Lía Correa Morales
Lía Correa Morales (Buenos Aires, 1893-1975), pintora y dibujante, fue la primera artista plástica en lograr un lugar en el Salón Nacional, donde obtuvo el Gran Premio en 1924 y 1928. Hija del escultor Lucio Correa Morales, y la geógrafa, pintora y escritora Elina González Acha, en su hogar se desarrollaba una ferviente actividad artística e intelectual. Mujeres claves en el incipiente feminismo porteño, como Rosario Vera Peñaloza y Cecilia Grierson, la primera médica argentina, visitaban su casa con frecuencia.
En su obra, subvirtió los géneros del autorretrato y del desnudo –un tema históricamente vedado a las mujeres artistas–, colocándose a sí misma en el lugar de la modelo. Junto con su esposo, el escultor Rogelio Yrurtia, donó en 1949 su propiedad y legado artístico al Estado para crear el Museo Casa de Yrurtia. Pionera en la gestión cultural en el país, fue la primera mujer que dirigió un museo nacional.
BIOGRAFÍA
LÍA CORREA MORALES (Argentina, 1893-1975)
Pintora y dibujante. Pionera en el arte argentino.
Lía Correa Morales nació en Buenos Aires en 1893, dentro de un hogar donde se desarrollaba una ferviente actividad artística e intelectual. Su padre fue el reconocido escultor Lucio Correa Morales y su madre, la geógrafa, pintora y escritora Elina González Acha. Durante las tardes, Elina tomaba el té con la maestra Rosario Vera Peñaloza y con Cecilia Grierson, la primera médica argentina. Estas mujeres fueron figuras claves en el incipiente feminismo porteño.
Durante su infancia y juventud pasó mucho tiempo en el taller de su padre, donde comenzó a experimentar con el dibujo y la pintura. A los 24 años, se casó con Abel Espinosa Viale y se mudaron a la Patagonia. Tras dos años de matrimonio, su esposo murió abruptamente. Lía regresó a Buenos Aires, retomó su práctica artística y se reencontró con Rogelio Yrurtia, a quien conocía desde pequeña porque había sido discípulo de su padre. En ese momento, Yrurtia ya era un escultor reconocido.
En 1922, Lía viajó a Europa, donde vivió hasta 1929, en estrecho contacto con Yrurtia, quien en aquellos años se encontraba en Francia trabajando en el mausoleo de Rivadavia.
Ese tiempo de formación en Europa fueron los más prolíficos en su actividad artística, recibió premios, se formó con grandes maestros y expuso sus obras en el Salón Nacional y el Salón de la Société Nationale des Beaux Arts, donde las obras realizadas por mujeres no eran frecuentes.
De vuelta en Argentina, y tras el fallecimiento de Gertrudis, la primera esposa de Yrurtia, Rogelio y Lía se casaron en una iglesia del barrio de Belgrano; él con 57 años y ella con 43.
Lía transgresora
Lía incursionó en el desnudo, un tema que históricamente estuvo vedado a las mujeres artistas. Indagó en el género y trabajó de manera constante realizando dibujos y monocopias sobre el tema. Sin embargo, sus obras más reconocidas son los retratos de niños y de miembros de su grupo familiar.
En 1935 desafía las convenciones establecidas realizando un autorretrato en óleo al que llamó “Despertar”.
La investigadora Georgina Gluzman considera que Lía Correa Morales subvierte los géneros del autorretrato y del desnudo al colocarse a sí misma en el lugar de la modelo.
En paralelo a su interés por los desnudos, se interesó en las bailarinas, comenzó a estudiar sus movimientos, a plasmarlos en croquis y expuso varios de esos trabajos en la Dirección Nacional de Bellas Artes. Posteriormente, Yrurtia también se sintió atraído por la temática y se estableció un diálogo de obras entre artistas.
Lía directora
Yrurtia y Correa Morales compartieron intereses artísticos y se complementaron en la colaboración creativa. Vivieron juntos en la casona de la calle calle O ́Higgins entre Blanco Encalada y Olazábal hasta sus últimos días. Yrurtia supervisó la obra y la ornamentó con elementos iconográficos de la masonería.
