René Portocarrero
La especialista Adelaida de Juan, en su obra Pintura Cubana: Temas y Variaciones, refiere acerca de la obra de René Portocarrero:
«A partir de la década de 1940, surgen nuevas visiones de la ciudad. Además de la ciudad nocturna de Víctor Manuel, se inician los numerosos acercamientos que hace Portocarrero. Primero son los Interiores del Cerro, en los cuales el ornamento de la arquitectura y el mobiliario enroscan y engloban toda la composición, incluyendo la figura humana. Luego, en la década del cincuenta, ya es la ciudad toda y no sólo un barrio; paro es ciudad que se ha adelgazado y afinado hasta convertirse casi en plano arquitectónico. Su color es dedicado y triste y su esquematismo, mera sugerencia de una ciudad despersonalizada. En la década del sesenta resurge la exuberancia inicial de la línea y del color, pero ya no ceñida al Cerro sino en un despliegue total del color, gran síntesis de edificios, calles, estatuas y, sobre todo, la atmósfera misma de una ciudad reencontrada por el pintor.»
BIOGRAFIA
René Portocarrero. Una de las figuras cimeras de las artes plásticas de Cuba. Su universo pictórico comprende la creación de cuadros, ilustración de libros y revistas, diseños gráficos y los murales.
Nace en el capitalino municipio del Cerro, el 24 de febrero de 1912, y muere en La Habana el 7 de abril de 1985. Es el hijo menor de una familia numerosa, burguesa y acomodada que favorece sus tempranas aficiones artísticas. Desde muy pequeño muestra su vocación por la pintura.
Entre los cuatro y los trece años vive en una casa cerca del Paseo del Prado, donde se celebran las tradicionales fiestas de carnaval. Pinta incesantemente grandes paisajes del campo, a donde va a menudo durante su infancia y su adolescencia.
En 1923 Portocarrero expone por primera vez un paisaje en el Salón de Bellas Artes de la Asociación de Pintores y Escultores de La Habana.
En 1924 recibe algunas clases de pintura en la Academia Villate de La Habana. En 1926 matricula la asignatura de Dibujo elemental en la Escuela Nacional de Bellas Artes de San Alejandro. Su temperamento artístico no se adapta a esta clase de aprendizaje tradicional académico y sigue pintando por cuenta propia. Será en gran medida, como la mayor parte de sus contemporáneos, un autodidacta.
En 1930 Portocarrero se independiza económicamente de su familia y trabaja como oficinista en una compañía europea de turismo.
Es en la década del 30 que Portocarrero comienza a darse a conocer en los medios artísticos. En 1934 realiza su primera exposición personal en la sociedad Lyceum de La Habana. En 1935 participa en la Exposición Nacional de Pintura y Escultura, primer salón oficial convocado por una dependencia estatal, en el que también participan pintores de vanguardia como Víctor Manuel, Amelia Peláez, Carlos Enriquez y Fidelio Ponce. En 1936 expone en la sociedad Lyceum una colección de dibujos, a los que se dedica con preferencia durante estos años. En 1937, expone otra colección, esta vez de 13 dibujos, en la Exposición de Arte Moderno, resumen de diez años de trabajo de los artistas de la vanguardia cubana, patrocinada por el Municipio de La Habana. Colabora junto a Mariano Rodríguez en el Estudio Libre para Pintores y Escultores dirigido por el pintor y caricaturista Eduardo Abela, que pretendía transformar los métodos tradicionales de enseñanza artística de San Alejandro. Realiza obras con influencia mexicana: algunos óleos y Familia campesina, mural en la Escuela Normal para Maestros en Santa Clara.
En 1938 envía dos obras a la II Exposición Nacional de Pintura y Escultura. En 1939 escribe e ilustra el poema El sueño, el día que estalla la Segunda Guerra Mundial.
Sus dibujos se publican en las revistas Verbum -donde también publica un largo poema titulado Distante voz y signo- Espuela de Plata y Orígenes.
