Jorge Dager
Pintor venezolano, hiperrealista, bodegonista, conocido por el manejo forzado del close up dentro de la composición, creando obras en mediano y gran formato al óleo sobre tela. Inicia sus estudios en las artes plásticas bajo la orientación del Maestro José Mohamed, de quién aprendería la técnica y el oficio y la admiración hacia los grandes maestros de la plástica mundial, Posee estudios de orfebrería, esmalte sobre metal y escultura. En sus primeras obras Jorge Dager nos conduce a una de las tradiciones artísticas más importantes: la naturaleza muerta. Su pintura viene empapada de un gran realismo, de una refundación del tema con un reenfoque del objeto pictórico. Dager nos presenta las frutas como protagonistas, acompañadas de guacales y cuerdas que las contienen y atrapan. Años posteriores, estos elementos serán sustituidos por la representación del vidrio y el plástico, logrando llamar la atención, en esa etapa de “Transparencias”, de los críticos de la Unión Europea, quienes le otorgarían el Premio Internacional de Bellas Artes Salvador Dalí en Praga, República Checa, convirtiéndolo así, en el único venezolano con este honor hasta la fecha. La continua búsqueda e inquietud del artista lo lleva años después a representar al Caballo y la faena del campo, integrando por vez primera la figura humana en sus obras. Es una etapa de introspección, que refleja el mundo de vivencias personales que lo atan de una manera más activa con la Naturaleza. En esta época Dager forma parte del Proyecto International Solidarity for Human Rights, representando con su obra el artículo primero de la declaración Universal de los Derechos Humanos en Miami, Florida. Regresa a taller y comienza la aproximación hacia nuevos elementos de la contemporaneidad, a lo que Dager involucra las grandes esferas en su obra; y es así como se percibe el perfeccionamiento de la pincelada y el manejo de las luces. En la actualidad el artista Jorge Dager continúa afrontando nuevos lenguajes, combinando la pintura y escultura en su taller, e involucrándose de manera directa en todo el proceso creativo de cada una de sus obras.
BIOGRAFIA
Pintor y escultor Venezolano figurativo, con estudios de Pintura, Orfebrería, Escultura, Esmalte sobre metal y talla en mármol y madera.
World Prize Of Salvador Dalí Fine Arts May 2002.
De sus estudios iniciales de pintura, conoce la técnica y el oficio y la admiración por los grandes maestros de las artes plásticas mundiales, guías que le servirán para adoptar el Oleo, como único medio para su desarrollo artístico. A la pintura, se le suman estudios de orfebrería, esmalte sobre metal y escultura en mármol y madera, mostrando en la parte escultórica un dominio magistral.
En sus primeros trabajos de pintura Jorge Dager exaltó a una de las tradiciones artísticas más importantes: el bodegón, donde hace una refundación del sujeto con un reenfoque del objeto pictórico. Años más tarde, comienza a representar el vidrio e inicia la etapa de veladuras, en la que la representación de la transparencia es protagonista en sus obras. Esta etapa es reconocida por la Unión Europea de Críticos de Arte, que le otorgarían el Premio Internacional de Bellas Artes Salvador Dalí en Praga, República Checa, mientras se encontraba exponiendo allí. La continua búsqueda e inquietud y nuevos retos del artista, lo lleva a la representación del Caballo y a la faena del campo, integrando por primera vez la figura humana en sus obras. Es una etapa de introspección, que refleja el mundo de las experiencias personales que lo vinculan de manera más activa con la naturaleza. Esto lo compagina con su viaje por 3 meses a los EEUU como parte del Proyecto Internacional de Solidaridad por los Derechos Humanos (International Solidarity for Human Rights) representando con su obra el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en Miami, Florida. Culminada la obra recibe un reconocimiento y vuelve a Venezuela y en taller desarrolla nuevas obras con elementos de la contemporaneidad, en los que comienza a representar grandes esferas de en sus composiciones; sin abandonar el close up forzado característico de sus primeros trabajos. Se percibe el refinamiento de la pincelada, el manejo de las luces y una depuración en su trabajo. Caracas cumple 445 años y el artista asume la intervención de El León de El Hatillo, una pieza tamaño natural que lo acerca a la escultura, un nuevo lenguaje que tomaría años después de la mano. En los próximos años recibe la medalla conmemorativa del Bicentenario de la Muerte del Generalísimo Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, en su única clase. Igual que Goya, Dalí, Manet, Picasso en su tiempo, Dager desarrolla 3 obras en taller del ambiente taurino, enfrentándose a la figura humana de una manera importante, combinando en sus pinceladas el expresionismo y el hiperrealismo. Simultáneamente comienza la talla en madera a la manera antigua (cincel y gubia) y hace su primera gran escultura en gran formato llamada Hades, llevándola posteriormente a bronce. En sus más recientes trabajos, el artista vuelve a sorprendernos, coqueteando con el Pop Art a través de la inclusión de marcas como elementos importantes en la composición, y es así como nace la primera obra de este estilo llamada “La Guerra de las Colas” nombre publicitario directamente vinculada a la guerra de años de 2 importantes marcas de refrescos.
Con más de 30 años de carrera artística, Dager continúa su trabajo en taller como pintor y escultor, enfrentando nuevos retos y participando directamente en todo el proceso creativo de cada una de sus obras.
Exposiciones Individuales
1994 Natura Morta: Hiper-realización del objeto, Galería Díaz Mancini, La Castellana, Caracas, Venezuela.
1997 En el Huerto. Exposición monográfica de Jorge Dager, Los Espacios Cálidos, Ateneo de Caracas, Caracas, Venezuela.
1999 Composiciones en el Huerto, Museo de Las Américas, Viejo San Juan de Puerto Rico, Puerto Rico.
2001 Pomarius, featuring the artist Jorge Dager, Grand Bay Club, Key Biscayne, Miami, Florida, EEUU.
2002 Jorge Dager, Galerie 33, Praga, República Checa.
2006 Agora Nova-Jorge Dager, Galería Universitaria Braulio Salazar, Universidad de Carabobo, Valencia, Edo. Carabobo. Venezuela.
2008 Jorge Dager: Tropos y Trópicos, Avenue Art Gallery, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2011 Jorge Dager: Equus Novus, Avenue Art Gallery, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2013 Jorge Dager: Novus Perlucidus, Museo de Arte + Diseño Miami Dade College, Miami, EEUU.
