El interés de Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961) por indagar en el proceso pictórico a través de la representación del espacio está presente ya en sus primeras series de 1982. Los escenarios teatrales desmesurados dieron paso a visiones parciales de los patios de butacas, siempre a medio camino entre la figuración y la abstracción. Tras pintar las constelaciones sobre los relieves de un colchón, Kuitca afronta, en Doble eclipse (2013), el deslumbrante y poco frecuente fenómeno de la alineación de planetas colocando la Tierra, la Luna y el Sol en un vasto espacio sobre el fondo más azul y más oscuro que un eclipse pueda provocar.
Guillermo Kuitca es uno de los nombres más internacionales de la plástica argentina. Se inicia tempranamente en la pintura a los trece años ha tenido ya su primera exposición-, pero no descubre su verdadero camino hasta principios de los ochenta, tras conocer en Europa la experiencias de la transvanguardia italiana y de los artistas alemanes de la década de los setenta. Su producción de la década de los ochenta, de la que son buen ejemplo las alegorías Nadie olvida nada (1982) y El mar dulce (1984), se encuentra muy enfocada hacia el mundo del teatro. A partir de 1987, se vuelve hacia el territorio imaginario de los mapas, los planos topográficos y las plantas arquitectónicas, que reinterpreta desde su lectura profunda de autores como Borges o Alejo Carpentier. Ha realizado algunas incursiones como autor y director de teatro. Su obra, firmemente respaldada por la crítica internacional, ha sido vista en museos y centros de todo el mundo como el MOMA de Nueva York (1991), el IVAM de Valencia (1993), o la Fondation Cartier de París (2000). Asimismo ha estado presente en tres ediciones de la Bienal de São Pãolo y en la Documenta de Kassel de 1992.