Interchange es una pintura abstracta, sin ningún tipo de referencia de la realidad concreta. Lo que acabamos viendo o sintiendo frente al cuadro procede solamente de nuestro interior. Nos vemos a nosotros mismos.

El pintor holandés-estadounidense Willem de Kooning, un pionero del arte del siglo XX, se hizo famoso después de la Segunda Guerra Mundial junto con un grupo de pintores como Jackson Pollock y Mark Rothko. Su impresionante producción artística sólo es igualada por otros pintores prolíficos como Picasso, quien influyó en gran medida en sus primeras obras. Conocido por su papel en el expresionismo abstracto el estilo de este artista se movió entre lo abstracto y lo figurativo a lo largo de su vida.

Willem de Kooning fue un niño prodigio, y dejó la escuela a los 12 años para empezar a trabajar como aprendiz en una empresa de arte comercial. A los 16 años, ya trabajaba como director de arte en una tienda departamental. Su ética de trabajo le fue muy útil, ya que el artista trabajó como pintor de casas y carpintero cuando se mudó a los Estados Unidos. A finales de la década de 1930, su arte capturó la atención del público; su estilo audaz supuso una gran ruptura con el realismo estadounidense que había estado de moda.

El pintor se unió a un gran grupo de modernistas que trabajaban en Nueva York, muchos de los cuales cambiarían la historia del arte para siempre. Desde sus primeros bodegones abstractos hasta las pinturas minimalistas en blanco y negro y a sus obras figurativas, el arte de Willem de Kooning evolucionó constantemente. continuó pintando durante toda su vida, y sólo dejó de hacerlo en 1991, cuando su salud comenzó a deteriorase. El artista falleció en 1997 a la edad de 92 años, después de una larga e ilustre carrera llena de éxitos profesionales y problemas personales.

Hoy en día, sus piezas son algunas de las más cotizadas en el mercado del arte. Por ejemplo, su pintura al óleo Interchange se vendió por 300 millones de dólares en 2015. Esta pieza mantuvo el récord de la más cara de todos los tiempos antes de que una obra de Leonardo da Vinci lo superara en 2017. Pero ¿qué es lo que hace que el trabajo de Willem de Kooning sea tan especial?

Originario de Rotterdam, llegó a los Estados Unidos en 1926, cuando tenía poco más de veinte años. El artista se escondió en el carguero británico con destino a Argentina y entró ilegalmente en los Estados Unidos. Al principio de su carrera, su estatus migratorio fue un verdadero problema.

Aunque formó parte de la Unión de Artistas y se unió al Proyecto Federal de Arte de la WPA, se vio obligado a renunciar en 1937 cuando salió a la luz que no era ciudadano estadounidense. Afortunadamente, recibió otra oportunidad unos años más tarde, cuando, en 1939, pintó parte de un mural para la Exposición Universal de Nueva York.

Después de casi cuarenta años en Estados Unidos, finalmente obtuvo la nacionalidad en 1962. En 1964, fue condecorado con la Medalla Presidencial de la Libertad por el Presidente Lyndon B. Johnson—convirtiéndolo en uno de los nueve artistas a los que se les ha otorgado este prestigioso premio.

Una de las series más famosas del artista fue también la más controvertida. En 1950, cuando Willem de Kooning ya gozaba de un gran éxito, comenzó a pintar Woman. Esta serie, que consta de seis pinturas, destruyó todos los estándares clásicos de la representación occidental de la feminidad.

Woman I, hoy expuesta en el MoMA muestra a una mujer con grandes pechos caídos, ojos enormes y una sonrisa espeluznante. Esta forma femenina exagerada se asemeja más a la, Venus de Willendorf una estatuilla de la fertilidad prehistórica, algo a lo que el público no estaba acostumbrado. Los aficionados a las pinturas abstractas de Willem de Kooning de los años 40 quedaron devastados por la inclusión de una figura reconocible en su obra. Los críticos también se burlaban de lo que percibían como una representación agresiva y violenta de las mujeres, diciendo que era degradante.

Sin embargo, Woman ha resistido la prueba del tiempo y se ha convertido en un emblema de la obra del pintor y de los Estados Unidos durante la posguerra. En 2006, Woman III fue vendida al multimillonario Steven A. Cohen por 137.5 millones de dólares. Esto la convirtió en la cuarta pintura más cara de la historia hasta ese momento.

Aunque hoy en día es considerado como uno de los líderes del expresionismo abstracto, la verdad es que su estilo era fluido. El artista se dedicó a la pintura figurativa y abstracta, tomando elementos del cubismo, surrealismo y expresionismo, y combinándolos en un estilo propio y único.

Si bien era una figura central en el expresionismo abstracto, a Willem de Kooning no le gustaba estar atado a un solo movimiento. De hecho, en una época en que la abstracción estaba de moda, la inclusión de figuras en sus pinturas fue menospreciada por algunos críticos. A estas críticas, el artista respondió: “La carne es la razón por la que se inventó la pintura al óleo”.

Tampoco tenía miedo de editar su propio trabajo. De hecho, es famoso por rehacer sus pinturas raspando el trabajo del día anterior y volviendo a empezar. Su esposa, Elaine de Kooning, estimó que unas 200 imágenes precedieron al cuadro terminado de Woman I.

Willem de Kooning conoció a la pintora Elaine Fried—quien era 14 años menor que él—poco después de dejar la WPA en 1938. Como admiradora de su trabajo antes de la reunión, Elaine se convirtió en su estudiante, aprendiz, musa y, eventualmente, su esposa. Ella posó para una de sus primeras pinturas de una figura femenina en Seated Woman (1940).

La pareja se casó en 1943, pero su matrimonio era una relación abierta que se vería empañado por el alcoholismo de ambas partes. Finalmente se separaron en 1957, pero nunca se divorciaron. A pesar de haber vivido separados durante casi veinte años, se reunieron en 1976 y permanecieron juntos hasta la muerte de Elaine en 1989.

A finales de sus 60 años de carrera, de Kooning comenzó a mostrar signos de demencia y en 1987 le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, esto no pareció ralentizar su producción artística. De hecho, estos años representan su etapa más prolífica. El artista alguna vez dijo: “No vivo para pintar. Pinto para vivir”; con esto en mente, no es ninguna sorpresa que haya continuado produciendo obras de arte hasta ya entrados los 80 años.

Su estilo posterior, que se caracteriza por tiras de color atrevidas y gráficas, ha sido muy debatido por la crítica. Muchos, a la luz de su diagnóstico de Alzheimer, cuestionan la validez de estas pinturas. Algunos cuestionan qué tan implicados estuvieron sus asistentes en el proceso creativo, mientras que otros señalan que el expresionismo abstracto premia las pinturas intuitivas—por lo que su estado mental en ese momento es irrelevante.

SOFIA VARGAS. Licenciada en Lenguas Modernas y Gestión Cultural por la Universidad Anáhuac.