Fernando de Szyszlo
Fernando de Szyszlo Entre lo moderno y lo prehispánico.
Pintor expresionista y uno de los hijos más ilustres de las artes peruanas.
“En sus telas están presentes la economía de medios, la pureza y levedad de formas, la sobriedad del diseño, la suavidad de los arenales de Chancay y Lurín, y el misterio del mar”
Fue uno de los más destacados artistas de vanguardia del Perú y una figura clave en el desarrollo del arte en Latinoamérica, conocido principalmente por su trabajo en pintura y escultura. La técnica pictórica de Fernando de Szyszlo es única en América Latina. Armonías casi inéditas en sorprendentes contrastes y composiciones, lo hacen virtuoso del color y el claroscuro. Así, sus pinturas son expresivas formulaciones visuales, cromáticas y luminosas, organizadas en diferentes planos. Una impecable técnica, junto a la perfección constructiva del espacio pictórico, confiere a la obra un carácter sublime y sagrado que a partir de formas que retrotraen al mito y a orígenes ancestrales, resultan en arquitecturas plásticas desde cuyas oquedades parecieran surgir sacerdotes oficiantes de ceremonias dedicadas a deidades de antiguos cultos. Sus invenciones elaboradas a partir de realidades forman parte indefectible del sustrato de un carácter enigmático y misterioso en el que se mezcla lo racional con lo emocional, y esto coloca a Fernando de Szyszlo en la más absoluta contemporaneidad: se trata de la pintura-pintura.
Colecciones Selectivas: Centre Georges Pompidou, Paris, France; Uffizi Gallery, Florence, Italy; Herzliya Museum of Art, Israel; National Museum of Contemporary Art, Seoul, Korea; The Solomon R. Guggenheim Museum, New York; The Museum of Modern Art, New York; Herbert F. Johnson Museum of Art, Cornell University, Ithaca, New York; Nancy Sayles Dale Collection, Rhode Island School of Design, Providence, Rhode Island; Museum of Fine Arts, Houston, Texas; Lowe Art Museum, Miami, Florida; The Santa Barbara Museum of Art, Santa Barbara, California; Museo de Arte Moderno, Río de Janeiro, Brazil; Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela; Museo de Arte Moderno, México City.
BIOGRAFÍA
Fernando de Szyszlo (Perú, 1925-2017)
Pintor, profesor y escritor.
Con la pintura y la escultura como sus disciplinas predilectas, De Szyszlo logró sintetizar el arte, los mitos y los símbolos del Antiguo Perú con el arte abstracto y las nuevas tendencias modernistas mediante un lenguaje no figurativo con el que irrumpió en el panorama artístico nacional e internacional.
Ese es el caso de «Inkarri» (1968), considerada su obra maestra, al representar simbólicamente, con formas abstractas de fuertes tonos rojos y negros, el mito donde el último inca, despedazado por los colonos españoles, recompone su cuerpo y derrota a los invasores para restaurar nuevamente el imperio incaico.
«Inkarri» es contemporánea a series como «Apu Inca Atawallpaman» (1963) y «Paisaje» (1969), mientras que en las dos décadas siguientes De Szyszlo evolucionó hacia un expresionismo abstracto de fuerte colorido, como se manifiesta en las series «Interiores» (1972), «Waman Wasi» (1975) y «Anabase» (1982).
Nacido en la capital peruana el 5 de julio de 1925, De Szyszlo fue hijo del físico polaco Vitold De Szyszlo y de María Valdelomar, hermana del célebre escritor peruano Abraham Valdelomar, y se crío en el bohemio distrito de Barranco, hogar de numerosos artistas y literatos peruanos.
Aunque primero se decantó por estudiar arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), abandonó esa carrera para centrarse en el arte e integrarse en la Escuela de Artes de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde tuvo como maestro al pintor expresionista austríaco Adolf Winternitz.
En 1947 creó junto al poeta Emilio Adolfo Westphalen la revista cultural «Las Moradas», que se publicó por dos años. Ese mismo año realizó su primera exposición, con una clara influencia cubista, a la que luego le siguieron más de cien muestras en Perú, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Solo dos años más tarde de su primera muestra se casó con la destacada poetisa peruana Blanca Varela y tuvo dos hijos, Vicente y Lorenzo, el segundo de ellos fallecido en un accidente de avión en 1997, lo que le causó profundo dolor.
El mismo día de su boda con Varela viajó a París, donde estudió de manera autodidacta a los pintores clásicos y estuvo en contacto con el surrealismo, informalismo y abstraccionismo. Durante su estancia en Francia también conoció a intelectuales como el mexicano Octavio Paz, el francés André Breton y el novelista argentino Julio Cortázar.
