EDUARDO KINGMAN (Ecuador, 1913-1997)
Extraordinario artista lojano nacido en febrero de 1913, hijo del Dr. Eduardo Kingman y de la Sra. Rosa Riofrío. Pintor, dibujante, grabador y muralista ecuatoriano, considerado como uno de los maestros del expresionismo y el indigenismo ecuatoriano del siglo XX junto a Oswaldo Guayasamín y Camilo Egas.
Después de haber realizado sus primeros estudios en su ciudad natal, viajó a Quito donde los concluyó para luego ingresar -en 1928- a la Escuela de Bellas Artes de esa ciudad, donde tuvo por maestro al afamado artista Víctor Mideros.
Pronto adquirió merecida fama y mundialmente fue conocido como ”El Pintor de las Manos”, pues estas fueron motivo de inspiración de muchas de sus mejores obras, con las que marcó una época notable de su carrera. Tuvo también una etapa dedicada a la ecología y los desnudos.
Por los años treinta se trasladó con su familia a vivir en Guayaquil, donde en 1933 –junto a Antonio Bellolio, Solá Franco, Demetrio Aguilera Malta, Enricco Pacciani y Mario Kirby- presentó sus primeros cuadros en una muestra colectiva organizada por la Sociedad de Escritores y Artistas. Aunque su obra primigenia no despertó mayor interés, no desmayó en su intento y al año siguiente pretendió asistir al Salón “Mariano Aguilera” de Quito. Esta vez la experiencia fue peor, pues el jurado ni siquiera aceptó su obra, que fue rechazada en su totalidad; pero 1935 su obra fue aceptada, y un jurado integrado por el gran poeta Gonzalo Escudero, el extraordinario narrador Pablo Palacio y el acreditado conocedor de arte Antonio Salgado le otorgó, el Primer Premio. “.. reputamos, por voto unánime, que el primer premio debe adjudicarse al cuadro “El Carbonero” de Eduardo Kingman, cuya novísima inspiración social se asocia a la excelencia de una técnica que ha tratado la figura humana, trasladándola de la realidad al lienzo, con una pujante fuerza y una plasticidad viviente”
A mediados de los cuarenta se trasladó a New York. “En el bohemio barrio de Greenwich Village de esa gran metrópoli, donde residió poco antes de la segunda guerra mundial, nuevas influencias y una más amplia y abierta concepción del mundo, lo llevan a un expresionismo de contenido universal” (Nicolás Kingman.- Boceto de una Vida).
Entonces su obra fue reconocida nacional e internacionalmente, y en razón de ella obtuvo, en 1947, el Primer Premio en el Tercer Salón Nacional de Artes Plásticas de la Casa de la Cultura, que volvió a repetir en 1953, en el Quinto Salón de Artes Plásticas organizado por la misma institución. Posteriormente, en 1959 obtuvo el Primer Premio en el Salón Mariano Aguilera; en 1973 recibió la Condecoración Estrella de Octubre conferida por la Municipalidad de Guayaquil, en 1975 la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Comendador, que le impuso el Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador; en 1984 le fue otorgada la Medalla Atahualpa en el Grado de Caballero, en 1986 recibió del Gobierno del Ecuador el Premio Eugenio Espejo y, finalmente, en 1994 obtuvo el Premio Gabriela Mistral con que fue galardonado por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Sus exposiciones fueron presentadas en todas las ciudades del Ecuador y las principales de América, Europa y la Unión Soviética, donde su obra fue muy aplaudida y mereció los mejores comentarios.
“Eduardo Kingman es, sin lugar a dudas, una de las figuras mayores del arte plástico ecuatoriano de todos los tiempos. Su obra, es el legado más significativo del realismo social en su vertiente indigenista. Más allá de su profunda sensibilidad frente a la suerte de los condenados de la tierra, desde el punto de vista estrictamente pictórico; sus cuadros están resueltos con maestría, entre un dibujo cabal y firme y una cromática rotunda, agresiva, llena de personalidad” (Juan Cueva Jaramillo.- Kingman el Irreverente; “E. Kingman”, Dinediciones).
Víctima de una larga enfermedad, el maestro Eduardo Kingman murió en la ciudad de Quito a los 84 años de edad, el 27 de noviembre de 1997.