VÍCTOR MAGARIÑOS (Buenos Aires, Argentina, 1924 – Buenos Aires, Argentina, 1993)
Comenzó su formación artística en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, institución en la que luego se desempeñó como docente de Pintura.
En 1946 funda y lidera el “Grupo Joven” integrado por artistas de su generación. Luego de haber realizado su primera exposición en Buenos Aires, fue becado por el Gobierno Francés, en 1951, donde se vincula con Georges Vantongerloo, Fernand Leger, Max Bill, entre otros artistas, y es en este momento en el que define un lenguaje para su obra ligado a la abstracción. Su pintura se orientó por el camino de la geometría y se coronó como uno de los pintores más notables de su generación.
En 1958 asumió como Presidente del Comité Argentino de la Asociación Internacional ante la UNESCO y fue Miembro de la Academia Italiana delle Arti e del Lavoro. Becado nuevamente en 1965, viaja a los Estados Unidos, donde expone sus trabajos en conjunto con varios artistas en el W. Art Center de Minneápolis y en la Yale University. En 1979 fue elegido por The International Who’s Who, de Inglaterra, como uno de los 1.000 pintores más importantes del mundo y 1980, recibió la Medalla de Oro, de la Academia Italiana del Arte y del Trabajo. En 1982 publicó el ensayo El arte cosmológico más allá de las últimas tendencias.
A nivel internacional, son también significativas sus participaciones en la Bienal de São Paulo, Brasil, y en el Kunsthalle de Basilea.
En nuestro país, participó en numerosas muestras colectivas y fue autor de varios ensayos y manifiestos. En el año 1984 se presentó de manera individual en el Centro de Arte y Comunicación (CAYC).
Obtuvo, entre otros, el Premio “Prins” de la Academia Nacional de Bellas en el año 1947, el Premio “Milano” de 1988, el Premio “Centauro de oro” de la Academia de Artes de Italia de 1992, así como el premio Konex, que le fue otorgado ese mismo año.
Tras su muerte, se realizaron varias exposiciones póstumas homenajeando a este importante miembro de la escena artística nacional de los años sesenta. Adscrito a una pintura que retoma conceptos abstractos, su trabajo es una interesante conjunción de elementos geométricos e imaginario personal, que revitalizó el sentido general de la pintura no figurativa dándole una fuerza rítmica que sirvió de preludio al arte generativo.