A su regreso a Lima ejerció una gran influencia en las artes peruanas a través de su trabajo como docente de la Escuela de Arte de la PUCP, cargo que ejerció entre 1956 y 1976. Además, fue profesor visitante de las Universidades de Cornell, Yale y Texas, en Estados Unidos.
Después de divorciarse de Blanca Varela, De Szyszlo se casó en segundas nupcias con Liliana Yávar en 1988, con quien fue hallado muerto hoy en su casa tras compartir con ella los últimos años de su vida.
De Szyszlo siempre se declaró «liberal de izquierdas sin dogmas». De hecho, participó en 1987 en la fundación del Movimiento Libertad junto a su amigo Vargas Llosa.
Szyszlo en el Laberinto
Ensayo por Mario Vargas Llosa 2013
Rastrear en esos cuadros turbadores las huellas de nuestra identidad tiene algo de vertiginoso, pues ellos delinean una vasta geografía, un laberinto tan complicado y tan diverso donde aun el más diestro explorador puede extraviarse.
Hijo de un científico polaco y de una peruana del litoral, Szyszlo está también escindido en relación a sus fuentes artísticas: el arte precolombino, las vanguardias europeas, ciertos pintores norteamericanos y latinoamericanos. Pero quizás el paisaje que lo ha rodeado la mayor parte de su vida -el cielo gris de Lima, su ciudad, los desiertos llenos de historia y muerte de la costa y ese mar que comparece con tanta fuerza en su pintura de los últimos años- haya sido una influencia tan determinante para configurar su mundo como el viejo legado de los anónimos artesanos precolombinos cuyas máscaras, mantos de plumas, figurillas de greda, símbolos y colores aparecen con frecuencia quintaesenciados en sus telas. O como las refinadas audacias, negaciones y experimentos del arte occidental moderno -el cubismo, la no- figuración, el surrealismo- sin los cuales la pintura de Szyszlo no sería tampoco lo que es.
Las raíces de un artista son siempre profundas e inextricables, como las de los grandes árboles. Es útil estudiarlas, averiguarlas, pues ellas nos acercan a ese misterioso centro del que nace la belleza y esa indefinible fuerza que ciertos objetos creados por el hombre son capaces de desatar y que nos desarma y subyuga. Pero el conocerlas sirve también para saber sus límites, pues las fuentes de que se nutre no explican nunca la totalidad de una obra de arte. Por el contrario, suelen mostrar cómo un artista va siempre más allá de todo aquello que formó su sensibilidad y perfeccionó su técnica.
Lo personal -oscura materia hecha de sueños y deseos, de pálpitos, reminiscencias e inconscientes impulsos- es seguramente en Szyszlo tan importante como las corrientes pictóricas en las que su obra pueda filiarse, o que aquello que conscientemente ha admirado y emulado. Y es probable que en ese reducto secreto de su personalidad está aquella inaccesible clave del misterio que, junto con la elegancia y la destreza, es el gran protagonista de sus cuadros.
Algo ocurre en ellos, siempre. Algo que es más que la forma y el color. Un espectáculo difícil de describir aunque no de sentir. Una ceremonia que parece a veces de inmolación o sacrificio y que se celebra sobre un ara primitiva. Un rito bárbaro y violento, en el que alguien se desangra, desintegra, entrega y también, acaso, goza. Algo, en todo caso, que no es inteligible, que hay que llegar a aprehender por la vía tortuosa de la obsesión, la pesadilla, la visión. Muchas veces, mi memoria ha actualizado de pronto ese extraño tótem, despojo visceral o monumento recubierto de inquietantes ofrendas -ligaduras, espolones, soles, rajas, incisiones, astas- que es desde hace mucho tiempo un personaje recurrente de los lienzos de Szyszlo. Y me he hecho incontables veces la misma pregunta: ¿de dónde sale?, ¿quién, qué es?
Sé que no hay respuestas para esas preguntas. Pero que sea capaz de suscitarlas y mantenerlas vivas en el recuerdo de aquellos que entran en contacto con su mundo, es la mejor credencial de autenticidad del arte de Fernando de Szyszlo. Un arte que, como América Latina, se hunde en la noche de las civilizaciones extinguidas y se codea con las novísimas, aparecidas en cualquiera de los rincones del globo. Que se yergue en la encrucijada de todos los caminos, ávido, curioso, sediento, libre de prejuicios, abierto a cualquier influencia.
Pero enconadamente leal con su secreto corazón, esa soterrada y caliente intimidad donde se metabolizan las experiencias y las enseñanzas y donde la razón se pone al servicio de la sinrazón para que broten la personalidad y el genio de un artista.
MARIO VARGAS LLOSA (Premio Nobel en Literatura 2010)
Miami, 20 de febrero de 1991