Emilia Bertolé
Emilia Bertolé nació en la localidad santafesina de El Trébol el 21 de junio de 1896. Sus padres, Rita y Antonio Francisco Mariano, eran de origen italiano. Francisco, oriundo de Cazal Monferrato, provincia de Alessandria, llegó a Argentina en 1870 siendo niño, con su familia como colonos de la zona de San Lorenzo. Si bien trabajó en el campo y luego abrió una fonda, formó parte de la comisión de fundadores de la Sociedad Italiana de aquella localidad. En “Mis memorias”, el padre de Emilia y figura retratada en esta pintura, escribió: “[…] en el pueblo tenía un prestigio que era considerado uno de primera fila como hombre de capacidad y responsabilidad. Pero después de esa época de flores vinieron las espinas y bien ponzoñosas. Empezaron las malas cosechas y las enfermedades que no se cortaron durante varios años. Me obligaron a liquidar y desastrosamente de modo que el año 1901 tuve que abandonar El Trébol para siempre y sin recursos empezando al vía crucis de pueblo en pueblo.» [1]
La situación de la familia no fue la mejor y el padre de Emilia llegó a perder sus bienes y, según ella recordaba “con ese gesto de integridad moral que lo caracteriza, dio hasta el último cobre. Pudo haber salvado algo del naufragio, contando como muchos con que la vida es larga y hay tiempo para pagar; él no lo hizo así y la miseria asomó sus garras. […]”.[2]
Sin embargo, a pesar de las carencias, Francisco era un hombre culto y amaba leer.
En 1905 se instalaron en Rosario y fue el momento en que Emilia comenzó a estudiar con Mateo Casella, un pintor y escenógrafo italiano que abrió una sede del Instituto de Bellas Artes “Domenico Morelli”. Allí fue condiscípula de Alfredo Guido, Augusto Schiavoni y César Caggiano.
Si bien pintó paisajes, el género del retrato era su preferido. Pintó a su núcleo familiar y a los amigos más cercanos. Creía que “la creación más perfecta de la Naturaleza es la humanidad… y por eso no deseo hacer otra cosa que retratos”. [3]
En mayo de 1916 viajó a Buenos Aires con su padre para hacer un retrato de la esposa del médico Gregorio Aráoz Alfaro. Esta familia del ambiente aristocrático la incorporó a la vida social de la alta sociedad porteña.
Con el tiempo Emilia comenzó a destacarse como una pintora de moda entre la gente de la alta burguesía, además su aspecto elegante y sofisticado le permitió incursionar en la publicidad y trabajar para diarios y revistas donde retrató a actores y cantantes populares.
Regina Pacini de Alvear compró su obra “El recuerdo”, en el Salón Nacional de 1922.
Se interesó además por la literatura codeándose con el grupo de artistas de “La Peña” liderado por Benito Quinquela Martín que tenía su sede en el Café Tortoni de Buenos Aires. Así en los años 20 conoce a Alfonsina Storni, Ricardo Rojas, Victoria Ocampo, Luis Cané, Eduardo Mallea y Alfredo Bufano.
Los retratos de los conocidos no fueron los únicos en su producción, también hizo retratos oficiales como los tres del Presidente Yrigoyen en el segundo mandato, quien posó para la artista en su taller.
“Retrato de mi padre” de 1925 tiene como centro de atención la figura de perfil de medio cuerpo del padre. Con saco oscuro y sombrero, sentado en un sillón del que solo se percibe el respaldo, el personaje está presentado en un sitio sin referencias, la atención se centra en la mirada profunda y serena del hombre y, en el libro que sostiene con su mano. Es un momento de descanso de la lectura, en el que el padre aparece pensativo y sereno pero a la vez severo. Este retrato se caracteriza por las pequeñas manchas de color con la que resuelve la imagen.
Este retrato de su padre no es el único, realizó otro al pastel en 1948 [4], donde se observa al protagonista leyendo el diario, usando lentes y bigote, vistiendo una camisa blanca. Es un retrato postmorten dado que había fallecido en 1944.