2014 Jorge Dager: Splendor Varietatem, Los Angeles, California
Exposiciones Colectivas
1994 Galería Díaz Mancini, La Castellana, Caracas, Venezuela.
1994-95 Realismo[S], Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu, Maracay, Edo. Aragua, Venezuela.
2000 Galería Art Tres, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2001 Galería Art Tres, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2001 Galería La Cuadra, Cuadra Creativa, Los Palos Grandes, Caracas, Venezuela.
2001 Galería Art Tres, Caracas, Venezuela.
2002 Artistas venezolanos celebran los 70 años del Ateneo de Caracas, Los Espacios Cálidos, Ateneo de Caracas, Caracas, Venezuela.
2003 FIA XII, Feria Iberoamericana de Arte Caracas, Caracas, Venezuela.
2004 FIA XIII, Feria Iberoamericana de Arte Caracas, Caracas, Venezuela.
2004 3era. Gran Colectiva de Arte de Maestros Venezolanos, Magnum City Club, Caracas, Venezuela.
2005 FIA XIV, Feria Iberoamericana de Arte Caracas, Caracas, Venezuela.
2005 Gallery Art Avenue, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2005 Caracas Country Club, Caracas, Venezuela.
2005 Museum of Latin American Arts´s, Long Beach, California, EEUU.
2006 Gallery Art Avenue, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2006 Artistas galardonados con el Premio Internacional "Salvador Dalí" (itinerante), Milán y Verona, Italia.
2006 Auction 06 Contemporary Latin American Art, Museum of Latin American Arts´s, Long Beach, California, EEUU.
2007 Gallery Art Avenue, Las Mercedes, Caracas, Venezuela.
2009 “Les Couleurs Du Monde” Le Richemond, Geneva, Suiza.
2011 Jorge Dáger: Preámbulo, Avenue Art Gallery, Las Mercedes, Caracas, Venezuela. 2013 Archelaos Art Design, Miami, EEUU. 2014 Aloft Brickell, Miami, FL. 2014 Whites Art Gallery. Miami, Florida 2017 SCOPE Miami Beach. International Contemporary Art Show. Miami Art Design, Miami, EEUU. 2019 «Equus Figurativo», Mochuelo Art. Caracas, Venezuela. 2020 «Animalia, Reino Figurativo», Mochuelo Art. Caracas, Venezuela.
Reconocimientos
2002 World Prize Of Salvador Dalí Fine Arts May 2002. Praga, República Checa.
2006 Participación MoLAA, Museum of Latin American Arts`s, Long Beach, California, EEUU.
2012 Reconocimiento por “El León de El Hatillo” para el Aniversario 445 de Caracas. Alcaldía Municipio de El Hatillo, Caracas, Venezuela
2012 Se une a la International Solidarity for Human Rights con la ejecución de su Obra “Libertad” y forma así parte de la “Ruta de los Derechos Humanos”. Miami Dade College. Miami
2016 Medalla Conmemorativa del “ Bicentenario de la muerte del Generalísimo Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez” única clase. Caracas, Venezuela.
2019 Premio Nacional José Antonio Dávila del CIANE Círculo Internacional de las Artes, Nueva Esparta Margarita. Vzla
Subastas
2003 Subasta 94 de Arte Contemporáneo, Casa de Subastas Odalys, Caracas, Venezuela.
2005 Art Auction (Subasta de arte MoLAA), Museum of Latin American Arts´s, Long Beach, California, EEUU.
2005 al 2013 Fundana, Ciudad Banesco, Caracas, Venezuela.
2008 Aires de Esperanza. Galería Freites. Caracas, Venezuela.
2012 El Arte al Rescate. Caracas, Venezuela.
2013 Arts en Pointes. Arts Ballet Theatre of Florida. North Miami Beach, Florida.
2103 Da tu Primer Paso. Centro de Terapia Integral de Venezuela.
2014 Footsteps To Freedom. December. Art exhibition in Art Basel 2014. Miami, EEUU.
BIBLIOHEMEROGRAFÍA.
.- V/A, Jorge Dáger: Bodegones y naturaleza según Jorge Dáger, en Siete Maestros de la Pintura Venezolana, Platinum International Art Foundation, Armitano Editor, Caracas, 2007, pp. 140-181.
.- Mango verde-maduro-pintón Armando Bellosos Clemente y Rafael Belloso Clemente Editores, Caracas, 2013, pp. 184 – 186 – 187 -188 – 189.
Catálogos
Milagros Bello, Natura Morta: Hiper-realización del objeto, Galería Díaz Mancini, La Castellana, Caracas, Venezuela, 1994; texto publicado en el Suplemento Cultural de Últimas Noticias, Caracas, 25/09/1994, p. 15.
Anna Gradowska, En el Huerto. Exposición monográfica de Jorge Dager, Galería Los Espacios Cálidos, Ateneo de Caracas, Caracas, Venezuela, 1997.
Anna Gradowska, Agora Nova-Jorge Dager, Galería Universitaria Braulio Salazar, Universidad de Carabobo, Valencia, Edo. Carabobo. Venezuela. 2006; texto y fotografías publicadas en la revista dominical Letra Inversa, Notitarde, 09/08/2006, pp. 3-5.
Carlos Maldonado-Bourgoin, Tropos y Trópicos, Avenue Art Gallery, Las Mercedes, Caracas, Venezuela, 2008.
Carlos Maldonado-Bourgoin, Equus Novus, Avenue Art Gallery, Las Mercedes, Caracas, Venezuela, 2011.
Revistas
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Gioconda Rojas y Jorge Alejandro Salas: “Llanero del Pincel”, revista Pandora, 1994. p. 6.
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S/F, “Espléndida cosecha”, Elite, Caracas 20/04/1997, p. 61.
S/F, “Jorge Dager, realismo simbólico”, A Couch of class, Caviar, Año 3, Nº 25, agosto-septiembre 1999.
S/F, “Los Bodegones de Jorge Dáger”, Arte, Decor Art, Nº VI, Caracas sept-octubre 1999, pp. 38-43.
Livia Pereira, fotografia Ricar-2: “Ingenios: Jorge Dáger (entrevista)”. Ocean Drive, Vol. 2, Nº 5, junio-julio 2001, pp. 122-125.
S/F, “Obra de Jorge Dáger, Naranjal II”, Exceso Núm. 2, Cocina y Vino.
Evan Romero, fotografías Contratipo. “Jorge Dáger: Bodegones contemporáneos”, Too Much, oct.nov 2002, pp. 18-19.