En 1940 realiza las viñetas para los catálogos de dos importantes exposiciones de arte cubano en la Universidad de La Habana: El Arte en Cuba y 300 años de Arte en Cuba. En 1941 pinta una serie de ángeles y mujeres con alas de mariposa. Ilusta dos libros: Enemigo rumor, de José Lezama Lima y Solo de rosa, de Brull. Además, realiza las viñetas del catálogo de la exposición Arte Cubano Contemporáneo celebrada en el Capitolio Nacional. En 1942 colabora con las revistas literarias Nadie Parecía y Clavileño.
Enseña dibujo libre hacia 1943 en la Cárcel de La Habana, en cuya capilla realiza una pintura mural titulada San Francisco de Paúl. Trabaja en las series de las Interiores del Cerro, Festines y Figuras para una Mitología Imaginaria que tuvieron gran peso a la hora de definir su estilo. También pinta dos cuadros para la Iglesia Parroquial de Bauta: Crucifixión y El entierro.
En 1944 pinta la serie de paisaje campesinos. Realiza portadas y viñetas en la revista Orígenes, dirigida por José Lezama Lima. Realiza su gran exposición personal, con 140 obras, en el Salón de Ciencias de la Universidad de La Habana.
En 1945 realiza la Serie de Brujos y viaja a Nueva York, donde permanece casi un año. En 1946 pinta una serie de óleos y dibujos a los que denomina Gestáltica. Viaja a Haití.
En 1947 aborda el tema de las fiestas populares en una amplia serie de pasteles. En 1949 realiza obras bajo la influencia de la abstracción e inicia un periodo que, con diversas variantes, se prolonga aproximadamente hasta 1953. En 1950 realiza un mural al temple en el edificio Esso, La Habana. Comienza a practicar la cerámica junto a Wifredo Lam, Mariano Rodríguez, Martínez Pedro y Amelia Peláez en el taller de Santiago de Las Vegas. Hará pequeños murales y losas, vasijas y vajillas.
En 1951 recibe premio por Homenaje a Trinidad en el V Salón Nacional de Pintura, Escultura y Grabado. Participa en la I Bienal de Sao Paulo. En 1952 comienza su serie de ciudades. En 1955 se edita Portocarrero. Máscaras. 12 dibujos con texto del pintor. Ilustra el libro de poemas Gradual de laúdes, de Ángel Gaztelu. En 1956 es premiada La Catedral en el VIII Salón Nacional de Pintura y Escultura.
En 1957 realiza el mural en cerámica Historia de las Antillas para el Hotel Habana Hilton y un mural en mosaico veneciano -Caridad del Cobre- y un Via Crucis (doce cuadros) para la iglesia de Baracoa. En 1958 viaja por Francia, Italia, Inglaterra y Holanda.
En 1960 trabaja en el mural en duco sobre hormigón Figuras de teatro, en el vestíbulo de la Sala Covarrubia del Teatro Nacional, en La Habana. Se organiza la primera exposición retrospectiva de Portocarrero (1933-1960)en la Biblioteca Nacional José Martí. En 1961 comienza su serie de Paisajes de La Habana. Es delegado al Primer Congreso Nacional de Escritores de Cuba. En 1962 pinta las Figuras de carnaval, las Mujeres ornamentadas y los Diablitos y Santos Populares. Concibe y comienza a ejecutar su gran Paisaje de La Habana (1962-1963). Ilustra los Cuentos Completos de Onelio Jorge Cardoso. En 1963 tiene lugar la exposición Color de Cuba. Exhibe además de los óleos con personajes populares pintados en el año anterior, Paisajes de La Habana, los dibujos llamados Interiores del Cerro, que serán el origen de su extensa serie de tintas titulada Figuras ornamentadas (1963-1964). Obtiene el premio Sambra, otorgado al mejor conjunto por el jurado de la Bienal de Sao Paulo. Esta exposición ratificó a Portocarrero como un valor ya establecido en la plástica cubana y reveló su vigencia y su contemporaneidad.
