Pintor peruano perteneciente a la llamada escuela de pintura cuzqueña o pintura colonial cuzqueña (siglo XVIII) que se caracterizó por fusionar la tradición artística occidental con la realidad de los indígenas.
MARCOS ZAPATA (Cuzco, Perú, 1710 – 1773)
Al igual que muchos de sus colegas, procedía de la aristocracia indígena y su apellido era la forma hispanizada de “Sapaca”, nombre con el que firma algunos de sus cuadros. Desde 1742 figura mencionado como “oficial pintor”, seguramente al servicio de un maestro con obrador público. Al menos a partir de 1748, Zapata ya había ascendido a la categoría de maestro y se hallaba dirigiendo un taller numeroso y bien organizado. En un lapso relativamente breve, su trabajo había encontrado acogida en toda la región andina. Su sencillo y devoto lenguaje llegó a ser fácilmente reconocible y apreciado, gracias a sus vivaces gamas cromáticas, con fuerte predominancia de rojos y azules, así como debido a la belleza dulzona y convencional de sus representaciones marianas, rodeadas casi siempre por cabezas de querubines.
El éxito artístico de Zapata llegó a su punto más alto en 1755, cuando el Cabildo eclesiástico cuzqueño le encomendó los más de cincuenta lienzos destinados a cubrir los netos de los arcos, a todo lo largo de las naves de la catedral. Este importante encargo no fue el único que el pintor recibió de la iglesia mayor cuzqueña. Sus lienzos decoran otros sectores claves del edificio: la entrada a la sacristía y el interior de ésta, las puertas del órgano, así como los muros bajos de la nave y algunas de las capillas laterales, representando en ellos diversas escenas de la historia sagrada, relatos hagiográficos y alegorías teológicas.
Seguramente a causa de la admiración generada por su obra en la catedral, los jesuitas encomendaron a Zapata en 1762 el enriquecimiento ornamental de su iglesia. Al igual que en el caso anterior, la arcaica cubierta gótica de la Compañía ofrecía una sucesión de arcos de medio punto que se prestaba para un desarrollo decorativo similar, retomando así la tradicional política de emulación asumida por esta orden. En los netos de los arcos, Zapata habría de pintar un conjunto de escenas sobre la vida de San Ignacio de Loyola, mientras que en la parte baja de los muros realizó varios medallones con representaciones de santos de la orden. En todas estas labores el pintor es ayudado por su discípulo Cipriano Gutiérrez, quien acentúa la artificiosidad de las maneras de Zapata.
En los últimos años de su carrera, la fama de Zapata había logrado trascender ampliamente los límites del Cuzco y su región. A través del comercio artístico surandino, su obra abarcó un área de influencia que comprendía el Alto Perú, Chile y el norte de la actual Argentina. En esta última región se halla la serie de doce profetas bíblicos que Zapata envió en 1764 para decorar la iglesia parroquial de Humahuaca, en la provincia de Jujuy. Después de esa fecha, escasean las referencias sobre el pintor, acaso por haber declinado con los años su capacidad de trabajo. Curiosamente, la última noticia de Zapata está fechada en 1773 y lo sitúa en la cárcel, por causas desconocidas.
Luis Eduardo Wuffarden