RÓMULO MACCIÓ (Buenos Aires, Argentina, 1931 – 2016)
“La pintura se muestra, no se dice. Es el arte del silencio. Se empieza tratando de no hacer lo que está hecho y en ese camino del libre juego de la imaginación no se sabe hasta dónde se puede llegar, ya que la pintura es una ciencia oculta, irracional; nace de un oscuro núcleo y no de conjeturas intelectuales. Me aburre absolutamente la conjetura en la pintura. Yo registro en mi conciencia temas de la realidad y luego los reflejo en la tela. La pintura nace en la cabeza, la mano ejecuta y el corazón pone la emoción. Si hay poesía, conmueve; y si no la hay, no. Y eso es un milagro, no tiene explicación”.
Su itinerario estético, siempre con una mirada personal, pasó por el surrealismo, el informalismo, la gestualidad, el expresionismo abstracto, la neofiguración, el realismo… y también, en sus propios términos, la “parafiguración”, palabra comodín que le sirvió para cruzar la vereda entre la figuración y la abstracción. En Macciò, figuración y abstracción pierden sentido antagónico y se convierten en modos de mirar no excluyentes.
Su pintura parece afirmar que sin expresión no hay arte; porque allí se juega claramente un componente expresivo y comunicativo funcional y necesario para lo que fue su naturaleza de artista.
Rómulo Macció (1931 – 2016) fue uno de los artistas más importantes y prestigiosos que ha dado el arte argentino. Autodidacta en la pintura, que se hizo a sí mismo mirando pintura, realizó su primera exposición en 1956 con una fuerte tendencia surrealista que lo llevó a formar parte del grupo Boa que defendía la continuidad de los postulados surrealistas como el “automatismo gestual.
Se acercó al arte informalista y a fines de 1961 junto con Noé, De la Vega y Deira, formó parte de la Otra Figuración durante la primera mitad de la década del sesenta. El grupo constituyó uno de los momentos más relevantes de la historia de la pintura argentina, y uno de los contados casos en que la pintura local estuvo en sincronía no sólo con el arte internacional sino también con los otros campos de la cultura.
El comienzo de la consagración de Macciò puede datarse cuando presentó una retrospectiva en el Instituto Di Tella en 1967. En dos oportunidades fue invitado a la Bienal de San Pablo y en otras dos, a la de Venecia. Realizó exposiciones individuales en América latina, Europa y Estados Unidos.
Recibió en 1967 el Gran Premio de Honor del LVII Salón Nacional de Artes Plásticas y en 1969 el Premio Internacional Torcuato Di Tella y en tres ocasiones el Premio Konex (1982, 1992, 2002). Adquirió en 1964 el Premio Internacional Guggenheim y se le rindió homenaje en la sección histórica de la Bienal de São Paulo en 1985.
Ha participado de las más importantes y prestigiosas bienales de Europa y América. Representó a la Argentina en dos oportunidades en la Bienal de São Paulo (1963 y 1985) y fue el envío argentino a la Bienal de Venecia en 1968 y 1988.
Su obra integra numerosas colecciones públicas, entre otras: Museo Nacional de Bellas Artes – MNBA, Buenos Aires, Argentina; Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires; Museo de Arte Latinomericano de Buenos Aires – MALBA; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires– MAMBA; Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, Buenos Aires; Museo de Arte Moderno, Río de Janeiro; Museo de Arte Contemporáneo, Madrid; Museo de Arte Moderno, México; The Joseph H. Hirshborn Collection; The Solomon R. Guggenheim Foundation, Nueva York; Musée d’Art Moderne, Bruxelles; Musée Cantonal, Lausanne, Suiza; Musée d’Art Moderne, París; Museum des Zwanzigsten Jahrunderts, Viena; Neue Pinakothek, Munich; entre otros.