Con su mobiliario completo y obras de arte, Rogelio Yrurtia y Lía Correa Morales transfirieron su casa al Estado Nacional y organizaron un museo que abrió sus puertas el 9 de julio de 1949. Tras la muerte de Yrurtia en 1950, Lía quedó a cargo de la dirección y se convirtió en una de las primeras mujeres en dirigir un museo de bellas artes.
Comenzó a ejercer con pasión la tarea de administrar el museo, aunque, dolida por la pérdida de su maestro y esposo, dejó atrás la producción de retratos al óleo, desnudos y monocopias. Ocasionalmente iba al Teatro Colón a realizar dibujos en lápiz sobre las bailarinas o retrataba a algún niño del barrio que se cruzaba en sus paseos matinales.
https://museoyrurtia.cultura.gob.ar/
Lía Correa Morales De Yrurtia (1893-1975)
Aproximación a su trayectoria
Lía, fue una de las seis hijas del maestro de escultores argentinos Lucio Correa Morales (1852-1923) y la científica y educadora Elina González Acha, una inquieta e inquietante mujer del novecientos porque expresaba sus criterios políticos y promovía el reconocimiento al derecho de votar sin discriminación por género.
En aquel tiempo -como sigue siendo en algunos hogares también en el tercer milenio-, aquellos padres trabajaban desde temprano, él en el taller y luego en las aulas; la madre también ejercía su profesión y al retornar, realizaban todas las tareas del hogar necesarias: el orden e higiene; la atención de los niños, preparación de alimentos y si fuera posible, recibir a los amigos o a ocasionales visitantes.
Se ha reiterado que entre esas personas estaban Francisco Pascacio Moreno, entre ellos Pancho Moreno y el estudioso de las ciencias naturales Eduardo Holmberg, quienes hablaban de sus aventuradas expediciones por territorios patagónicos. A Elina, la esposa y madre perseverante, la visitaban a la hora del té –a la inglesa, a las cinco de la tarde y con sabrosos scons-la primera médica argentina Cecilia Grierson y la primera maestra de maestras, Rosarito Vera Peñalosa. compañeros de aventuras y expediciones a los territorios. Entre las mujeres que compartían largas tardes de té y scons con Elina se contaban Cecilia Grierson -primera médica argentina- y Rosario Vera Peñaloza, maestra de las primeras maestras…
Lía, fue una de las seis hijas del maestro de escultores argentinos Lucio Correa Morales (1852-1923) y la científica y educadora Elina González Acha, una inquieta e inquietante mujer del novecientos porque expresaba sus criterios políticos y promovía el reconocimiento al derecho de votar sin discriminación por género.
En aquel tiempo -como sigue siendo en algunos hogares también en el tercer milenio-, aquellos padres trabajaban desde temprano, él en el taller y luego en las aulas; la madre también ejercía su profesión y al retornar, realizaban todas las tareas del hogar necesarias: el orden e higiene; la atención de los niños, preparación de alimentos y si fuera posible, recibir a los amigos o a ocasionales visitantes.
Se ha reiterado que entre esas personas estaban Francisco Pascacio Moreno, entre ellos Pancho Moreno y el estudioso de las ciencias naturales Eduardo Holmberg, quienes hablaban de sus aventuradas expediciones por territorios patagónicos. A Elina, la esposa y madre perseverante, la visitaban a la hora del té –a la inglesa, a las cinco de la tarde y con sabrosos scons-la primera médica argentina Cecilia Grierson y Rosarito Vera Peñaloza, maestra de las primeras maestras.
