Joaquín Torres-García

El dibujo es invención y la proporción, orden. Los dos pilares del arte plástico. Inventar y componer, esta es la actividad del artista creador.

En esas palabras del propio Joaquín Torres García (1874-1949), extraídas de su libro Universalismo constructivo, podría sintetizarse la concepción que del oficio del artista tenía el pintor uruguayo-catalán. Torres García trabajaba en la búsqueda de una forma de expresar en conceptos, en formas simplificadas de la realidad, a esa realidad misma. El propio artista lo explica así: “No puede existir, para mí, convicción mayor que esta: primero la estructura, después la geometría, luego el signo, finalmente el espíritu, y siempre la geometría”. El universalismo constructivo es, según su creador, una teoría y corriente plástica que propone un modo revolucionario de ver y hacer arte. También es la búsqueda de un lenguaje universal desde una sensibilidad uruguaya y latinoamericana influida por grandes maestros de la vanguardia europea de principios del siglo pasado: Antonio Gaudí, Pablo Picasso, Joan Miró, Piet Mondrian, Theo van Doesburg, entre tantos. Esta corriente estética está fuertemente basada en los aspectos metafísicos del arte. Se trataría de expresar mediante el arte la comunión del hombre con el orden cósmico. Como es algo usual a partir de las vanguardias de comienzos del siglo XX, combina lo antiguo y lo moderno, lo clásico y lo revolucionario. Busca a través del lenguaje moderno expresar la tradición ancestral, americana y universal. Torres García definió su pintura como una superficie organizada en sección áurea, en la que todas las partes se relacionan entre sí y con el todo. El rechazo de la perspectiva y el uso de la bidimensionalidad, que evocan las formas del arte primitivo y egipcio, facilitan la comprensión de su mensaje. Mondrian, cuya composición basada en la cuadrícula, las figuras geométricas y los colores primarios tendrían una decisiva influencia en el pintor uruguayo. En 1934, después de más de cuarenta años fuera de su tierra, Torres García regresó a Montevideo, donde su concepción artística se nutrió de la tradición indígena y el arte precolombino, como antes en Europa había sido influido por la pintura grecolatina. Los barrios, los rincones montevideanos, las fábricas, los edificios, los barcos, están presentes en la obra de Joaquín Torres García, que se define como universal pero que también es netamente uruguaya.