El conjunto de sus trabajos deja en evidencia la configuración de un lenguaje visual singular en el contexto artístico contemporáneo: un lenguaje sostenido por la coherencia de un relato interior en el que se entrecruzan lo simbólico, lo ritual, lo mítico y lo antropológico para otorgar a la imagen un sentido intemporal.

MARCELO BONEVARDI    (Buenos Aires, Argentina, 1929 – Córdoba, Argentina, 1994)

Marcelo Bonevardi nació en Buenos Aires, el 13 de mayo de 1929. Desde los 6 años de edad, vive en la ciudad de Córdoba. Entre 1948 y 1950, estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba, carrera que abandona para dedicarse al arte y que lo marca en sus elecciones plásticas posteriores. Es autodidacta. En su primera etapa, acude a modalidades figurativas, en donde el paisaje se va simplificando hasta adquirir cierto rasgo metafísico. En 1950 viaja a Italia y atraído por la obra pictórica de Piero Della Francesca, Fra Angélico y Giotto estudió los aspectos compositivos del lenguaje renacentista que influirán en su obra posterior. A su regreso interpretó el paisaje local con una perspectiva constructivista y hacia 1952 se inclinó hacia la corriente paisajista cordobesa de influencias metafísicas e Integró el Grupo de los 7 (junto a Pont Vergés, Raúl Pecker, entre otros). Desde 1955 dedicó su obra a la abstracción de raíz constructiva. En el marco de su actividad académica, en 1956 fue nombrado profesor adjunto de Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue becado por la Fundación Guggenheim (1958 y 1959) y por el New School for Social Research (1963 y 1964) y se instala en Nueva York. Desde 1958 Bonevardi vivió y expuso en Nueva York. Allí recibió los estímulos de los movimientos más innovadores de la década e inició sus estudios de las culturas arcaicas. En los años 60 el estudio de la escultura africana lo introdujo en los aspectos formales de la obra y en sus contenidos implícitos y su carga mágica y ritual. Una influencia decisiva en Bonevardi, es la de Joseph Cornell, artista cuyas “cajas” despiertan su interés por hacer confluir sus dos modalidades de trabajo: pintura y objetos tridimensionales. Es así como en 1963 surgen sus “pinturas-construcciones”. Obras de madera revestida de telas pintadas y cocidas, sobre las que incorpora objetos y formas geométricas que sobresalen o se hunden en nichos cóncavos. En su afán por romper con los espacios cerrados, decide dejar de lado el formato regular del soporte, para optar estructuras irregulares. A pesar de ello, la estructura compositiva sigue ocupando un lugar fundamental. Rasgo que manifiesta la importancia de la herencia constructiva en el proceso de producción de este artista, quien mantiene un intenso intercambio con algunos de los integrantes del taller de Torres García: los uruguayos Alpuy, Matto y Fonseca. Dicha relación, justifica actitudes tales como: conservar el plano bidimensional, homologar la geometría con los conceptos de estructura y tono, utilizar la sección aúrea para equilibrar las composiciones y fundamentalmente, investigar y ensanchar las fronteras del signo en la conformación de paradigmas visuales. En 1970 regresó a la Argentina interesado en al arte precolombino y desde ese momento alternó su residencia entre Córdoba y Nueva York hasta su regreso definitivo al país en 1991. En 1979 fue designado jurado de arte latinoamericano y caribeño para la Fundación John Simon Guggenheim, actividad que ejerció durante 10 años. A partir de 1980, la producción de Bonevardi manifiesta la presencia continua de fragmentos de arcos, cornisas, entablamentos o columnas dibujados, pintados o insinuados, los cuales advierten el papel preferente que le otorga a la arquitectura en este período. A lo largo de su carrera recibió numerosos premios, entre ellos: Premio Adquisición, Salón Anual de artes plásticas, Museo Castagnino (Rosario, 1957); Premio Internacional, X Bienal de Saõ Paulo (Brasil, 1969); Premio Rosario 1987 y Premio Konex de Platino (Buenos Aires, 1992). Marcelo Bonevardi falleció el 1º de febrero de 1994, en la ciudad de Córdoba.