Bullicio infantil…
En ese hogar convivían los padres con las seis hermanas hasta que nació Lucio Abel, el benjamín y también llegaron dos primos huérfanos. En ese tiempo, la educación era prioridad y cada uno hablaba por lo menos un segundo idioma y estaba orientado hacia la educación por el arte, aprendiendo música instrumental
Vocación artística: obras y distinciones…
Desde 1912 se manifestaron las aptitudes artísticas de Lía y a los diecinueve años, envió obras al Salón Nacional que en ese tiempo sólo seleccionaba lo creado por los varones. Luego se casó con el farmacéutico Espinosa Viale y se trasladaron a Puerto Deseado (provincia de Santa Cruz), donde se generó una pausa en su producción artística. En aquel lejano lugar murió súbitamente su marido, se hizo la liquidación de la farmacia y ella retornó a Buenos Aires donde la esperaban sus padres, también sus pinceles…
En 1924 obtuvo el Primer Premio en el Salón Nacional de Buenos Aires y después del fallecimiento de su padre, necesitó viajar a Europa para conocer algo de aquella cultura artística que atraía a creadores de distintas latitudes. Estuvo viviendo en París, ese lugar donde había estado Rogelio Yrurtia hasta el año 1921. Allí participó en tres importantes salones y en 1928, envió trabajos al Salón Nacional y obtuvo el “Gran Premio”.
Década del ’30: retorno a la Argentina, matrimonio…
Regresó a la Argentina en 1930. Cinco años después, en la mansión que el escultor Yrurtia había comprado y renovado con tanto entusiasmo, tras una prolongada enfermedad falleció Gertrita, su esposa. Él había sido uno de los destacados alumnos del padre de Lía y volvieron a encontrarse –en ese tiempo ya los dos viudos- y al año siguiente -1936-, la pintora de 43 años y el escultor de 57 años decidieron casarse “a puertas cerradas” en la iglesia de Belgrano. Jornada tras jornadas se orientaron hacia el arte de vivir y convivir y cada uno desarrolló su obra con singular estilo.
Lía de Yrurtia -según se ha reiterado, tenía ojos oscuros y el cabello color castaño oscuro y se peinaba con un rodete-; realizaba las tareas del hogar y a pedido de distintas familias, había retratos; asistía a clases de dibujo en la Escuela Normal y en la Academia de Bellas Artes o al Teatro Colón para observar los movimientos de las bailarinas y hacer apuntes en lápiz. También disfrutaba cuando encontraba a niños caminando por las barrancas de Belgrano e intentaba que fueran a su casa para posar.
1950: Desprendimiento ineludible…
El 4 de marzo de 1950 falleció Yrurtia y como suele suceder, Lía Corrales Morales dejó de pintar y se dedicó a cuidar la herencia cultural que juntos habían generado. Siguió trabajando con sus alumnos de Dibujo. Allí, estaba el centenar de obras que pretendía quedaran en ese mismo lugar, convertido en museo para que lo visitaran personas de distintas latitudes. Se ha reiterado que son cincuenta y cuatro pinturas, treinta y nueve dibujos y siete monocopias.
Su último Vuelo…
Lía falleció en 1975 -la trágica década de violencia entre los argentinos, tiempo de guerra civil no declarada- y dos años después, durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires -en 1977-, presentó una exposición como homenaje a esa mujer que prefirió vivir sin estridencias, ser lumbre en ese espacio íntimo donde se percibía el equilibrio y la armonía que genera el arte de saber vivir y saber convivir.
Algún día, se buscarán más señales para elaborar otras claves y así quizás se pueda conocer algo más sobre su biografía aunque más allá de las palabras, están los signos que dibujaron sus pulsiones internas al orientar los movimientos de sus manos…
Nidia Orbea Álvarez de Fontanini / 2003.)
Santafesina destacada y reconocida por su labor en el área educativa y literaria. Un perfil colmado de recuerdos, fruto de precisa memoria, y un profundo amor hacia dos vocaciones: ser docente y mujer.
«Te voy a decir cómo veo esto a esta altura de mi vida: desde los 14 años hasta el año 2000, compartí la experiencia de ser mujer. Recorrí ese camino con mi amado amante que es Edgardo Rodolfo Fontanini. Su último vuelo fue el 1° de julio del año 2000. Por otro lado, cuando me pongo a pensar en cómo se va tejiendo esto del día a día -porque al final todos los días egresamos y salimos de una nueva actividad-, necesariamente tengo que reflejarme en la imagen de mi madre, de mi abuela.
«Lo más importante que puede suceder a un ser humano, sentirse identificado con su misión y a partir de ahí tratar de drenar su vocación».