prueba es sobrada y avala lo afirmado: Luis José Pisano arde, silenciosa, una lumbre cuya raíz es de fe honda, y que ha sostenido vida creación desde los primeros pasos al presente. Los testimonios surgen a la vista: el artista ha festejado la creación a golpes de luz y color en el sueño secreto de vislumbrar, a fin, el rastro de la mano del Creador en el obre de cielo y tierra que le deslumbra.
(Creemos, y de todo corazón, que lo ha logrado. Y que nos llega en el poderoso latido de su vida y su color).
JORGE HÉCTOR PALADÍN
En su larga trayectoria, Luis José Pisano ha trazado huellas de su recio temperamento y profundo conocimiento de las artes plásticas. En su paleta se unen éstos con frescura y claridad de conceptos y vigoroso colorido que se traslucen en todas sus obras.
SALVADOR MARÍA CANTERO