Natalia Matamoros: “Jorge Dáger. Un artista en toda su extensión. Único venezolano en adjudicarse en premio de pintura Salvador Dalí (entrevista)”, El Vocero, Abril 2003, Año VIII, Edición 75, portada, pp. 4-5.
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S/F, “Jorge Dáger: Naturaleza viva. Sección Por amor al arte”, Club, Vol. 3, Nº 11, mayo-julio 2003.
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Beatriz Álvarez: “El Hiperrealismo de Jorge Dáger”, Sambil, Año 6, Nº 50, abril-mayo 2004, pp. 98-100.
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S/F. “Soraya y Jorge comparten el arte y la vida”. Por amor al Arte. Pasajes, revista institucional de Santa Bárbara Air Lines, 4ta. Edición, 2005, pp. 22-23.
Lunes Rodríguez Coronel: “Hiperrealismo de Jorge Dáger en la Galería Universitaria Braulio Salazar”, ABC de la Semana, Letras Vivas, Valencia del 14 al 21 de junio del 2006, p. 26.
S/F. Inaugurada la exposición “Agora Nova”. El artista Jorge Dager en la Galería Universitaria Braulio Salazar, El Carabobeño, Valencia 24 sw junio del 2006, p. B/9.
Lucero Uribe, fotografías Francisco Gómez: Un Brochazo Nacional. Genio e Ingenio. Club, Edi. 5.
Carlos Torres. Museum of Latin American Art, Latin Business Winter, Culture, Octubre, 2005.p. 34.
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S/F. “ Las propuestas artísticas de bodegones..., Hábitat Plus, Edición aniversario, Año 2, Edición 8, Mes 7, 2008.
S/F “ Arte que une corazones” Revista Ocean Drive. Caracas, Venezuela.
S/F Arte en grande para los chiquiticos. Revista Estampa 31 / 08 / 2008
S/F “Jorge Dager. Inquieto Investigador “. Revista Artefacto 2011
S/F. Jorge Dager. Equus Novus, para satisfacción propia. Revista Caras. Caracas, Venezuela.
S/F Osadas Propuestas. Revista Habitat Plus. Caracas, Venezuela. 2014.
S/F Especial 8 personalidades. Revista Velvet Caracas, Venezuela. 2016.
S/F Jorge Dager “Soy un artista de retos. Revista Avior Air # 48. Caracas, Venezuela. Dic 2018
Periódicos
Ana María Hernández: “La ricura de la fruta a través del lienzo”, El Globo, Caracas, 22 de septiembre de 1994.
Milagros Bello. “ Jorge Dager: Natura Morta – Hiper realización del Objeto. Periódico Últimas Noticias. 25 / 09 / 04
E. A. Moreno Uribe: “El realismo que subvierte la realidad. Una exposición para festejar los 28 años del Museo Mario Abreu de Maracay”, El Mundo, 1994.
Milagros Bello: “Jorge Dáger: Naturaleza en primer plano”, Plástica, S/F.
Nelly Gómez, fotografías César Palacios: ¡En el Huerto!, Sociales, El Mundo, Caracas, 22/04/1997.
Robert Andrés Gómez: “En el huerto se pintan frutas. Jorge Dager expone en los Espacios Cálidos”, El Universal, Caracas 30/04/1997.
Ana María Hernández: “Frutas y rostros para ver la realidad. Jorge Dáger versus Lydia Fisher”, El Globo, Caracas 31/05/1997, p. 24.
S/F.” Frescura del Huerto”, Exposiciones, El Nacional, Caracas, 1997.
S/F, Museo de las Américas, El Star, San Juan de Puerto Rico, 30/09/1999.
S/F. “Se realizará la segunda subasta de arte a beneficio de Fundana”, El Nacional, Caracas 04/06/2006.
S/F. “ Aire de Subasta con los grandes “. Dubraska Falcón. El Universal. Caracas. 03 / 10 / 2008
S/F. Mayela Gonzalez. “ Los Bodegones de Dager “. Semanario Quinto Dia. Octubre 2008
S/F Tropos y Trópicos de Jorge Dager. Periódico El Universal. 18 / 10 / 2008
S/F Tropos y Trópicos de Jorge Dager. Periódico El Nacional. 18 / 10 / 2008
S/F “ Equus Novus “. Periódico El Universal. 16 / 11 / 2011
S/F Dubraska Falcón. “ Jorge Dager buscó la exactitud para capturar sus caballos “. Periódico El Universal. Noviembre 2011
S/F Paleta Hiperrealista. Equus Novus. Periodico El Nacional. 27 / 10 / 2011
Doral Family Journal.. Jorge Dager “ Una voz por los Derechos Humanos. Octubre 2012
S/F El Realismo Fotográfico de Jorge Dager. El Nacional, Caracas, Venezuela. 28/08/13
S/F.” Jorge Dager pinta frutas con un Realismo Fotográfico”. Carmen Victoria Mendez. El Nacional, Caracas, Venezuela. 28/08/13
S/F. El Realismo fotográfico de Jorge Dager. El Universal. México y Venezuela. Agosto 2013
S/F Miami Dade College presenta "Modus Perlucidus" del artista venezolano Jorge Dager. El Diario de Caracas. Agosto 2013.
www.pintorjorgedager.com
@jorgedager
[email protected]
Soraya Gabaldón
Dir. Mochuelo Art
Galería. Caracas, Vzla
JORGE DAGER: Equus Novus (pinturas)
Jorge Dager titula su más reciente muestra Equus Novus. La exposición reúne un grupo de trabajos de los dos últimos años, vívidas imágenes de hoy que pudieran estar enganchadas en el tiempo a la infancia guariqueña del artista, con todo el borbotón de sensaciones que lo definen en carácter, personalidad y temperamento. El caballo ni es novedad, ni es moda en Jorge Dager, es parte de su propia cultura y sensibilidad, pero estos caballos que pinta sí lo son.
En el transcurrir de la vida rural del que será artista, un percance a caballo pudo cegar su vida, quedando prevenido de no meterse con esos animales por larga temporada. Pero Dager hizo caballos, los pintó y los colocó entre sus amigos, trabajos que no llegó a catalogar ni a exponer, entre tanto imaginaba y magnificaba el cuerno de la abundancia en sus Bodegones para celebrar a la Naturaleza Tropical obsequiosa.
