Adolfo Nigro

Sus primeras pinturas datan de 1957. Fueron realizadas con óleo y témpera, basadas en una figuración de planteos heterogéneos, oscilante entre resultantes realistas y soluciones sintéticas configuradas con manchas o líneas. En esos trabajos se vislumbran dos pilares característicos de su producción: la percepción del mundo real como punto de partida en la conformación de la imagen, y el empleo de los conceptos de totalidad y fragmento. agen, y el empleo de los conceptos de totalidad y fragmento.
En 1966 se radicó en Montevideo, Uruguay. Allí inició un intenso período de formación en el taller del maestro Joaquín Torres García.
También realizó pinturas al óleo que gradualmente perdieron el carácter realista bajo las influencias del cubismo analítico de Pablo Picasso y Georges Braque.
Considerando las bases del realismo conceptual de Fernand Léger, el artista comenzó a visualizar el aspecto concreto de las cosas. Esa vía lo condujo hacia la simplificación de caracteres y la consecuente geometrización de la imagen.
A principio de los 70 dejó de pintar para dedicarse a la cerámica y al tapiz.
En 1974 regresó a Buenos Aires y se dedicó de lleno a la pintura.
En 1982 se produjeron importantes cambios vinculados con el ámbito del objeto y el transcurrir temporal. Esas obras registran la sensibilidad de Nigro respecto del paso del tiempo y la precariedad de las cosas que conforman la realidad dura y asfixiante del país.
Al finalizar los años 90 continuó indagando en las temáticas del aire, el agua y la tierra. Al comienzo de la década siguiente desarrolló una serie de collages de colores saturados, inclinándose por la integración de elementos cotidianos.