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Homenaje Miguel Bengochea

17 septiembre, 2015 - 25 septiembre, 2015

El 17 de septiembre Miguel Ángel Bengochea hubiera cumplido 70 años, su primer esposa la pintora Inés Oviedo recoge su legado para mostrarlo al público, junto con la galería Jacques Martínez.

Se organiza entonces, este merecido homenaje al artista, como parte de la generación que floreció en los años 70, que se debatió entre la promesa de un futuro poblado de utopías, una violencia real, los vaticinios de la muerte de la pintura y la certeza de que al menos empuñando un pincel irían en busca de una identidad propia.

En esos años Bengochea brillaba en sus carbones de fábricas humeantes y una especie de cubismo expresionista que recalcaba la intención de representar usinas y chimeneas, donde el hombre estaba ausente. A veces sus trabajos sufrían una especie de animismo y se vislumbraba algún monstruo  amenazante, aunque después fueran apenas hierros viejos abandonados.

Hacia 1977 Basilio Uribe escribía “Bengochea  pinta paisajes, pero aún en ellos prosigue el tema de la destrucción. Su coherencia como artista consiste en señalar la incoherencia del mundo donde le toca vivir. No es ya la bicicleta del Progreso derretida, ni el establecimiento burgués del juego de muebles estallado, sino el paisaje, que es y no es el de Mataderos, donde vive”.

Mientras que Raúl Santana -para una exhibición en la Galería Sandiego, Colombia en 1978- lo asocia desde lo formal a las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, cuando el Futurismo, incorpora a la máquina como imagen visual digna de ser el sujeto de sus obras.
Lo industrial forma parte de los nuevos paisajes humanos, urbanos y fabriles, como una segunda naturaleza que después sería evocada por otras corrientes que incluirán los materiales inorgánicos: cemento, hierro, vidrios, plásticos, como los cimientos básicos de este mundo, para bien o para mal.

“La pintura de Bengochea narra el momento de la fractura, nos da una visión de ese mundo industrioso, como si fuera una acechanza por momentos demoníaca” insistía el crítico.

Esa cisura y quizás la ausencia del hombre en aquellos trabajos provocan ahogo, como un  cuestionamiento mudo, una inquietud velada, eran los años 70 y ya no se celebraba la victoria de la máquina.

Aunque en aquellos tiempos grandes dibujantes se abrían camino en nuestro país, como herederos de un expresionismo de posguerra, con el hombre como eje central, Bengochea se vuelca a la figura recién hacia los años 80, con el nacimiento de su primer hijo.

Es entonces cuando se pregunta por sus raíces de padres inmigrantes y comienza indagar en la actitud humana, a partir del cuerpo, representando escenas muchas veces extraídas de fotografías.

“Sus personajes abundan en una ciudad cuyos ángulos son difíciles, escorzos de una realidad que no sólo esconde misterios bajo una arquitectura muy peculiar”, escribía Osvaldo Mastromauro.

Aunque la ciudad no esté representada, aunque sus personajes estén tirados al sol, hay algo nítidamente urbano en sus protagonistas. El pintor compone sus escenas casi cinematográficamente, con un dibujo bien calibrado a partir de líneas que construyen la anatomía en clave dibujística.

Muchos de estos grandes dibujos funcionan como bocetos de posteriores pinturas, un ejemplo de esto es la obra “Camarín” de 2x2m, distinguida con el premio adquisición del Salón Nacional en 2007.

Aunque sus figuras estén posando, como mirando a la cámara, “siempre hay algo a punto de suceder en sus cuadros, los personajes se arremolinan, la matriz del tiempo se congela en una escena cuyo planteamiento no es sólo riguroso, sino también inquietante”, advertía Mastromauro.

Una ambigüedad entre lo familiar y lo grotesco, la sátira y una carnalidad exacerbada por la mirada de un lente angular, que deforma la perspectiva, para desnudar la sordidez de rasgos sombríos, visiones ácidas que rondan lo onírico, veladas por una pátina de anonimato genérico.

De la nostalgia del hombre en sus paisajes fabriles de los primeros tiempos, al primer plano de las bambalinas, la lupa puesta para exponer gestos y actitudes de gente común, arquetipos cotidianos, vecinos que quizá en el diario trajín miramos superficialmente .

Hacia 1987  Álvaro Castagnino que también nos dejó hace poco, escribió: “El pintor, al exponer sus personajes nos hace cómplices, nos participa, nos ‘mete’, no nos deja pasar por alto ésta, su visión descarnada y dura pero profundamente humana, tal como Velázquez muestra sus enanos o el Goya de la serie negra. Con el ojo detenido cual si fuera fotográfico, Bengochea desnuda a sus personajes y nos pone frente a una realidad que, dramática y grotescamente, transmite ternura y profundo amor por esos seres que él señala con su pincel”.

Detalles

Comienza:
17 septiembre, 2015
Finaliza:
25 septiembre, 2015

Local

Jacques Martínez Galería
Avenida de Mayo 1130 4º G
Buenos Aires, Argentina
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