El caballo, siempre el caballo ha estado asociado a la historia del hombre. Palabras como mariscal o conde se relacionan a los responsables de cuidar, gritar y llamar los caballos para defender la ciudad o el reino. Cabalgan en la mitología, en la historia y por nuestras mentes caballos famosos como Janto, Bucéfalo, Babieca, Rocinante y Palomo… que fueron de Aquiles, Alejandro Magno, El Cid, El Quijote o El Libertador.
Francisco de Miranda, el primer crítico de arte, hizo comentario muy acertado de los corceles fundidos sobre la puerta mayor de la iglesia de San Marcos en Venecia. “…se ven cuatro caballos de un bronce superfino, tamaño natural, que es la mejor de cuantas producciones del arte se ven por allí. ¡Oh qué bellísimas figuras! ¡No se harta uno de verlas! ”. (Diario de Viajes, Venecia 15 de noviembre de 1785). Tan admiradas y deseadas fueron esas esculturas, que Napoleón se los llevó a París y tuvieron que ser devueltas a la ciudad de los canales al derrumbarse el imperio.
“El caballo es arquetipo fundamental inscrito en la memoria de la humanidad”. El caballo guarda una lata, poderosa y profunda asociación a creencias, mitos y leyendas. El caballo es mitología, simbología, esoterismo, pero también puede ser simple y llana cotidianidad llevada a la sublimación.
No encontraremos lecturas de caballos arquetipales o caballos simbólicos en la muestra de Jorge Dager. No veremos los Pegasus de Anibal Carraci ni de Melville, entre otros grandes maestros de la pintura. Quizás ciertas claves heráldicas y épicas hallaremos en obras como Cabriola o Libertad; pero no es oportuno meter espuelas a nuestra capacidad para imaginar y fantasear. El trabajo de Dager es puro realismo, que él mismo lo ha definido en varias entrevistas: –Como me gusta la realidad, pinto la realidad–.
Nuestro artista titula su nueva exposición Equus Novus, referido al Equus ferus caballus, que traducido del latín quiere decir “Caballo Nuevo”, antónimo en sentido y título a la internacionalmente conocida página musical de Simón Díaz. Los caballos son las novedades artísticas de Jorge Dager, imágenes redimensionadas que se unen al pasado del artista, junto a su presente y futuro. De este nuevo género de Dager se han de decir muchas cosas, son obras excepcionales.
Nuestro artista revivió todo ese mundo de vivencias personales que lo atan de una manera más activa con la Naturaleza, al retomar el ejercicio ecuestre como deporte. En la selección de 15 obras Jorge Dager observa y exalta a los seres junto a los objetos que le ameritan tiempo, recursos y cuidados. Sus afectos nuevos amén de los mangos, lechosas, caimitos,… tienen nombre propio Davinci, Era, Artemisa, Zobeida,…, también los implementos que usa para ir a pasear con ellos.
Al respecto, escribe: “El pincel y el Caballo, ambas bestias difíciles de domar y comprender, pero la paciencia, amor y pasión llegan a encauzar toda la fuerza y la furia en amistad y belleza”. Firma: Jorge Dager.
Hagamos un recorrido por algunas obras significativas de la exposición:
Abre la muestra Nocturnal, en la portada del catálogo, obra tenebrista de gran formato que resume y compendia el repertorio plástico de Jorge Dager. Esa capacidad de poder plasmar en una tela tonalidades mayores a través de sus observaciones. Con resolución y dominio, por entre el manto de la oscuridad, el artista resalta la cabeza del caballo al filo de la noche.
En Al horizonte, 2011, deliberadamente inconclusa, Jorge Dager al centro de la obra pone enfático acento en el ojo de la yegua, que refleja el paisaje deformado en el globo ocular. Toda una amistosa compañera es Era a la que el artista homenajea, acaso recordando la celebrada obra El Matrimonio de Van Eick.
Un canto a la vida es Artemisa, la hija de Era, Dager celebra su nacimiento. Propone el tema con un plano general a base de colores amarillos y ocres, capturando y logrando la mirada sorprendida de la potrilla entre la suavidad de su pelambre bañada por la luz.
Atmósfera de sigilo y de misterio encontramos en Luz de luna, 2011, el caballo asoma curioso y vigilante el hocico. A la izquierda, la madera, las bisagras y el pasador del portón de la caballeriza. Impone al espectador la noche y la mirada de un ser que casi transpira y resopla. También en Davinci, 2010, Jorge Dager en su veracidad le falta hablar al animal. Fondea la obra en hojilla de plata y se concentra en la lasitud de las crines, la mirada vigorosa y joven del caballo, la suavidad de sus belfos y los detalles de la jáquima.
Zobeida, 2011, es una reminiscencia a la sangre de la yegua y a los orígenes propios del artista. La corporeidad del fino animal la definen las frondosidades de la cola y de las crines, junto a la finura de sus patas y cascos. Equilibra la composición un arco, a la derecha, y una clave o un referente a la izquierda, la ventana de celosía originaria la cultura árabe, berebere y marroquí.
En el 2010, Jorge Dager anuncia discretamente su nuevo tema para la siguiente exposición. Los primeros acercamientos los hace con objetos ecuestres, expuestos en la presente selección Mi silla de pico, Ecoffey, La silla de Arturo… Los avíos e implementos de Jorge Dager con enfoque hiperrealista tienen mucha carga y atracción. La obra El colgadero del Castaño, resume un mundo de querencias y de presencias que tienen los objetos personales para el que monta a caballo. Cuelgan del clavo frenos, hebilla, espuelas y herradura.
En la obra La Faena, 2011, hay explícito homenaje y llamado a formas tradicionales del campo, las significa y detalla para que queden en la memoria. Por primera y única vez, aparece el hombre en la exposición, vestido de chaqueta de cuero, unas chamarras o chaparreras, y sombrero negro de jinete moderno. Es posible ver en la obra un manejo diestro de los planos al anteponer el alambrado a la escena que está inmediatamente atrás y que el artista quiere resaltar.
Escribí para la exposición Tropos y Trópicos de Jorge Dager que en sus Bodegones el artista seleccionaba, componía y recomponía objetos reales, enfatizando el detalle, desde ángulos deliberadamente forzados. En el arte de Jorge Dager hay un afán de perpetuar instantes de la realidad natural. El paso del tiempo ha sido postergado, el relato se detiene para poder ser visto bien. No es hiperrealismo de la Metrópolis, que pormenoriza los objetos masivos de consumo… En la obra de Dager, por el contrario, están fijadas nuestras memorias de la vida rural y semi-rural, están las imágenes junto a los sabores y los olores, las vivencias que nos atan a la Madre Tierra.
