Alexander Calder (1898–1976) fue un ingeniero y escultor estadounidense que se trasladó al efervescente París de los años 20 y comenzó a crear figuras de animales en madera y alambre. Poco a poco las fue simplificando hasta llegar a la abstracción y descubrió que ganaban en dinamismo si se movían en realidad. Nacieron así sus innovadores móviles o chupin (juguetes móviles colgantes), que acabarían por ser el germen de la escultura cinética.
Calder empezó con esculturas relativamente pequeñas, pero con el paso de los años estas fueron creciendo hasta llegar a esculturas monumentales, que acabaron el calles y plazas de las principales ciudades del mundo. Sus móviles (bautizados así por Marcel Duchamp) eran complejas estructuras de formas orgánicas abstractas, por lo general suspendidas en el aire, que se balancean de forma suave y armónica. El movimiento rotatorio, casi imperceptible, consigue que las piezas de esas esculturas van cambiando de forma, haciendo infinitas esculturas de una sola.
También se interesó por las sombras que proyectaban sus móviles, tan cambiantes como la pieza en sí, por lo que empezó a cuidar la iluminación de los espacios expositivos. Además, otro factor interesante y novedoso fue el sonido, y lo tuvo en cuenta en sus obras, ya que estas estructuras chocaban unas con otras.
Una influencia básica en su obra, además de Arp, fue la de Mondrian, artista que le causó un gran impacto por su serena sencillez y sus colores puros. A modo casi de homenaje, Calder apenas se sirvió de colores en su obra. Negros y blancos fueron sus favoritos, con el añadido ocasional de los tres primarios y un par de secundarios.