Tunga, un alquimista del arte contemporáneo.

Antônio José de Barros Carvalho e Mello Mourão conocido mundialmente como Tunga (Brasil, 1952 – 2016)

Fue uno de los artistas brasileños más importantes de las últimas décadas y sus interesantes y desenfadados trabajos han abierto una nueva forma de percibir el arte, escapando de la tela y el caballete y utilizando diferentes objetos cuya sola relación entre sí es el contexto que ocupan dentro de un espacio, que busca provocar más allá de su propio significado.
El poeta y ensayista francés Paul Valéry decía en un texto de 1932 que hay dos grandes especies de artistas: »Por un lado están los que buscan hacernos compañeros de su mirada feliz de un bello día, como Jean Baptiste Camille Corot, y por el otro están aquellos como Delacroix, Wagner o Baudelaire, cuyo objetivo es obtener con sus medios la acción más enérgica sobre los sentidos, dominar las almas por la vía sensorial, alcanzar y poseer ese punto débil y oculto del ser humano y gobernar enteramente el desvío de la profundidad orgánica y las entrañas».
Si se toman ambas descripciones como referente, no hay duda de que el brasileño Tunga pertenece al segundo grupo, al de aquellos artistas que buscan con sus creaciones incitar e ir más allá del sentido visual para romper esquemas y remover conciencias. Porque sus trabajos se enmarcan en un entorno conceptual que une naturaleza y cultura, a la vez que realza las divisiones y cruces entre la vida y el arte, utilizando diferentes materiales para lograr realidades físicas capaces de provocar sentimientos de asombro y perplejidad. Tunga es, junto a Cildo Meireles, uno de los artistas plásticos oriundos de Brasil más importantes de las últimas décadas. Sus interesantes creaciones han abierto a Latinoamérica a una nueva forma de percibir el arte, escapando de la tela y el caballete y utilizando diferentes objetos cuya sola relación entre sí es una idea y un objetivo llevados a contexto en medio de un espacio. El crítico Joao Mourua explica este hecho debido a que »la función del artista consiste en desafiar e incluso destruir ciertas relaciones, como aquellas entre el valor de uso y el valor de cambio de una mercancía, las fronteras geográficas, la historia del arte y la historia misma y proceder de esta manera a invertir el significado para proveer una interpretación alternativa».
Es así como en sus piezas se mezclan esculturas, fotografías, cine, música y videos, además de diferentes materiales entre los que destacan hierro, alambres y vidrios. Sus obras son una verdadera tempestad de ideas, de objetos coloridos, sólidos y líquidos, y de conexiones y segmentos de texturas diferentes. También utiliza imanes con los que crea atmósferas de mucha seducción. Literatura, historia, arte, atracción y dualidad son algunos de sus temas recurrentes. Un ejemplo es su obra Los Siameses Capilarios,(1989) donde dos hombres siameses son unidos por su pelo.
El verdadero nombre de Tunga es Antonio José de Barros Carvalho e Mello Mourão. Nació en Parnambuco, Brasil, en 1952 y en el año 1974 ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Santa Ursula. En ese entonces ya se perfilaba como un artista poseedor de un lenguaje diferente, lo que queda de manifiesto cuando prepara su primera exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y mezcla géneros y disciplinas, generando un verdadero revuelo por el desenfado y la energía de sus propuestas.
Entiende la escultura como un conjunto de formas y figuras enigmáticas, cuya extrañeza y proporciones fabulosas intrigan al espectador y causan trastorno en su percepción habitual. Dice además que su arte forma parte de un proceso normal que ha existido en el arte moderno, y que en Brasil creció con fuerza de la mano de Flavio de Carvalho, Oswald de Andrade, Heitor Villalobos y Glauber Rocha, así como Helio Oiticica y Lygia Clark, dos de sus referentes más cercanos. Considera que la palabra ‘como tal’ es un terreno fértil para las aproximaciones y por ello piensa que la matriz de las artes es la poesía y que el arte contemporáneo creó el territorio y la posibilidad de aproximar lo real y lo ficticio, así como lo sensorial y lo onírico pero de una manera física. Asegura también que su obra está impregnada de ciertos matices eróticos, concepto que tomó de Duchamp y su idea de »eros es la vida». »Aquello traspasa toda mi obra», indicó al diario venezolano El Universal en el marco de una exposición realizada hace algunos años en el Museo Alejandro Otero, de Caracas.
Su complejo y a la vez creativo lenguaje lo han transformado en uno de los artistas más internacionales de su país sumando entre sus exposiciones muestras en Italia, Japón, Francia, Alemania, Inglaterra, Portugal, Estados Unidos, Ecuador, Venezuela y Cuba, entre otros. También se ha hecho acreedor de gran cantidad de premios y reconocimientos, como la medalla de Caballeros de Artes y Letras, una de las condecoraciones más importantes otorgadas por el gobierno francés.