La pintura de Dager tiene un tono poético afectivo emocional muy personales, tonos que tocan claves visuales y sensaciones neurolingüísticas. En Equus Novus es posible encontrar un lenguaje pictórico en constante cambio y en el que enfatiza varios registros. Jorge Dager es artista de deslumbramientos y renovaciones, considera un estancamiento la búsqueda de lo perfecto por el perfeccionismo en sí.
En esta exposición de Jorge Dager hay mucho, mucho más verismo de verdad, sin artilugios ha ido a lo esencial con un trabajo que busca más allá de la naturaleza, y encuentra por observación revelada lo eminentemente metafísico. Jorge Dager ha reunido obras donde palpita la inteligencia del Equus Novus. Hay creencias, cultos antiguos, filosofías y religiones que confieren alma al caballo, entre los seres vivos e inteligentes del universo.
Para concluir citemos a Alberto Arvelo Torrealba en Coplas al Cancionero, que dice en uno de sus versos: “En mi caballo tordillo / que compré con nobles reales / recordé en los chaparrales / tu verso, Pedro Sotillo. Me hincó su amargor sencillo / la espina de tu cantar. Hoy te mando a saludar / desde el medanal inmenso / por donde anda lo que pienso, / cuando me pongo a pensar”.
Caracas, 25 de agosto del 2011
Carlos Maldonado–Bourgoin
Asociación Internacional de Críticos de Arte
AICA, Capítulo Venezuela
En el Huerto
Exposición Monográfica de Jorge Dager
A Jorge Dager le fascinan las frutas. Las representa gigantescas y esplendorosas en su Saludable aspecto. Parece, que les falta solo la fragancia. Su minuciosa descriptividad causó que algunos críticos hayan visto en ellas una expresión de hiperrealismo. Y probablemente, las primeras composiciones del joven pintor podrían sugerir este juicio.
Como lo explica el Diccionario de Arte, el nombre de Hiperrealismo corresponde al movimiento pictórico y escultórico, especialmente difundido en Gran Bretaña y los Estados Unidos a partir de finales de la década de 1960, en que los temas son representados con una exactitud de detalle minuciosa e impersonal. Superrealismo y Realismo fotográfico son denominaciones alternativas, y algunos artistas que practican este estilo (…) trabajan, de hecho, a partir de fotografías, tratando con igual agudeza y precisión de detalle todo el cuadro (excepto cuando se registran fielmente efectos desenfocados de la fotografía).
Las obras de Jorge Dager representan las bien organizadas agrupaciones de frutas tropicales, tratadas con un gran realismo; las mismas frutas que el artista conocía y apreciaba desde su niñez, pasada en gran parte en una finca familiar Guariqueña; pero también representan otras especies frutales, las menos conocidas, ya en extinción.
Estas robustas y apetitosas naranjas, lechosas, cocos, caimitos y semerucos, a veces vistos muy de cerca, o en un corte compositivo parcial, lo que exalta su aspecto desmesurado, son representados en su rica y sensual materialidad de texturas; podemos apreciar sus pieles lisas y brillantes, o al contrario, porosas y ligeramente manchadas; algunas frutas aparecen abiertas, para permitir a una mirada curiosa penetrar sus gelatinosas partes internas, generosamente bañadas por la luz del trópico. Indudablemente, estas imágenes son realistas.
Pero ya las primeras composiciones de Dager, tímidas todavía, si se les compara con las posteriores, magnifican a estas frutas, prestándoles una gran vitalidad dinámica, unida a una voluminosa sensualidad; rasgos que no pueden caracterizar a una descripción objetivista impersonal, la que corresponde al hiperrealismo.
Además, con el tiempo, a nuestro pintor ya no le resulta suficiente representar la imagen magnificada de sus frutas, como lo hizo en sus primeras obras. Al lograr un mejor dominio del pincel y la mayor consciencia de sus mismos deseos, pretende ahora: hacerlas prisioneras, pero de tal manera, que se podría verlas.
En este intento, primero las encierra en los cajones de madera, que a través de sus amplias aperturas permiten ver su inmovilizado y vulnerable contenido. Y un poco más tarde; se le ocurre envolver a las frutas en un plástico transparente; pero esto tampoco le satisface, y últimamente ya las coloca en las jarras y en los potes de vidrio; que las separa con su transparencia distorsionante del contacto inmediato con nuestra mirada.
Así las siento más mías – dice, riéndose el pintor; puedo verlas, tocarlas con mi pincel, presionarlas, y sé que están aquí tranquilas y seguras.
Todos estos envoltorios no fueron planificados de antemano. Simplemente, una idea conduce espontáneamente a la otra: el mismo Dager no sabe todavía, cuál será su próximo planteamiento. Es algo que se me ocurre por impulso, sin razonamientos premeditados, explica, y la realización de esta repentina necesidad interna me tranquiliza. Así siento que esas frutas ya no pueden desaparecer, que nadie me las va a quitar.
Yo las veo como a unas debilidades, confiesa en voz baja; para mí, ellas representan un gran poder creativo; nos alimentan, convirtiéndose en nuestra propia carne, haciéndonos vivir y crecer. Es un proceso maravilloso. A la vez, ¡son tan sanas, tan bellas y fuertes! Me parece, que ellas sintetizan la riqueza de todo el mundo natural.
Esta confesión nos demuestra, sorpresivamente, a Jorge Dager como continuador tardío de algunas ideas del Romanticismo, siempre vivas todavía, según varios autores contemporáneos. Según Robert Rosenblum, por ejemplo, (…) hay infinidad de ejemplos en que los nuevos conceptos, emociones y estructuras del arte romántico han penetrado de manera bastante inconsciente en el repertorio de incontables artistas del siglo XX.
En su comentario sobre los elementos románticos en la obra de Paul Klee, Rosenblum afirma que: acaso la más intensa revelación de estos misterios se dará en el mundo de las plantas, árboles y flores, que brindaba, como a tantos románticos, metáforas de los secretos de la vida. Por ejemplo, una de sus ideas pictóricas es “un manzano en flor, sus raíces, la savia ascendente, sus semillas, la sección transversal de su tronco con sus anillos anuales, sus funciones sexuales, el fruto, el corazón de sus simientes”. Es una descripción que, con su combinación de exactitud botánica y sentido de lo milagroso del crecimiento orgánico, corresponde a una recurrente actitud romántica que puede rastrearse desde Runge y Palmer a través de van Gogh, Nolde y, como veremos, incluso Mondrian.
