MARCELO LEGRAND (Uruguay, 1961)
Inicia en 1977 sus estudios de pintura en el Círculo de Bellas Artes con el maestro Héctor Sgarbi. A partir de 1981, y a lo largo de una década, se dedica a trabajar con grafito sobre papel, destacándose en esa producción con una serie compuesta por rostros sobre papeles de 75 x 55 cm, y otra abstracta en papeles de 140 x 220 cm. Con esa obra obtiene múltiples premios y una invitación del Studio Camnitzer y el Pratt Institute de Nueva York para trabajar en el estudio de Luis Camnitzer en la Toscana italiana.
En éste lapso se destacan tres muestras individuales en Montevideo: Biblioteca Nacional (1986), Museo de Arte Contemporáneo (1988) y Centro de Exposiciones del Palacio Municipal (1992). Asimismo, en 1990 participa de una muestra colectiva en el Palais de Glace de Buenos Aires. Es invitado a exponer en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (Sofia Imbert) y se radica en Venezuela durante tres años. Por entonces retoma el color y desarrolla e investiga una técnica que incluye el uso de calor, agua y tintas chinas sobre papel vegetal.
De regreso a su país se dedica a pintar telas en gran formato y profundiza en los papeles vegetales que había explorado en Venezuela, indaga en el grabado y realiza una serie utilizando discos de pasta como matrices.
En 1999 es premiado por la Fundación Batuz con una estadía en Atzella (Sajonia), Alemania, donde trabaja en su obra y dicta clases. Ese año emprende un viaje de investigación a París y Lyon, trás obtener un premio en la Bienal de Arte Joven de Mosca, y expone en la Corcoran Gallery of Art de Washington DC. Un año más tarde monta en el Art Museum of the Americas de esa ciudad una muestra individual.
Durante 2002 se destaca su participación en dos muestras colectivas: una en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires y otra en el Museo de las Américas de San Juan, en Puerto Rico.
Desde 2005 hasta la actualidad trabaja con la Galería Sur, participando en ferias tales como Arco, Madrid; San Pablo y Río de Janeiro; Arte BA, Buenos Aires; Cornice, Venecia, y Art Miami.
La obra de Marcelo Legrand se reconoce en su manera de entender el arte como derrotero interior –el conocimiento de una clase de energía–. Ese enfoque de lectura metafórica de sus obras con las distintas pulsiones interiores se manifiestan y entrelazan en el cuadro como ideas en pugna y estímulos en contradicción.
Hay una poética del conflicto o mejor dicho una poética de las tensiones, donde prima la violencia del trazo y la contundencia de los rápidos movimientos de la línea, así como el entrelazamiento de los planos. […] El espacio es atravesado por abigarrados sistemas constructivos, líneas como lanzas quebradas, púas y remolinos que quiebran la unicidad del campo visual, los fuertes contrastes en blanco y negro suman vigor a ésta visión del espacio como confluencia de fugas, de aceleraciones e intersticios;