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Homenaje a Ides Kihlen

6 julio, 2022 - 7 agosto, 2022

El Museo Nacional de Bellas Artes inaugura el martes 5 de julio, a las 19, “Homenaje a Ides Kihlen”, una exposición que celebra a la artista argentina, a 105 años de su nacimiento, en un recorrido por cinco décadas de su trayectoria.

Con curaduría de María Florencia Galesio, investigadora del Bellas Artes, la exposición –que podrá visitarse en la sala 42 del segundo piso hasta el 7 de agosto– incluye una selección de 25 piezas de Kihlen, desde las creaciones automáticas que cruzan de modo constante sus indagaciones sobre pintura y música, hasta los trabajos más recientes de la serie “Pandemia”, en la que predominan el blanco y el negro.

Nacida en Santa Fe el 10 de julio de 1917, Kihlen inició su formación a los 14 años en la Escuela de Artes Decorativas de Buenos Aires, dirigida por Pío Collivadino. Fue también alumna de Vicente Puig, y frecuentó los talleres de Emilio Pettoruti y Juan Batlle Planas. En París, se formó con André Lhote. A partir de 1961, estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, donde tuvo como profesor a Kenneth Kemble, uno de los artistas del grupo informalista. En los años 80, continuó sus prácticas de taller con Adolfo Nigro.

Pero recién a comienzos del siglo XXI, a sus 85 años, sus pinturas salieron a la luz pública. En 2002, realizó su primera muestra individual, una retrospectiva en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Desde entonces, ha exhibido su trabajo en galerías y ferias de arte nacionales y del exterior.

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El Museo Nacional de Bellas Artes celebra a la artista Ides Kihlen, a 105 años de su nacimiento, con una muestra que recorre cinco décadas de trayectoria, desde sus creaciones automáticas, que cruzan de modo constante sus indagaciones sobre pintura y música, hasta sus trabajos más recientes de la serie “Pandemia”, en la que predominan el blanco y el negro.

Dueña de una carrera tan extensa como secreta, durante ocho décadas Kihlen trabajó en su taller, indiferente a las modas, a los movimientos y, sobre todo, al sistema del arte. Su interés se centraba en la creación misma, sin preocuparse por cumplir con los mandatos y las estrategias que suponen la construcción de una carrera artística. Su pulsión por crear la impulsó a soslayar la idea de atesorar y conservar su propia producción, por lo que incluso llegó a destruir sus telas o a reutilizarlas como soporte de nuevas piezas, como si la pintura fuera pura expansión, puro porvenir, un eterno work in progress.

Hasta fines del siglo pasado, su obra constituyó uno de los secretos mejor guardados de la escena de las artes visuales en la Argentina. Fue recién en el inicio del siglo XXI cuando sus pinturas abandonaron su taller y salieron a la luz pública. En 2002, el Museo Nacional de Arte Decorativo organizó una gran retrospectiva que, a la vez, fue su primera muestra individual. Ides tenía 85 años.

A partir de entonces, su producción comenzó a circular y a suscitar gran interés, lo que la llevó a exhibir en galerías y ferias de arte nacionales y del exterior. Rápidamente las instituciones públicas se hicieron eco de su trabajo, y fue invitada a participar de exposiciones individuales y colectivas en el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano de La Plata (MACLA), el Museo Caraffa de Córdoba y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

Hoy, el Museo Nacional de Bellas Artes se suma a esa historia de reconocimientos con esta muestra, que da cuenta de su enorme labor y de la originalidad y libertad de la poética de Ides Kihlen en el campo de las artes visuales.

Andrés Duprat

Director

Museo Nacional de Bellas Artes

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Ides Kihlen nació en Santa Fe el 10 de julio de 1917. El río Paraná, en su paso por Corrientes y Chaco, formó parte de su geografía infantil. El contexto familiar ‒un padre aficionado a las artes plásticas y una madre entusiasta del piano‒ acompañó desde pequeña la inclinación de Ides hacia la pintura y la música.

