Pablo Edelstein

Pablo Edelstein nació en Suiza en 1917 y falleció en Buenos Aires en 2010. Se crió entre Suiza y los Países Bajos. Con sus padres hablaba alemán y el primer idioma extranjero que manejó con fluidez fue el francés. Cursó sus estudios secundarios en Viena, entre 1930 y 1935, en la Theresianische Akademie. Siendo muy chico, ya conocía los principales museos del mundo. Su madre había estudiado Historia del Arte y lo llevaba a ver las principales colecciones de Ámsterdam, La Haya, Haarlem y Delft así como a otros chicos los llevaban al zoológico. Por mandato paterno, estudió Agronomía y durante varios años se abocó a las labores agropecuarias, pero nunca dejó de estudiar Pintura y Dibujo. En 1944 se estableció definitivamente en la ciudad de Buenos Aires, donde desarrolló su vasta actividad artística y docente. El arte, sin dudas, nunca dejó de hacer vibrar a Pablo Edelstein, hijo de la Europa ilustrada, campeón de esgrima y equitación, amante de la música y la lectura, pero a la vez baqueano de la pampa grande, padre amoroso, docente dedicado. Su educación formal en el arte empezó en Buenos Aires con los pintores Jorge Larco y Raúl Soldi y con el escultor Lucio Fontana, con quien mantuvo una larga amistad. A partir de 1946, acumuló distinciones, premios, exhibiciones y presentaciones en salones nacionales e internacionales. En 1947 realizó su primera muestra en Galería Müller, y a lo largo de su vida expusieron su obra las galerías Witcomb, Rubbers, Art Gallery, Martha Zullo e Isabel Anchorena, entre otras de Argentina, Alemania, Brasil, Italia y Uruguay. Muchas de sus obras están en poder de coleccionistas particulares. Expuso de manera colectiva e individual en Argentina, Uruguay, Brasil, España, Alemania, Austria, Reino Unido y Estados Unidos. Piezas monumentales y murales dejaron su sello en el espacio público. Trabajó por la jerarquización de la disciplina que tanto amaba, la cerámica. Fue Socio Fundador y Socio Honorario del Centro Argentino de Arte Cerámico.

Durante treinta y siete años fue un maestro generoso y entusiasta, que trabajaba codo a codo con sus alumnos. También transmitió su visión y sus técnicas en diversas escuelas nacionales de Bellas Artes de Argentina. Su matrimonio con Mercedes Rodríguez, “Nena”, superó las seis décadas y les dio dos hijos y, más tarde, nietos y bisnietos. En 1952, en la búsqueda de una actividad que fuese al mismo tiempo relacionada con la plástica y rentable, fundó una empresa para la fabricación de micro-azulejos, en la que aplicó la técnica de monococción de esmalte y bizcocho. De aquella época, queda como testimonio su obra La cascada (1962), un mural de más de diez pisos en la fachada del edificio sito en José Hernández y Arribeños, en el porteño barrio de Belgrano. Entre muchas otras distinciones, en 2006, las Jornadas Internacionales de Cerámica Contemporánea le rindieron tributo como invitado de honor. En 1992 recibió un Diploma al Mérito de los Premios Konex en Cerámica. Suma y culminación de estos reconocimientos, el Senado de la Nación le otorgó un Diploma de Honor por su aporte a la cultura en 2009. Art happens, dijo alguna vez Whistler. Y de ese milagro inexplicable la obra de Pablo Edelstein es fiel testimonio.

María Paula Zacharias