Bertolé era una virtuosa dibujante, trabajaba con pasteles y lápices mostrando una excelente técnica donde demostraba la influencia que habían dejado en ella el simbolismo y el impresionismo.
En 1936 Bertolé ofreció al estado tres cuadros para su compra: La espera, Retrato del poeta Alfredo R. Bufano (1923), Retrato de mi padre (1925). El conjunto fue adquirido por decreto presidencial el 17 de abril de 1936 firmado por el Ministro de Justicia e Instrucción Pública y Agustín P. Justo, Presidente de la Nación.
[1] Sendra, Rafael; D’Amelio, Raúl (comentarios); Avaro, Nora (prólogo). Emilia Bertolé: obra poética y pictórica. Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2006, p. 18.
[2] Ibídem, p. 19-20.
[3] Ibídem, p. 30-31.
[4] Esta pintura actualmente en el Museo Municipal de Bellas Artes de Rosario “Juan B. Castagnino”.
Bibliografía
1968. GESUALDO, Vicente. Enciclopedia del Arte en América. Biografías: Tomo 1. Buenos Aires, Omeba.
2006. Dictionary of Artist. 2. París, Éditions Gründ, p. 341.
2006. SENDRA, Rafael; D’AMELIO, Raúl (comentarios); AVARO, Nora (prólogo). Emilia Bertolé: obra poética y pictórica. Rosario, Editorial Municipal de Rosario.
BIOGRAFÍA
EMILIA BERTOLÉ (Argentina, 1896 - 1949)
Al inicio de su carrera, fue becada por el diario Patria degli Italiani en la ciudad de Rosario para estudiar dibujo y pintura en la Academia Doménico Morelli, de Mateo Casella.
En 1912 realizó un envío al Petit Salón organizado en Rosario, en la Casa Blanca de Casildo De Souza, junto con artistas como César Caggiano y Alfredo Guido. En 1915 mandó su obra al V Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y obtuvo el Premio Estímulo por el pastel Ensueño. Desde entonces participó activamente en dicho salón y en el de Otoño de Rosario.
Durante a década del 20 se radicó en Buenos Aires.
Inicialmente, su pintura se caracterizó por cierta filiación con el simbolismo, en especial con el estilo de Eugene Carriere. Esa concepción simbolista del arte constituyó una derivación del Romanticismo, la cual se advierte en una actitud contemplativa y melancólica por parte de los artistas. En esos años, Bertolé creó atmósferas densas, sobre todo en los pasteles, donde fundió los contornos de las figuras de fondos muchas veces decorados con motivos modernistas.
Caracterizado por una composición tradicional y potenciada por una iluminación más sugestiva que descriptiva, El libro de versos corresponde a ese período de producción. La figura desplazada hacia la izquierda, que parece emerger de las profundidades del cuadro, logra crear una atmósfera que recuerda el modernismo francés de fines de siglo XIX, siendo la profundidad de la mirada y la expresividad de las manos detalles que identificaron toda la obra de Bertolé.
Luego empleó una técnica de toques de pincel que le permitió crear efectos más decorativos que lumínicos.
Se dedicó primordialmente a la pintura de retratos, los que le fueron encargados en abundancia mientras residía en Buenos Aires. Entre ellos, se destacan los pedidos por el presidente Hipólito Irigoyen en 1923, uno de los cuales integra hoy la colección del Museo Histórico Nacional.
A la par de su trabajo como pintora desarrolló su vocación por la escritura, publicando en 1927 su primer libro de poesías titulado Espejo en sombras. Integró tanto la élite literaria que se reunía en el Café Tortoni de Buenos Aires como el grupo Anaconda, presidido por Horacio Quiroga.
Con la Revolución del 30, su carrera se vio afectada ya que los encargos mermaron. Por ello, debió realizar otro tipo de actividades. Colaboró con ilustraciones para el diario La Capital y la revista El Hogar. Además, realizó los dibujos de una serie de cuadernos titulados Mujeres de América. En 1937 retomó su participación en el Salón de Rosario, exhibiendo Desnudo y Autorretrato.
