“En plena selva chaqueña del norte argentino, donde mi madre sola, en ausencia de mi padre, me pario, un día cualquiera de los primeros años del siglo XX, me acunaban las caprichosas raíces de un centenario quebracho. Allí comienza mi vida y mi odisea”
CRISANTO DOMÍNGUEZ (Chaco, Argentina, 1911 – 1969)
Ya desde niño, se dio al tallado de rostros y figuras en los árboles del monte. Antes de cumplir 15 años de edad obtuvo Primer Premio en el Salón de Otoño de La Plata en 1926 con su Cabeza de boxeador. En 1928 y 1929 expuso en el Salón Nacional. Su labor fue intensa, trabajó en yeso, en piedra y maderas como algarrobo, lapacho y quebracho colorado. Algunas de sus obras fueron trabajadas únicamente con hacha. De formación autodidacta, nació en Las Palmas, provincia del Chaco en 1911, su madre era qom y su padre un ciudadano de nacionalidad paraguaya, un peón de campo y hachero. Casi toda su obra la realizó en el Chaco, aunque por muchos años estuvo radicado en Buenos Aires. Obtuvo variadas distinciones y fue becado desde 1927 hasta 1932 por la Municipalidad de Resistencia y la Comisión Nacional de Cultura. Participó en el Salón Nacional desde 1930. Obras suyas se encuentran en lugares como el Museo Nacional de Bellas Artes y la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. También incursionó en las letras con dos libros: el autobiográfico Rebelión en la selva, de 1948 y Tanino, de 1956. Falleció en Resistencia, en la mayor pobreza, en diciembre de 1969. Sus esculturas y dibujos son numerosos y los temas preferidos tienen que ver con las formas del cuerpo humano, generalmente de mujeres. Sus obras constituyen un testimonio de su vida en el nordeste, el litoral argentino y en Paraguay.