Eduardo Ramírez Villamizar
Fue un pintor y escultor colombiano, pionero del arte abstracto y minimalista en su país y su obra tuvo un impacto continental. Ocupó el primer lugar del Salón Nacional de Artistas de Colombia en 1959, 1962, 1964 y 1966. Es considerado uno de los pioneros de las artes plásticas y el constructivismo, así como uno de los artistas más destacados de América Latina. Su obra torno el arte precolombino en figuras geométricas de estilo abstracto. Ramírez cursó estudios de arquitectura en los cuarentas y en los cincuentas se inició como artista, dejando de lado su carrera. Entre sus obras más conocidas están: El Dorado (1957), Cubo inclinado (1970), El espejo de la Luna (1990) y Aerolitos (1991-92).
BIOGRAFÍA
EDUARDO RAMÍREZ VILLAMIZAR ((Pamplona, Colombia, 1922 – Bogotá, Colombia, 2004)
Fue un pintor y escultor colombiano. Pionero del arte abstracto y minimalista en su país. Eduardo Ramírez Villamizar hizo algunos años de arquitectura en la Universidad Nacional de Bogotá, entre 1940 y 1943, aunque desde adolescente se inclinaba por las artes plásticas.
Al dejar la carrera de arquitectura, comenzó a pintar en términos expresionistas, un poco a la manera de Georges Rouault. El paso definitivo al arte abstracto lo dio en París, poco después de su llegada a esa ciudad en 1950. Vinculado al arte geométrico, Ramírez no fue un epígono más, sino que realizó una obra personal, caracterizada por la relación estrecha de unas formas planas que, presididas por la línea recta o la línea curva, por diseño y color se imbrican o se engranan entre sí.
A veces la composición está dominada por las curvas, otras veces sólo hay rectas, aunque en la mayoría de los casos aparecen unas y otras en los más diversos acoplamientos. El colorido es variado, pero hay un predominio del rojo, el azul, el verde, casi siempre puros, y de los neutros, el negro, el blanco y los grises. La pintura abstracta de Ramírez fue el preámbulo necesario de su obra de escultor. Es tal la unidad de toda su producción, que algunos cuadros anticipan claramente sus primeros relieves e, incluso, anuncian las formas y los espacios de sus esculturas libres.
Ramírez Villamizar frecuentó los Estados Unidos desde los primeros años cincuenta y vivió en Nueva York de 1967 a 1974. Allí comenzó a trabajar láminas de plástico, inclinó los planos que siempre se habían mantenido como paredes, y estableció el espacio dentro de la escultura, logrando la definición de un estilo y la plena madurez de su carrera.
Desde una pintura como El dorado, de 1957, hasta numerosas construcciones de los ochenta, la obra de Ramírez Villamizar recuerda el arte precolombino.
El viaje a Machu Picchu, a fines de 1983, fue definitivo para la producción iniciada a comienzos del año siguiente, de grandes construcciones plenas de sobriedad y poderío.
Las construcciones de Ramírez Villamizar están vinculadas a las esculturas de componentes bidimensionales que se han llevado a cabo desde comienzos de siglo.
Nació en el seno de una familia numerosa de origen pamplonés. Su padre era el joyero Jesús Ramírez Castro y su madre era Adela Villamizar Cote. Fue el menor de los once hijos de la pareja y cuando el negocio del padre fracasó, todos tuvieron que trasladarse a la capital de Norte de Santander, Cúcuta. Allí vivió por algunos años. Interesado por las artes desde temprana edad, Villamizar terminó estudiando arquitectura en la Universidad Nacional de Bogotá por tres años, de 1940 a 1943.
Aunque la carrera lo apasionaba, terminó decantándose por el arte, dejó la arquitectura y empezó a trabajar como artista creando obras inicialmente de corte expresionista. En 1950, se trasladó a París, donde su arte cambió de manera drástica, dando inicio a su aventura en el arte abstracto. Por este periodo creó numerosas obras con gran colorido, llenas de formas planas y líneas rectas y curvas.
Entre finales de los cincuentas y comienzos de los sesentas, Ramírez desarrolló varios relieves en los que primaba el color blanco. Con el paso del tiempo, estos fueron tornándose más complejos e intrincados a la vez que introducían más colores. Hacia 1962 su obra comenzó a tomar como referencia el arte precolombino, el cual torno en abstracto por medio de figuras geométricas con ondas y visos revolucionarios. Alejándose un poco de la pintura, en 1963, empezó a trabajar en el campo de la escultura tanto libre como exenta.
Ese mismo año diseñó la escultura en homenaje al poeta colombiano Jorge Gaitán Durán y luego realizó las obras Saludo al astronauta, Al poeta Eduardo Cote y Reliquia, entre otras. A finales de los sesentas se trasladó a Nueva York, donde vivió hasta 1974. Durante su estancia comenzó a trabajar con láminas de plástico, desarrollando obras como las Construcciones emergiendo, las Construcciones suspendidas, los Círculos intersectados, las Cámaras en progresión y otras.
En 1971 crearía cuatro columnas de concreto en Vermont y luego se enfocaría en el desarrollo de Columnata en Nueva York. También trabajó en Las 16 torres de los cerros orientales de Bogotá y obras en madera con diseños similares a las torres. En 1973, creó varias esculturas públicas en Estados Unidos como el Hexágono (Nueva York) y De Colombia a John Kennedy (Washington). Entre 1975 y 1976, realizó varias construcciones con grandes dimensiones en disposición horizontal, las cuales estaban pintadas generalmente en rojo, blanco o negro.
Ya en 1974, regresó a Colombia y se instaló en Suba, en una casa amplia donde coleccionaba pinturas precolombinas y muchos caracoles. Este contacto con la naturaleza se vio reflejado en la mayoría de las obras de fines de los setentas. En ese entonces creó Peines del viento, Caracol-pájaro, Insectos policromados camuflándose y Flor-pájaro-caracol, entre otros. A esta época también pertenecen las esculturas Nave espacial y Construcción inclinada roja.
Tras su viaja a Machu Pichu, Ramírez vuelve a concentrarse en la construcción de grandes esculturas geométricas, como se ve reflejado en la mayoría de sus obras durante los ochentas. Durante sus últimos años de producción, Ramírez regreso a la madera y las grandes formas. Por ese entonces creo El templo de las leyes, en homenaje a Francisco de Paula Santander. También fundó el Museo de Arte Moderno Ramírez Villamizar en Pamplona, al cual donó una colección retrospectiva de 40 de sus obras.
A lo largo de su carrera, Ramírez ganó varios premios, de los cuales cabe mencionar el primer lugar en el Concurso Guggenheim y su galardón en el Bienal de Sao Paulo. También realizó varias exposiciones en el exterior en galerías como el Roland de Aenlle de Nueva York y la Arnaud de París. de su extensa producción artística sobresalen: Homenaje a Vivaldi (1963), De Colombia a John Kennedy (1973), Amonita fósil (1979), El espejo de la Luna (1990) y Aerolitos (1991-92).
Villamizar falleció el 23 de agosto de 2004 en Bogotá y año más tarde sus cenizas fueron trasladados a su museo en Pamplona como lo quería el artista.