Adolf Grimme define al romanticismo como el abrirse paso a través de lo que él denomina “los extractos vegetativos del alma”; el preconsciente, antes que el subconsciente. El preconsciente incluye a la imaginación.
Fritz Strich, analizando en el campo de la literatura romántica la idea de la permanencia eterna, siempre deseada por el hombre, indica que ella existe en la perfección y también en la infinitud. La perfección anhela la quietud. La infinitud – el movimiento y el cambio. La perfección es cerrada, la infinitud – abierta. La perfección es clara, lo infinito – tenebroso. La perfección persigue la imagen, infinitud – el símbolo.
Creo que en cierta medida, ambos elementos existen y se complementan en la obra de Dáger. Sus frutas, inmovilizadas en el tiempo y en el espacio, expresan con su quietud perfecta una realidad natural ya convertida en una hierofanía, en lo Sagrado; a la vez, esta misma quietud, lograda a través de todos los medios imaginativos accesibles al pintor, siempre cambiantes y emotivos, es su respuesta simbólica a la parte insegura y desafiante de la realidad que nos rodea.
Dager no quiere aceptar la idea de la supuesta muerte del arte, pronunciada por muchos pensadores contemporáneos. Tampoco le agradan los pronósticos desafiantes sobre el vacío ideológico que se esta abriendo frente a nosotros, como un precipicio sin fondo. Afirma, que el mismo, como muchos otros representantes de su generación, no pueden todavía definir sus metas, pero creen, que sus búsquedas pluralistas e inquietas si tienen sentido, y que en algún momento, quizás no tan lejano, todo se les va a precisar. La vida sigue adelante, dice con optimismo.
La consciencia individual de la artista siempre forma parte de una consciencia social más amplia. Una breve revisión de las tendencias del momento nos permite ver, que en todas partes de la América Latina nacieron diversas corrientes artísticas que buscan significaciones subjetivas más profundas detrás de las formas, desligándose de la política y de las tradiciones vanguardistas.
Varios autores subrayan el regreso triunfal de la pintura de caballete. Mariana Figarella escribe al respecto: Muchos de los jóvenes que se inician como dibujantes, se abrirán paso a la pintura. Una de las características más resaltantes de la década será la vuelta a ese medio. Este regreso no es gratuito y, aunque a la larga repercutirá favorablemente en el medio plástico venezolano, en sus inicios se evidencia como fenómeno mimético, en relación a lo que está pasando en los grandes centros de arte internacional.
Milán Ivelic y Gaspar Galaz también reflexionan sobre la revaluación general del acto de pintar, que se siente en Chile desde los finales de la década de los años 1970. A la vez, observan que la generación joven: optó por replegarse en la interioridad del yo, tomando distancia de las generaciones anteriores. Fue como empezar todo de nuevo, valorando el carácter poético de la creación artística y revalidando la reposición del artista como pintor.
Carolina Ponce de León comenta la difícil situación general en Colombia, caracterizada por el narcotráfico y la violencia, y acompañada por la debilidad del Estado; situación que, según sus criterios, contribuyó a la politización general de las propuestas del arte. En este contexto: Los pintores parecen responder a esta realidad desde su estado de consciencia más interior, activando una especie de neo romanticismo, característico de los fines del siglo. Ante el vacío producido por la crisis de otras disciplinas de interpretación, o de comprensión de la realidad, se recurre a la interiorización, la intuición y al imaginario subjetivo.
Gerardo Mosquera observa en el arte cubano un creciente interés por los problemas más generales del hombre, por su desenvolvimiento en el universo: Hay una verdadera inquietud filosófica, no importa cuál sea el tema tratado, ni el lenguaje que se use. La visión final de estos problemas es afirmativa, más allá del interés por expresar las contradicciones. Nada hay de nihilismo, ni alineación. A la vez, comenta que en más de una ocasión, críticos y artistas de izquierda de otros países se han sorprendido al descubrir que el arte cubano actual no muestra la dirección política, o social directa que ellos esperaban.
Luis Carlos Emerich observa en México rotos los límites entre realidad y fantasía, como también la vorágine conceptual subyacente hasta en los objetos más inofensivos, y el nuevo discurso (…) descontaminado de mandamientos cívicos o religiosos; que sin embargo, no es anárquico.
Ticio Escobar comenta el refinado realismo mágico de algunos artistas en Paraguay, que es regido por inconsciente, el desvarío y el sueño que anuncia, desde el fondo del absurdo, la reacción reflexiva que habrá de advenir después.
El mismo tono se repite en otros comentarios, y en este contexto la obra de Jorge Dager se ubica armoniosamente. Representa las reflexiones subjetivas con un toque romántico. A la vez, su visión del mundo es sana y esperanzada. En la presencia elocuente de sus objetos mágicos, que nos sorprenden con la amplitud imaginativa del artista, y apoyándonos en el material de la entrevista realizada con él, podemos concluir nuestras observaciones afirmando que el realismo de Dager se ubica muy lejos de la pasividad descriptiva. Más bien, es un realismo simbólico, que expresa un encuentro entre el mundo de los objetos y un sujeto sensible, poseedor de una mentalidad poética, el cual pretende un acercamiento más profundo a la realidad a través de la intuición; este encuentro, quizás es necesario, para relacionar de nuevo lo real y lo abstracto, y lograr un nuevo equilibrio, perdido en la etapa histórica recientemente superada. Pues, la experiencia poética es una de las formas de conocimiento, probablemente la más apta para recuperar la unidad cósmica, concebida como un continuo de la materia y del espíritu.