Ya en Buenos Aires, y con 14 años, ingresó en la Escuela de Artes Decorativas, dirigida en aquel momento por Pío Collivadino. Desde entonces, no dejó de perfeccionarse. Fue alumna de Vicente Puig, y frecuentó los talleres de Emilio Pettoruti y Juan Batlle Planas. Durante una estadía en Europa, conoció las colecciones de los grandes museos y, en París, asistió al taller del reconocido maestro André Lhote.

A partir de 1961, estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, donde tuvo como profesor a Kenneth Kemble, uno de los artistas del grupo informalista. En los años 80, continuó sus prácticas de taller con Adolfo Nigro, a quien decidió mostrar por primera vez sus trabajos. Completó su formación profundizando el estudio de la historia del arte para comprender los contextos de producción.

Todo este bagaje constituyó el germen de una obra original desplegada a lo largo de más de 90 años de carrera, fuera del circuito de galerías y museos. Su espíritu inquieto se intuye al entrar en el taller. Allí se advierten los rastros de su incesante labor: pinceles, pomos de pintura, tijeras, papeles cortados y trapos cubren el espacio circundante. Un piano, atriles, tableros y una mesa ratona, sobre la que trabaja cuando no lo hace directamente sobre el piso, forman el ámbito donde emprende a diario la tarea de pintar. En la intimidad de ese lugar “cuasi sagrado”, y de manera incansable, ha seguido una rutina que alterna momentos dedicados a la pintura con otros destinados a la música, en los que suele interpretar al piano sus propias composiciones.

La producción de Kihlen atravesó una primera etapa dominada por el lenguaje figurativo, que comenzó a dejar atrás en la década de 1960. “La figuración se me fue como diluyendo”, explica la artista. Ese giro implicó un proceso que llega hasta la actualidad, en el que exploró los caminos de la abstracción, siempre dentro de una práctica personal.

Este primer período de cambios se caracterizó por imágenes con las que insinúa formas rectangulares sobre fondos texturados. Al mismo tiempo, comenzó a incorporar manchas, líneas, círculos y triángulos, elementos que continúan habitando sus composiciones, en ocasiones como resultado de tratamientos automáticos. Luego irrumpen los números y las letras trabajados sobre fondos a manera de pizarras, que intercala con líneas y formas de color.

Hacia el final del siglo XX y el comienzo del nuevo milenio, se hicieron presentes los fondos negros interrumpidos por un juego de arabescos de líneas blancas que interactúan libremente con formas de colores. Utiliza también tiras de papeles pintadas de blanco y negro, como el teclado de un piano o la piel de un tigre, que modulan la superficie de sus obras. Desde este momento, su obra puede organizarse en las series “Negra”, “Blanca”, “Del Tigre” y “Roja”. En los últimos años, esos fondos se iluminaron hasta alcanzar el blanco

Paralelamente, creció su afán de experimentación con la materia y las texturas, que la llevó a incursionar con más fuerza en las posibilidades expresivas del collage. La artista también recurre a hilos y papeles de colores. Distribuidos rítmicamente sobre el espacio del soporte, generan movimientos que parecen acompañar la música interna de la pintora en el acto de crear. En ocasiones, frente y fondo juegan con la superposición de los papeles yuxtapuestos y se exaltan mutuamente por acción del color, donde además lo táctil cobra valor.

El predominio de los fondos blancos cede en algunas piezas ante el rojo vibrante, que dialoga con zonas trabajadas con collage. En otras obras, la gestualidad de la línea dinamiza los fondos, que asumen un fuerte protagonismo. Para la serie que dedica a las “Partituras”, presenta una suerte de sinestesia: la artista acude a partituras impresas y a notaciones musicales interrumpidas por un colorido collage.

Ante la producción de Kihlen, es posible pensar en su proximidad a la abstracción de artistas como Paul Klee, Vasily Kandinsky y Joan Miró. Sin embargo, su derrotero vital la condujo por un canal independiente y autónomo.

Ides reivindica lo artesanal en el trabajo del collage, en el deleite por el color, la materia y la textura. Sobre su obra sobrevuelan la intuición y el juego como aceleración de la creatividad, realzados por acentos poéticos.

María Florencia Galesio

Curadora

 

Detalles

Comienza:
6 julio, 2022
Finaliza:
7 agosto, 2022

Local

Museo Nacional de Bellas Artes
Av. Del Libertador 1473
CABA, Argentina
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