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LEO VINCI «Pensamiento e imagen»

26 noviembre, 2011 - 20 febrero, 2012

“En todo acto creador hay un pensamiento que lo sostiene”.

“La escultura es un lenguaje y como en la poesía, la metáfora permite hablar de una realidad profunda y esencial más allá de la descripción de lo aparente”.

“La libertad en la creación ha sido conquistada por quienes nos precedieron, es hora  de construir”.

“Somos el pasado cultural de las futuras generaciones”.

Leo Vinci

Prologo

LEO VINCI 

El rescate del espacio

El espacio contiene a la forma. La carga energéticamente. Le da un vitalismo que trasciende. No hay escultura sin espacio, aunque los lenguajes difieran y aún se enfrenten. Porque la escultura es materia que vive  del espacio y se proyecta en el mismo para generar acuerdos / asociaciones / rupturas / deslizamientos morfológicos /apropiaciones y distancias.

En el espacio reside la definición de un bloque. Su acuerdo o su desliz gigantomáquico. En el espacio se inserta el movimiento; sin espacio no existiría la simultaneidad que éste genera. No hay escultura encerrada, ya que ello equivaldría a cierta mudez expresiva. No hay volumen sin diálogo con lo que  lo circunda. De ahí que la escultórica de todo tiempo haya planteado -más allá de exaltaciones matéricas, ejemplaridades de síntesis, proyección de contenidos- el gran interrogante que genera ese espacio, ese lugar que exalta y que contiene.

El espacio interno de las formas, confluye y se abre al otro. En ese encuentro, en ese rescate que es a la vez coralidad de fuerzas, el artista concreta su obra, le descubre identidades. Esto lo sabe muy bien Leo Vinci: artista que trabaja la masa desde adentro, buscando siempre insertarla en el continente mayor, en lo aéreo, en una espacialidad que no intercepte sino ubique en un trascentalismo físico bocciniano a esa masa. Al vitalismo de esa masa.

La obra de Vinci es una ejemplar lección de crecimientos. Crecimientos sustentados por una línea figurativo-abstraccionista que, por sobre eslabones de clara evolución, expanden siempre la noción de temporalidad. El mismo lo reconoce, con hondo conceptualismo: Sin la dimensión temporal ninguna forma podría actuar en el mundo físico que nos rodea, como tampoco podría hacerlo toda materia que se desplazara en él, ya que necesitará un lapso de tiempo determinado para lograrlo. El maestro reconoce que el espacio físico condiciona y limita en tal orden; que todo juego de fuerzas  deberá cumplir con ciertas leyes surgidas por ese condicionamiento. La temporalidad, así, está inscripta en la forma, como una huella digital, como un sello de origen. Y esa temporalidad es en definitiva la que despliega goces de lenguaje, articulaciones de planos, traspolaciones de luces y sombras, dinámicas matéricas.

Percepción y desarrollo

Sin movimiento no hay espacio y sin espacio no hay forma. Implícitamente, un precepto que se impone por  propia elocuencia de lo visual.  La forma matérica,  recorrible o no, abarcable real o virtualmente, es esa dimensionalidad que se toca, que esterognósica o táctilmente significa. La forma que es en sí un estado de crecimiento, de desarrollo, de iconicidad al fin.

Vinci es artista de pensamiento visual. Todo en su obra está fuertemente basamentado tanto en experiencias cuanto en afirmaciones de investigación. Sin embargo, siempre aplica sabiamente los conceptos que académicamente rigen el campo de lo escultórico, tendiendo a una expresión que afirme. Ese presupuesto de acción es, indubitablemente, el que ha ubicado su obra en un plano jerárquico. El que, asimismo, le ha permitido ahondar no sólo la mirada tras los universos formales, sino a más trasponer semiológicamente los estadios de la materia. Por ello, seguramente, sus formas palpitan. No son cuerpos inertes. Vínculos que trascienden la mediatez.

Más de medio siglo de creación, de búsquedas inconformistas, de planteos y renovadas investigaciones, han dado a su trabajo ese decantamiento de fuerzas que sólo transmiten las obras salidas del  rigor autocrítico. Fuera de leyes que no sean las propias convicciones, Vinci articula su lenguaje. Y genera ese espacio, el aludido espacio que rescata para sí, para su testimonio. El mismo lo reconoce así: Ningún escultor es esclavo de  las leyes, pero sólo conociéndolas puede usarlas, transgredirlas, contradecirlas u oponerlas.