Anna Gradowska
Jorge Dager refunda el concepto de la naturaleza muerta, reenfoca el objeto pictórico en este género. Las obras muestran un conjunto de frutas dispuestas sobre el espacio desde un ángulo forzado en close-up que deriva en una visualidad directa y fundamental. La fruta es la base del sistema signico-visual que el artista utiliza para construir su concepto. La Naturaleza Muerta Holandesa, donde el objeto pictórico se construía por la puesta en escena de elementos y utensilios alimentarios sobre la mesa del banquete, cuando se trataba de expresar el fasto de una familia o sobre un espacio de la cocina para delimitar la intimidad del hogar, fue la expresión fiel de una manera de vivir y de mirar en el Siglo XVII. La mirada se enfocaba sobre lo particular inmediato y sobre la vida privada; la obra debía “retratar” el entorno del momento. Fue el deseo por captar en espejo fragmentos de la naturaleza inmediata al hombre sin enfatizar ya el gran tema epopéyico, mitológico o político. La Naturaleza Muerta se implanta como nueva modalidad de ejercer la pintura que abandona el tema general para adentrarse en el detalle focalizado de la realidad y en la sensualidad provocativa del alimento: hermosas vasijas de vino, frutas apetitosas, golosinas incitantes conforman el nuevo cuadro que acompañará a la sala de comer. Como género pictórico ha sido escasamente continuado en la historia del arte, apenas pocos artistas del siglo XX, han detenido su mirada en el cuerpo alimentario o en la sensualidad de la mesa. Jorge Dager ha desarrollado su inquietud pictórica hacia ese terreno, su trabajo enfatiza el poder visual de la carne de la fruta, la contundencia del cuerpo alimentario, la cromática cambiante entre las luces y las sombras, el entretejido minucioso de las pieles y sus texturaciones imprevistas. Para el pintor es importante, además de evocar el deleite de la fruta, el dominar calidades, las luces y sombras, los contrastes y las armonías del color, los enfoques y angularizaciones del espacio, las combinaciones y ubicaciones de las frutas. Destaca en el trabajo un virtuoso academicismo que afirma el talento pictórico y demuestra la permanencia actual de la pintura en el sentido más riguroso del término.
Una de las características axiales en la de Dager es el enfoque forzado en el close-up que acerca la mirada del espectador a centímetros de la fruta: es la mirada microscópica y el encuadre focal que instauran la nueva manera de La Naturaleza Muerta. Una mirada al detalle en una pincelada orfebre que describe hiperrealista cada sección de los cuerpos frutales. El ojo se sumerge en un universo de pormenores micrométricos donde se capta cada parcela de la fruta, su piel, su calidad textural, su variación cromática. Se abre la mirada a un terreno de infinitas formaciones visuales, aglomeraciones porosas, relieves pronunciados, grietas, craquelamientos, incisiones, que dan a la fruta su materialidad hiperrealista. Igualmente es un acercamiento focal que produce un gigantismo desmesurado en los volúmenes. La fruta en close-up es una masa compacta que se asienta monumental en un primer plano y se proyecta al espacio fuera del cuadro adquiriendo una contundente presencia. Las naranjas adquieren dimensiones desmesuradas; las mangas se aglomeran en una abrigada danza, lo cocales se afrontan unos contra otros, la parcha brota con violencia del espacio donde se ubica.
En la carnalidad táctil de la fruta en la hiper realización visual del objeto, donde el close-up produce la re significación de la mirada. Dager re conceptúa el ver del espectador desplazando la visión a lo local, al descubrimiento de lo íntimo, a la tangibilidad del detalle. Cada cuatro es una sorpresa visual que ofrece el descubrimiento de nuevas alternativas paras contemplar.
El close-up forzado recorta los bordes de las frutas dejando que parte de éstas queden virtualmente fuera del cuadro; se crean volúmenes virtuales que se expanden en el aire, la superficie del cuadro se continúa imaginariamente en los espacios exteriores, los cuerpos frutales son completados por el ojo del espectador. Es una técnica de encuadre, una angularización peculiar que reorienta el campo visual perceptivo para una Naturaleza Muerta.
En cada cuadro se instaura un escenario de espacios y elementos frutales. La ubicación espacial de las frutas constituye una “mise en scene” intencional que orienta una estética; los conjuntos aparecen dispuestos en formas elaboradas: racimos de cascadas verticales, combinaciones vértico-horizontales, sobre una mesa o dentro de guacales y cestas; en cada uno la organización está racionalmente compuesta. Dager no descuida detalles ni deja al azar ningún aspecto de la construcción pictórica. El trabajo muestra una laboriosidad creativa y una interesante inventiva.
La patilla, la parcha, el coco, la naranja, como íconos fundamentales en la obra, son la metáfora del trópico. En su exceso sensual, su intensidad carnal, su bulbosidad apetitosa, connotan la geografía caribe y la intensidad que le caracteriza. Las frutas en sus gelatinosas pulpas, sus coloridos primarios reiteran lo solar y su cromatismo contundente; en su gigantismo frontal lo excesivo del trópico. Es una afirmación de lo originario nuestro; la apropiación de la raíz y de un principio de identidad lo que destaca.
El artista inscribe magistralmente en sus obras la sustancialidad de la luz; se capta en ellas, la tajante luminosidad de la luz tropical; aparecen los sutiles destellos de ésta en cada porción de la superficie; igualmente se muestra la sombra radical que surge en oposición a la luz. Hay un conocimiento cabal de los aspectos lumínicos que se producen en todo el cuerpo. Se trabajan las gradaciones de la luz a la sombra, desarrollando con talento la modificación de valores. Se puede observar cada punto de luz blanca dada con el pincel o la difusión gradual de la luz sea ésta lateral sobre una mesa o frontal. Los fondos negros en los trabajos crean efectos de contrastes, proyectándose la representación hacia un primer plano frontal. El trabajo del color, de verdes amarillosos, verdes naranja, a rojos amarillos, marrones, recuerda el detenido estudio Cezanne de las frutas y sus corporeidades cromáticas.
Dager, meticulosa y concienzudamente, plasma la más firme aproximación formal en sus obras.
Hay también una recuperación de la memoria colectiva en estas telas. El artista representa las frutas venezolanas en extinción que muchos no conocemos. El Caimito, el Merecure, la Parcha Real, la Pita Haya, la Maracuyá, el Semeruco, son protagonistas centrales que describimos con asombro en todo su esplendor. El Riñón, el Níspero, la Parchita, el Coco, remiten nuestra memoria a la infancia, a la hacienda, al cultivo rural, donde alguna vez le vivenciamos cuando niños.
Actualmente, para conseguir estas frutas se debe esperar la estación y se pueden comprar sólo en una frutería de Caracas, donde un proveedor único las trae. Los cuadros nos abren paso a tiempos lejanos, nos introducen en el universo de los antepasados. Pocos son aquellos que reflexionan sobre la desaparición de la historia social del país, de su cultura alimentaria, de su vida cotidiana. En la visualidad se estimula la sensualidad alimentaria de la fruta, pero también se resguarda, se preserva. El bodegón de Dager se presenta como un nuevo centro generador visual perceptivo.
Milagros Bello
JORGE DAGER: Tropos y Trópicos
Ítaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no hubieras emprendido el camino.
No tiene otra cosa que darte ya.
