La obra de Teodoro Núñez Ureta amerita entenderse y valorarse, entre otras consideraciones, por la dimensión de su rebeldía. Su legado -sublevante y crítico- presenta una mirada singular, aguda y sátira de la diversidad cultural del Perú y, además, contribuye a forjar ese sentimiento de identidad necesario para lograr nuestro acercamiento, aceptación e integración colectiva.

Núñez Ureta fue un pintor autodidacta, modernista con influencias del muralismo mexicano, buen acuarelista y muralista. Pintó personajes y escenas costumbristas peruanas.

En su infancia gustaba salir al campo a pintar solo o con la compañía de su familia y del maestro Enrique Masías quien lo alentó a que se dedicara a las artes plásticas al ver su habilidad sobresaliente para el retrato y el paisaje.
Sus estudios autodidactas los pudo realizar gracias a que su padre, don Pedro Núñez Ponce, trabajó en la antigua librería Emmel de Arequipa, por lo que obtuvo tempranamente libros referentes al arte europeo. Luego, realizó en su adolescencia estudios autodidactas sobre Francisco de Goya, Rembrandt Van Rijn y Diego Velázquez, dibujos que actualmente están bajo la custodia de la Asociación Cultural Perú Arte Valor.
Al terminar su secundaria en el Colegio de la Independencia Americana, estudió para optar los grados de Doctor en Filosofía y Letras en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San Agustín. Logró su objetivo con una tesis sobre «El Compañero Juárez» y «Lo Grotesco y lo Cómico en el Arte». Luego, incorporado a la docencia, regentó las Cátedras de Historia del Arte y Estética (1936–1950).
Con el artículo costumbrista «La Abuela», se hizo merecedor del Premio Nacional de Periodismo de 1943. Con el auspicio de la Fundación Guggenheim, viajó a Estados Unidos (1943–1944). Escribió el libro «Academismo y Arte Moderno» (1945). Establecido en Lima, desde 1950, en 1959 mereció el Premio Nacional de Cultura «Ignacio Merino» gracias al mural que realizó en el Ministerio de Economía, Finanzas y Comercio en el año de 1954, denominado «Construyendo el Perú» en la técnica de pintura al fresco (6.00m x 16.00m), el cual es considerado una de las obras cumbres del pintor en su trabajo como muralista.
Fue director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima (1973–1976) y presidente de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (1978-1980). Exhibió su obra en Lima, Arequipa, Chile, Venezuela, Panamá, México, Canadá, Estados Unidos, Rusia, Suecia y Bulgaria.
Publicó «David Alfaro Siqueiros» (1976); «Pintura Contemporánea Peruana», dos volúmenes, (1975–1976). Escribió «La Waytacha» (1980), cuento traducido al ruso, inglés y búlgaro, que a través de un poético simbolismo, presenta las frustraciones del campesino de la urbe e induce al amor por la tierra; y «La Vida de la Gente» (1982), que reproduce 68 acuarelas y 35 dibujos, enderezados a criticar o narrar tipos sociales y costumbres. Asistió a Bulgaria en 1980 invitado por la Unesco y el Gobierno de Sofía, siendo condecorado por el Círculo de Escritores y el de Artistas Plásticos de ese país.
Su tierra natal lo ha declarado «Hijo Predilecto» y le otorgó el «Texao de Oro» además de la Medalla de Oro de la ciudad de Arequipa. Asimismo, en la capital se le concedió la Medalla Cívica de la ciudad de Lima (1985). Su brillante trayectoria ha merecido el reconocimiento del Estado peruano en el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry y fue condecorado con los más altos galardones: Orden «El Sol del Perú» en el Grado de Gran Cruz (1982); Medalla del Congreso en Grado de Comendador (1982); y las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta (1988)en el primer mandato de Alan García. Recientemente el Fondo Editorial del Congreso de la República del Perú ha publicado una compilación de Lucy Núñez Rebaza de la obra literaria de Teodoro Núñez Ureta.