Formas cargadas de energía. Cuerpos que se exaltan, que gritan, que se encogen sobre sí mismos. Materias desplegadas. Materias concentradas. Todo un universo morfológico que Vinci articula en un lenguaje que no retacea lo simbólico, pero que fundamentalmente lo trasciende. Esa formulación de la realidad, del tiempo que exige, de los estadios de lo sensorial / sensitivo, fluye en su obra. En una continuidad que convoca. En un trasfondo que -desde el rodiniano corazón de la piedra- palpita perceptualmente.

Eslabones / deslizamientos / vitalismos

Piedra, bronce, chapa batida, mármol, cemento directo, madera, acrílico, para concentrar el espíritu del bloque cerrado o para proyectar la forma abierta. En cada materia, la temperatura de la expresión. Y ese filamento preciso, incontenible, que queda abierto para que el ojo lo complete / integre / defina, en los buceos de la mirada.

Vinci poderoso en las figuras que se deshacen sobre sí mismas. Vital en las manos que se crispan. Vinci  protagonista de los seres consumidos en sus propias fuerzas. Buscando lo interno en las figuras fragmentadas. Vinci tras esas cabezas de fin de siglo: dramáticas en su solemnidad, marcadas de identidad, entre la placidez y el horror.

Todas y cada una de las propuestas responden a un tiempo de urgencias y de reclamos. Eslabones de una cadena en que el hombre protagoniza historias que lo exceden. Los rostros segmentados hablan de esa ruptura y, a la vez, del posible reencuentro consigo mismo. De ahí que -por sobre series- la obra del artista reconozca siempre, tras la denuncia, cierto sesgo de celebración. Y ello es lo que convoca, en su escultórica vibrante.  Lo que, tras la forma consolidada en materia abarcable y recorrible, deja un testimonio.  El claro lenguaje de un testimonio directo, potente, sin eufemismos.

Poeta de la materia

Si hubiera que marcar una constante en el trabajo de este artista que mereció en su país los mayores lauros, desde el Gran Premio de Honor del Salón Nacional, cabría aceptar que ha sido siempre la de un transcriptor de la realidad. Un transcriptor de la realidad de un hombre guerrero, en su tiempo.  De la pasión de ese hombre.  De los vínculos  creados para saltar, frente a los otros que limitan sus fuerzas.  En tal aspecto  -del canto al grito- Leo Vinci es un poeta de la materia. Como tal, genera su galería de rostros y cuerpos, los anima y los larga al mundo. Con dureza no exenta de ternura. Pero con esa gestualidad severa que no acepta  transiciones.

Testigo de su tiempo, da significados de ese tiempo. Y su creación revela precisamente eso: el hombre de hoy. No el planteo historicista/ universal del hombre-símbolo. . Le importa replantear la construcción de ciertos sintagmas que caracterizan epocalmente el drama de la existencia / el dolor de resistir / la resurrección de la vida / la celebración del amor.

En tal presupuesto aparecen los cuerpos alados, los rostros heridos, la fragmentación, las ataduras que limitan y coartan, los brazos alzados de la resistencia. Himnológicamente, Vinci canta a la vida. Y su escultórica, cada una de sus piezas de potente carnatura, cada uno de sus planteos, constituyen en sí parte de esa identificación con estados y pasiones, por sobre la temporalidad que los marca.

Esta muestra que presenta en salas y jardines del Museo Municipal Eduardo Sívori, contabiliza parte del haber de toda una vida. Sin ser una antológica, exhibe algunas de las piezas que jalonan sus periodos más significativos. Junto a ellas, obras de reciente elaboración no expuestas con anterioridad, revitalizan el concepto -concepto que Vinci conoce y aplica- de rescatar el espacio.

J. M. Taverna Irigoyen

       

Detalles

Comienza:
26 noviembre, 2011
Finaliza:
20 febrero, 2012

Local

Museo Eduardo Sívori
Av. Infanta Isabel 555 - Frente al Rosedal
CABA, Buenos Aires Argentina
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