(Fragmento del poema Ítaca, C. P. Cavafis)
Un acercamiento a la obra de Jorge Dager nos remite a lo originario del hombre y su entorno: la Naturaleza. En varias entrevistas el artista ha definido su trabajo: –Como me gusta la realidad, pinto la realidad–. Su pintura está empapada de realismo y, sobre todo, de ancha y generosa terredad, de obsequiosa pulpa frutal que remueve los sentidos y las emociones de una manera plena y total.
Ya en la primera individual de Jorge Dager, Natura Morta: Hiper-realización del objeto, en 1994, la crítico de arte Milagros Bello hablaba de una refundación del concepto de la naturaleza muerta con un reenfoque del objeto pictórico. Desde entonces el artista ha insistido en el género, evolucionando con sentido crítico, rigor y exigencia personal, confiesa: –Cuando sienta que mis cuadros están perfectos es porque estoy estancado, y eso me asusta–.
Vayamos atrás, a los orígenes de las artes, para comprender nuestra lectura e interpretación de los bodegones de Jorge Dager:
Anteriores y próximas al estilo de la escuela impresionista moderna, han encontrado estudiosos del arte ciertas decoraciones murales pompeyanas que, representan plantas, frutos y enseres de mesa, con la delicada gracia y fantasía del dibujo y los contrastes de colores y luces.
Los objetos figuraban en la pintura medioeval porque tenían un sentido. En las vanitas o vanidades los objetos representados eran símbolos de lo breve y finito de la vida: un recordatorio y una advertencia acerca de la relatividad del conocimiento, la ciencia, la riqueza, el goce de los placeres y de la belleza. La fruta pasada, era la decadencia; las burbujas, la brevedad de la vida y, los instrumentos musicales, la naturaleza efímera de la existencia. En el arte europeo, estos bodegones moralizantes se hicieron inseparables de la devoción de católicos y protestantes.
Pero lo moralizante desapareció en este género, valorado como de repertorio menor o de cámara en la pintura, y fue quedando al descubierto su eminentemente interés plástico. Habían cultivado el bodegón precursores como Zurbarán, Caravaggio y otros, siendo Cézanne el que dio a flores y a mesas con frutas, propuesta sin precedentes de donde derivó el cubismo que siguieron Gris, Picasso,… Dalí por su cuenta y riesgo, aportó al género su delirante lirismo surrealista. Otros artistas como Antonio López han dado un nuevo aire al ultrarrealismo dentro de la tradición europea.
Maestros de la pintura venezolana en la soledad del taller se han encontrado con el bodegón. Marcos Castillo aprendió de Federico Brandt los secretos y las vigilias del mismo. “Yo me dediqué a la naturaleza muerta sencillamente por la disciplina, por frenar, vamos a decir, mis ímpetus. La naturaleza muerta te obliga a dibujar, a buscar la forma, a buscar el color local…”. (Carlos Silva. Marcos Castillo. Ernesto Armitano Editor, 1992).
Dentro de la tradición donde están Poleo, Fabbiani y tantos otros, Jorge Dáger es un último eslabón de la cadena. En su arte hay un cierto verismo que parte en lo formal del modo hiperrealista. El artista selecciona y compone con objetos reales, fotografía, recompone, asume nuevas experiencias y búsquedas con énfasis en el detalle, y en tal empeño mira, observa, dibuja y pinta.
A Jorge Dager pareciera sencillo darle un sitio dentro de las tendencias artísticas del siglo XX, de clasificarle y de ponerle etiqueta: como hiperrealismo, realismo radical o realismo fotográfico. Los orígenes y principios de esta corriente, el hiperrealismo, proponen “una versión minuciosa y detallada de las imágenes” de objetos masivos de consumo diario, de lo pagano y de la desacralizada vida norteamericana.
Por el contrario, en la obra de Dáger hay algo mucho más decidor y entrañable porque en sus telas está fijada la memoria rural y semi-rural de nuestras poblaciones, están los sabores y los olores que nos atan a esta tierra fecunda y hermosa, a su vez difícil y complicada. La pintura de Dager a su manera tiene un tono poético afectivo y emocional, toca claves visuales y sensaciones kinestésicas identificadas por la neurolingüística.
En el arte de Jorge Dager hay un afán de perpetuar instantes de la realidad natural. La historia se detiene, el paso del tiempo ha sido postergado. Pone la fruta en el tope de la plenitud y le confiere presencia con atributos de sacralidad cósmica o hierofanía. En un momento de su producción artística aparecen los contenedores como guacales, envoltorios plásticos, frascos de vidrio, cordeles… que asen los objetos con anhelo de permanencia. Y Dager los resguarda como en un confesionario para que continúen hablando.
El compositor popular sucrense Luis Mariano Rivera cantó al mango como “muy nuestro”, ese mango que crece espontáneamente en la zona intertropical americana, vino de la India, los portugueses lo llevaron al Brasil y navegado llegó a Venezuela a través de Trinidad... Ese fruto, Jorge Dager lo celebra, celebra el mango que la muchachada derriba del árbol, recoge del camino para devorarlo con fruición espontánea, en cualquier hora de solaz. Celebra así mismo la feria de colores, luces, texturas frutales, aromas y sabores de América como parchitas, limones, naranjas, lechozas, peras, ciruelas, caimitos,… cada uno de estos frutos, “sus frutos” tienen algo que contar.
Encuentro en la propuesta de Dager una cierta parentela espiritual con la de algunos creadores del Arte Iberoamericano porque tiene un registro físico visual de lo mestizo y de lo criollo. Como en la pintora Ana Mercedes Hoyos, en una etapa de su producción artística, realiza coloridos bodegones a partir de platones de fruto fresco, telas que profundizan la negritud femenina de la costa de Cartagena.
Jorge Dager capta y captura en sus bodegones una “hiper visualidad directa y fundamental” como escribió Milagros Bello. Su pintura a base de ángulos forzados, close-up o enfoques macro, está resuelta a base de luces y de sombras tajantes con sugerentes y enfáticos signos de puntuación. Él capta y captura sus conceptos, confiriendo otro sentido a lo literal visual en el formato engrandecido. Los bodegones de Dager son tropos del trópico, metáforas visuales del equinoccio, sus presencias festivas y celebratorias son una morada. Pueden ser a la vez una llamada y una alerta que invita a preservar el legado ambiental y cultural que es nuestro.
Carlos Maldonado-Bourgoin
Asociación Internacional de Críticos de Arte
AICA, Capítulo Venezuela