EDUARDO SCHIAFFINO (Argentina, 1858 – 1935)
Eduardo Schiaffino fue el artista que contribuyó de una manera decisiva a organizar el sistema plástico argentino. Como pintor es menos conocido, ya que sus múltiples actividades culturales no le dejaron demasiado tiempo libre a sus pinceles.
En 1876 fue socio fundador de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes; inició la historiografía artística argentina con los Apuntes sobre el arte en Buenos Aires que aparecieron en 1883, y desde este momento siguió siendo crítico de arte; organizó la Sección de Artes Plásticas del Ateneo y sus salones; fue curador de las exposiciones de 1891 y de 1893 en el Palacio Hume, y fundamentalmente, gracias a su empuje e iniciativa se creó el Museo Nacional de Bellas Artes, del que fue su primer director entre 1895 y 1910.
Schiaffino había estudiado pintura en Buenos Aires con el acuarelista veneciano José Agujari y, por consejo de su maestro, se fue en 1884 a Venecia al taller de Egisto Lancerotto. Pero su deseo más profundo era vivir en París y allí finalmente se radicó entre 1885 y 1891, convirtiéndose en discípulo de Raphael Collin y fundamentalmente de Pierre Puvis de Chavannes.
Este desnudo femenino titulado Reposo —un prolijo estudio académico ejecutado con la atmósfera gris del invierno europeo— fue expuesto por primera vez en el Salón de París de 1889 y también en la Exposición Universal de ese año, donde obtuvo una medalla de bronce.
De su producción posterior rescatamos toda una serie de retratos femeninos donde manejó muy hábilmente la dinámica de la luz, borrando los contornos, espiritualizando e irrealizando sus personajes en climas simbolistas. De sus dibujos destacamos especialmente el de su amigo Rubén Darío que se difundió en el libro Los raros. En 1918 realizó en Buenos Aires la última exposición de sus pequeños y luminosos óleos.
No podemos dejar de puntualizar su tarea como escritor. Además de los ya citados Apuntes sobre el arte en Buenos Aires, Relaciones literarias hispano-americanas, Recodos en el sendero, Urbanización de Buenos Aires, mencionaremos «La evolución del gusto artístico en Buenos Aires», y sobre todo, la primera historia del arte argentino que apareció en 1933: La pintura y la escultura en la Argentina.
En 1910, después de la Exposición del Centenario dejó la dirección del museo y pasó a desempeñar tareas consulares en Liorna, Sevilla, Madrid, Turín, Pau y Atenas. Regresó a nuestro país en 1933 y murió dos años después mientras preparaba el segundo volumen de La pintura y la escultura en la Argentina.
Ana María Telesca