Entre otras actividades realizadas, en 1925 intervino como jurado en el Salón de Otoño junto con Alfredo Guido y Emilio Ortíz Grognet, integrante de la CMBA.
Obtuvo reconocimientos como: Medalla de Oro, Academia Mateo Casella 1904, y Segundo Premio Municipalidad de Buenos Aires 1921.
En 1944 regresó a su ciudad natal para atender a su madre hasta 1949, año de su muerte. Emilia Bertolé murió dos meses después.
Su único biógrafo fue Héctor Sebastianelli, quien incluyó el artículo Inolvidable Emilia, en la publicación Hombres de Santa Fe. Su hermano mayor, Miguel Ángel, fue su promotor y realizó un importante archivo de cartas, fotos y apuntes. El museo de El Trébol cuenta con importante documentación donada por su familia.
EMILIA BERTOLÉ (Argentina, 1896 – 1949)
Artista plástica, retratista y poeta argentina. Amiga de Alfonsina Storni y de Horacio Quiroga, figura destacada de la bohemia porteña de los años 20. Nació en El Trébol, provincia de Santa Fe, en 1898. Luego su familia se trasladó a Rosario, donde fue becada por el diario Patria degli Italiani para estudiar dibujo y pintura en la Academia Doménico Morelli, junto a Alfredo Guido y Augusto Schiavoni. Durante la década del 20 se radicó en Buenos Aires. Inicialmente, su pintura se caracterizó por cierta filiación con el simbolismo, en especial con el estilo de Eugene Carriere. Esa concepción simbolista del arte constituyó una derivación del Romanticismo, la cual se advierte en una actitud contemplativa y melancólica por parte de los artistas. En esos años, Bertolé creó atmósferas densas, sobre todo en los pasteles, donde fundió los contornos de las figuras de los fondos muchas veces decorados con motivos modernistas. Se dedicó primordialmente a la pintura de retratos, los que le fueron encargados en abundancia mientras residía en Buenos Aires. Entre ellos, se destacan los pedidos por el presidente Hipólito Irigoyen en 1923, uno de los cuales integra hoy la colección del Museo Histórico Nacional. A la par de su trabajo como pintora desarrolló su vocación por la escritura, publicando en 1927 su primer libro de poesías titulado «Espejo en sombras». Integró tanto la élite literaria que se reunía en el Café Tortoni de Buenos Aires como el grupo Anaconda, presidido por Horacio Quiroga. Con la Revolución del 30, su carrera se vio afectada ya que los encargos mermaron. Por ello, debió realizar otro tipo de actividades. Colaboró con ilustraciones para el diario La Capital y la revista El Hogar. Además, realizó los dibujos de una serie de cuadernos titulados Mujeres de América. En 1937 retomó su participación en el Salón de Rosario, exhibiendo Desnudo y Autorretrato. Entre otras actividades realizadas, en 1925 intervino como jurado en el Salón de Otoño junto con Alfredo Guido y Emilio Ortiz Grognet, integrante de la CMBA. Obtuvo reconocimientos como: Medalla de Oro, Academia Mateo Casella 1904, y Segundo Premio Municipalidad de Buenos Aires 1921. En 1944 regresó a su ciudad natal para atender a su madre hasta 1949, año de su muerte. Emilia Bertolé murió dos meses después, el día 25 de julio de 1949, a los 53 años de edad.
Emilia Bertolé como artista es un símbolo para la cultura de Rosario. Su arte representa el poderoso embate de una mujer que vivió vinculada a un mundo de hombres. Fue admirada como pintora, pero además, por la sensualidad de sus manos, su dulzura y su impactante belleza.
En 2006, el Concejo Municipal de Rosario, la homenajeó nombrándola «Artista Destacada Post Mortem», y la Editorial Municipal de Rosario lanzó un libro sobre ella, que incluye «Espejo en sombra» (1927), único libro de la artista publicado en vida, una selección del resto de su poesía, y una galería de retratos que integran el patrimonio de museos de El Trébol, Rosario, Santa Fe, Paraná y Buenos Aires, y de colecciones privadas.