En Milán logró un importante reconocimiento de la crítica. Sus series más famosas fueron De memoria, Suicidios, Fusilamientos y El triunfo de la Muerte.

OSCAR BONY    (Posadas, provincia de Misiones, Argentina, 1941 – Buenos Aires 2002)

Oscar Bony nace en junio de 1941 en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones. A los 17 años comienza sus estudios de pintura con un profesor local y en 1959 llega a Buenos Aires becado para concurrir a la Escuela Preparatoria de Bellas Artes “Manuel Belgrano”. Sin embargo, siempre se consideró un artista autodidacta. Entre 1959 y 1963, asiste a los talleres de Demetrio Urruchúa y Juan Carlos Castagnino, y trabaja como ayudante de Antonio Berni. Su imagen inicial transita de cierto realismo expresivo hacia la nueva figuración. En 1964, su serie anatomías le permite ingresar al circuito del arte contemporáneo, es invitado al Premio de Honor Ver y Estimar y realiza su primera exposición individual en una importante galería porteña. Su ámbito de pertenencia es el grupo de artistas que frecuenta el Bar Moderno, en especial Rubén Santantonín, Pablo Suárez, Emilio Renart y Ricardo Carreira.

Entre 1965 y 1968, sus experiencias con el pop, el minimalismo, el arte conceptual y los objetos, lo ubican en el centro de acción de la vanguardia más radical que se mueve entre galerías alternativas, el Premio de Honor Ver y Estimar y el Instituto Di Tella. Bony expone instalaciones, cortometrajes, objetos, estructuras primarias y una obra sonora. En 1968, en la muestra Experiencias ’68 en el Di Tella, alquila una familia obrera y la exhibe “en vivo” sobre un pedestal de museo. Las reacciones del público, la crítica y el mundo oficial del arte, las divisiones dentro de la misma vanguardia, las tensiones entre práctica artística y práctica política, la crisis social, económica y política, eran cada vez más extremos y los frentes de lucha se multiplicaban. Ante la clausura judicial de la pieza de Roberto Plate expuesta en Experiencias ’68, el 23 de mayo los demás artistas deciden destruir sus obras, tirarlas a la calle Florida y denunciar públicamente los avances de la censura. Es el fin de una época. Bony y varios de sus compañeros abandonan el campo del arte.

A partir de 1968 y durante casi seis años, Bony trabaja como fotógrafo dentro de la industria de la música. Era justo el momento en que el rock nacional se convertía en un fenómeno popular ingresando a los medios masivos de comunicación como la televisión, un producto consumido por una audiencia joven y en expansión acelerada. Las compañías de grabación habían incorporado mecanismos de ventas y publicidad utilizados en otros mercados. Los lanzamientos de cada disco estaban ligados a recitales, festivales, campañas de promoción; los discos incluían producciones fotográficas especiales y las letras de las canciones; se editaban afiches de los ídolos más exitosos; se planificaban el perfil de cada grupo musical diseñando vestuarios, peinados y escenografías para sus sesiones de fotografía y presentaciones; algunas revistas especializadas, el cine, la radio y la televisión actuaban como canales de difusión. Bony se transforma en uno de los creadores del imaginario visual del rock nacional ligado al sello discográfico RCA y actuando en toda la movida. Hay un estilo “Bony” que el rock identifica y distingue. Los Gatos, La joven Guardia, Manal y Almendra son algunos de los grupos cuya imagen pública inventa su cámara.

En 1974 el artista vuelve al mundo del “arte culto”, a su carrera “profesional”, pinturas y fotografías, un par de exposiciones, y finalmente, la decisión meditada pero postergada durante años, de partir al exilio. Entre 1977 y 1988, vive en Milán. Diez años de presencia constante en la escena italiana y de muestras en España, Irlanda y Francia, viajes a Estados Unidos y contactos intermitentes con Buenos Aires, Bony, otra vez, haciendo instalaciones, objetos, montajes, intervenciones y pinturas y técnicas combinadas. Es invitado a la Triennale de Milano, la Bienal de Venecia, visita estilos como la transvanguardia y, en febrero de 1986, inaugura dos exposiciones individuales simultáneas, en dos de las galerías más importantes de Milán.

En 1988 regresa a la Argentina. Explora, trabaja, espera, se infiltra con paciencia. En 1993, su muestra De memoria lo consagra nuevamente. Bony es otro de los sobrevivientes de los años ´60 que deslumbra a los jóvenes, es respetado por la crítica y está en acción. En 1994 sus vidrios, papeles y plomos baleados y en 1996 sus fotografías y vidrios baleados y enmarcados, confirman su excentricidad, su nomadismo, su magia para ser uno y muchos a la vez. Hace instalaciones, performances, panfleteadas, declaraciones y exposiciones. Lo invitan a las bienales del Mercosur, La Habana y Venecia. La familia obrera de 1968 es recuperada en Buenos Aires, Nueva York, Madrid y Ljubliana (Eslovenia), y reconocida por la historia del arte contemporáneo internacional. En plena actividad, Oscar Bony muere en Buenos Aires en abril de 2002.

Marcelo E. Pacheco, 2007