En 1965 asiste a su exposición personal en el Museo de Arte Moderno de Ciudad México. En 1966 expone la serie de 27 óleos Retratos de Flora, en una sala personal, invitado por las autoridades de la XXXIII Bienal de Venecia.
En 1967 se organiza la gran exposición retrospectiva, con más de 300 obras, en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. Comienza un mural en cerámica para el Palacio de la Revolución en La Habana que se inaugura el 1ro de enero de 1968. Realiza la serie 10 mujeres ornamentadas que integran elementos tomados de las carrozas del carnaval cubano y los adornos de las calles en días de fiesta. Ilustra la edición mexicana de Paradiso, de Lezama Lima.
Entre 1970 y 1971 realiza la serie Carnavales, con más de 200 caseínas sobre papel, a la que siguen otros ciclos: Figuras sedentes (1975-1977), Transfiguración y fuga y Madres eternas (1982).
En 1972 diseña los vitrales del restaurante Las Ruinas del Parque Lenin. En 1975 es nombrado miembro del Consejo Técnico Asesor del Ministerio de Cultura. En 1976 la República Popular de Polonia le confiere a Portocarrero la Orden de la Cultura, máxima condecoración otorgada a intelectuales extranjeros, y la República Popular de Bulgaria le concede la Orden Cirilo y Metodio de segundo grado.
En 1979 expone por primera vez los Carnavales en el Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana, así como en Polonia. Realiza el cartel representativo del Año Internacional del Niño solicitado por la UNESCO y la Asociación Internacional de Artes Plásticas, de la cual Portocarrero es Consejero de Honor.
En 1980 expone en el Museo de Arte Moderno de México. En 1981 comienza la serie que llamará Madres Eternas. Es condecorado con la Orden Felix Varela de primer grado que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba. En 1982 se inaugura la exposición Obras capitales de René Portocarrero en el Museo Nacional de Bellas Artes. Le es impuesta el Águila Azteca, la más alta condecoración mexicana. Expone su serie Transfiguración y fuga en la Galería Amelia Peláez del Parque Lenin. Entre 1982 y 1984 se realiza una exposición itinerante de cien obras de Portocarrero por varios países de Europa. En 1983 se exponen en el Museo Nacional de Bellas Artes obras de las series Transfiguraciones y Madres eternas.
La especialista Adelaida de Juan, en su obra Pintura Cubana: Temas y Variaciones, refiere acerca de la obra de René Portocarrero:
"A partir de la década de 1940, surgen nuevas visiones de la ciudad. Además de la ciudad nocturna de Víctor Manuel, se inician los numerosos acercamientos que hace Portocarrero. Primero son los Interiores del Cerro, en los cuales el ornamento de la arquitectura y el mobiliario enroscan y engloban toda la composición, incluyendo la figura humana. Luego, en la década del cincuenta, ya es la ciudad toda y no sólo un barrio; paro es ciudad que se ha adelgazado y afinado hasta convertirse casi en plano arquitectónico. Su color es dedicado y triste y su esquematismo, mera sugerencia de una ciudad despersonalizada.
En la década del sesenta resurge la exuberancia inicial de la línea y del color, pero ya no ceñida al Cerro sino en un despliegue total del color, gran síntesis de edificios, calles, estatuas y, sobre todo, la atmósfera misma de una ciudad reencontrada por el pintor."
En esa misma época, Portocarrero presenta prolongadas series de flores, de grueso empaste y rico colorido, que pasarán, como elemento integrado a composiciones más complejas como son las Cabezas ornamentadas, a las Floras y al mural de mosaicos del palacio de la revolución, donde flores, cabezas y caracoles se funden en una visión panorámica y poética de nuestra isla.
Pintores cubanos por Pedro Sarracino