CARLOS GORRIARENA (Argentina, 1925 – Uruguay, 2007)
Pintor argentino nacido en Buenos Aires en 1925, ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, con tan solo diecisiete años. Allí cursó las materias de escultura y dibujo con dos grandes maestros: Lucio Fontana y Antonio Berni. Continuó su formación con el pintor anarquista Demetrio Urruchúa hasta 1954, participando de las muestras colectivas de su taller. Fue uno de los máximos exponentes de la tendencia iniciada por Berni en los años 30.
Su pintura se caracteriza por el empleo de colores saturados, en la que destaca la figura humana.
Suele tratar temas relacionados con sus preocupaciones políticas y la crítica social. El punto de partida de su obra es, por lo general, una imagen realista, un objeto, una persona o una fotografía.
Integró el «Grupo del Plata», junto a Pablo Obelar, Hugo Monzón, Alberto Alcaraz y Silvina Ocampo, entre otros. Con ellos realizó numerosas exposiciones colectivas (1963-1965): en la Galería Peuser y la Galería Velásquez; en el Museo Provincial de Bellas Artes de Tucumán y en Los Independientes, entre otros. Desde 1955 exhibió su obra en varias oportunidades, tanto de forma individual como colectiva, en diferentes ciudades nacionales e internacionales (Buenos Aires, Medellín, Cali, Caracas, México, Washington, Cannes, Cuenca, Milán, Montreal, Québec, Punta del Este, San Pablo, etc.).
En 1962 obtuvo el premio adquisición del Salón de Mar del Plata y fue invitado por la Michael Karoly Memorial a residir en Vance (Francia). Entre 1964 y 1966, expuso individualmente en la Galería Lascaux.
En esos años, se integró al equipo del mítico proyecto «La Rosa Blindada», revista, editorial y discográfica dirigida por José Luis Mangieri y Carlos Alberto Brocato, que contaba con un gran colectivo editorial que incluyó la participación de Juan Gelman, Guillermo B. Arizpe, Norma Aleandro, Ramón Plaza, Andrés Rivera, Horacio Néstor Casal, Juan Carlos «Tata» Cedrón, Estela Canto, Octavio Getino, entre muchos otros. El primer número de la revista se publicó en octubre de 1964. Sólo llegó a publicar nueve ediciones en sus dos años de existencia, antes de ser clausurada por la dictadura de J. C. Onganía. Ante todo, fue una publicación artística y cultural que se sumergió en los debates políticos de su tiempo. Intentaba fijar una posición dentro del debate estético de izquierda de la época, instando a que el arte fuera más allá de lo exclusivamente formal. Asimismo, en ese período, Gorriarena también se desempeñó como caricaturista político en el diario «La Hora del Partido Comunista», donde firmaba como «Riago».
En 1966 organizó, junto a León Ferrari, la exposición «Homenaje al Viet-Nam de los artistas plásticos», en la Galería Van Riel para protestar en contra de la escalada bélica de los EEUU en el Sudeste Asiático. Al año siguiente formó parte del «Homenaje a Latinoamérica» en la Galería SAAP (Sociedad Argentina de Artistas Plásticos), que honraba la figura del Che Guevara, a menos de dos meses de su muerte. La propuesta de los organizadores era buscar un principio unificador de tal forma que decidieron entregar un bastidor de un metro por un metro a cada uno de los artistas participantes con la silueta del rostro del Che. Junto con Gorriarena, participaron Carlos Alonso, Juan Carlos Castagnino, León Ferrari, Roberto Jacoby, entre otros. A partir de ahí, cada uno trabajó de forma libre la imagen. Sin embargo, al día siguiente de la inauguración, fue clausurada por la policía, perdiéndose la mayor parte de las obras.
Entre 1967 y 1986 expuso en la Galería Arte Nuevo en varias oportunidades. De 1970 a 1980 trabajó en estudios de publicidad como director de arte. En 1971, después de vivir un año en Madrid, regresó a Argentina para la reapertura democrática, la llamada «primavera camporista». En 1976, con el golpe cívico militar, Gorriarena decidió permanecer en el país para seguir pintando y exponiendo todos los años, a pesar de tener dos hijos viviendo en el exilio. Fue uno de los pocos artistas, junto con Diana Dowek y Norberto Gómez, que siguieron exponiendo su obra a pesar del riesgo que corrían. Además, fue a partir de la década del setenta, cuando sus obras se centraron en temas políticos. Asimismo, la crítica al poder está muy presente en su producción, el cual aparece representado a partir de una diversidad de temas como la represión, la corrupción y la intimidad.
Pueden identificarse, además, distintas etapas en el desarrollo de su obra: de 1964 a 1966, se observa la influencia neofigurativa ya que las figuras se deforman, oscurecen y revuelven como alegato de la situación social argentina; entre 1967 y 1970, se ordenan y recomponen las representaciones humanas; de 1971 a 1982, se profundiza su crítica política y su obra refleja la represión ilegal y clandestina y el vaciamiento económico, emergiendo en sus trabajos algunas imágenes dolorosas y lacerantes. Desde la transición a la democracia (1983) hasta el año de su muerte (2007), se inclinó hacia la sátira social, recurriendo a la ironía y al sarcasmo como recurso crítico hacia las conductas sociales alienadas, como por ejemplo, las modas y cierta utilización de los medios electrónicos. De esta forma, nunca abandonó la crítica hacia la corrupción social y política. Desde esos años se dedicó a dar clases en su taller de manera sostenida en tiempo.
Realizó numerosas exposiciones en galerías y museos nacionales e internacionales, como el Museo de Arte Latinoamericano de la OEA, Washington (1980), el MNBA de Buenos Aires (1990), la Masion de la Culture Côte des Neiges, Montreal, Canadá (1997), entre otros. En 1998 participó, junto con artistas como León Ferrari, Diana Doweck, Adolfo Nigro, Luis Felipe Noé, Juan Carlos Romero y Marcia Schvartz, en una muestra organizada por las Abuelas de Plaza de Mayo llamada «Identidad», en la que decidieron poner en las paredes de la sala las fotografías de los desaparecidos, cuyos hijos aún se estaban buscando, con espejos entre ellas para que los espectadores pudieran mirar su propio rostro y compararlo con el de ellos.
Por otra parte, Gorriarena recibió múltiples premios y distinciones, tales como el primer premio de la Fundación Piñero Pacheco (1979), el Premio Unión Carbide a la Pintura Argentina (1980), el tercer premio del Salón Municipal Manuel Belgrano, el segundo del Salón Prilidiano Pueyrredón y el galardón regional del Premio Unión Carbide a la Pintura Argentina (los tres en 1982); el segundo premio del Salón Municipal Manuel Belgrano y el primero del Premio Regional de Pintura Unión Carbide (1984); el gran premio de honor del Salón Nacional de 1986 (la máxima distinción a las artes visuales, con su obra Pin, Pan, Punk), el premio al mejor artista de la AICA (1990) y el primer premio Bienal Konex (1992).
En 2001, el Museo Nacional de Bellas Artes presentó una retrospectiva de su obra («El arte político de Gorriarena»), de la mano de Jorge Glusberg, así como le otorgó el premio Leonardo.
Los últimos años de vida, Carlos Gorriarena continuó participando de algunas exposiciones, tanto colectivas como individuales, hasta su muerte en 2007, en La Paloma, Uruguay.