Armando Reverón, pintor, dibujante y escultor venezolano, nacido el 10 de mayo de 1889, cuyo legado está vigente y latente, gozó de gran difusión internacional cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Moma, le dedicó en 2007 una exposición retrospectiva de sus obras fundamentales.
Además de haber dado un giro al tratamiento de la luz incandescente, las obras de arte no pictórico que concibió Reverón, como sus muñecas, los objetos, las esculturas y hasta su propio Castillete autoconstruido, que lo hacen acreedor del título de precursor del arte povera, el happening y la instalación, siendo autor de al menos 600 piezas y objetos. Su obra es objeto de estudios tanto en Venezuela como en el exterior. La clasificación y periodización de sus fases pictóricas estuvo a cargo de su principal biógrafo, Alfredo Boulton, quien descubrió una temporalidad asociada al uso predominante de ciertos colores. Así el estudioso clasificó 3 etapas que llamó período azul, período blanco y período sepia.
Del Período azul (1918-1924)
En la primera etapa de Reverón se hace muy notoria la influencia del postimpresionismo, así como de artistas que merecieron su atención durante su estancia en Madrid, como Goya en sus últimas etapas. Este sería una de las figuras más emblemáticas para el pintor.
En el cuadro La cueva podemos ver a dos mujeres, como “odaliscas”, recostadas sobre un fondo apenas sugerido, que recuerda a La maja vestida y La maja desnudade Goya. Claro que esta variante de composición en la que se puede ver a una mujer recostada de forma sugerente corresponde a un tipo bastante común en el contexto del arte europeo.
Los desnudos serán uno de los temas constantes en la obra de Reverón. El simbolismo se hará presente en esta obra. Con un trazo aún impresionista (Figura bajo el uvero)
Este cuadro (Fiesta en Caraballeda) representa una escena de color local. Reverón capta en ella una celebración religiosa en el pueblo de Caraballeda de La Guaira. Pinceladas en manchones y puntos construyen la imagen final, haciendo privar la pintura sobre el dibujo que, como en el impresionismo, desaparece para dar espacio a los efectos de coloración y luminosidad.
Del Período Blanco (De 1925 a 1034)
El período blanco se desarrolló después de haber pasado un tiempo en Macuto, La Guaira, la ciudad puerto más emblemática de Venezuela, donde el artista pasará el resto de su vida. En este período, Reverón comienza a desintegrar el espacio y se enfoca apenas en los detalles que permitirán construir imágenes porosas y casi etéreas basadas en la observación de los fenómenos lumínicos tropicales de altísima intensidad.
Juanita fue la única mujer de Reverón y con ella vivió toda su vida. Fue su musa y su modelo, motivo por el cual son muchas las obras en las que el pintor la retrata. En esta obra, Reverón opta por un trazo grueso y abierto que no permite la finitud de la figura. Esta se integra en un solo plano con el ambiente y las flores, apenas sugeridas por grandes manchones casi expresionistas.
Del Período Sepia (1935)
La vuelta al mundo primitivista y a los objetos cotidianos será cada vez más notoria a partir de 1935. El pintor comienza a trabajar exhaustivamente con el color sepia, lo que marcará el tono característico de esta etapa. Además, se introduce el uso de nuevas técnicas y materiales.
En estas obras (Autorretrato con muñecas y Navidad con muñecas), Reverón usa el marrón como coloración principal. Junto a esto, muestra ya la obsesión del pintor por el tema de las muñecas que había comenzado a fabricar y que ahora serían también motivos para ser representados en sus pinturas en sustitución a las modelos.
Del Período Expresionista
La fase expresionista corresponde a los últimos años de su vida. En este período, Reverón comienza a explorar escenas casi teatrales y elementos plásticos, como el dibujo, se retoman una vez más. ( Obra: Cruz de mayo. Circa 1948)
En esta escena, vemos la representación de las celebraciones de la Cruz de mayo, una festividad cultural-religiosa que se celebra en muchas regiones de Venezuela, especialmente en las zonas costeras. La paleta de colores sigue centrada en el marrón, pero las líneas, aunque irregulares, vuelven a hacer su aparición.
Armando Reverón muere en el Sanatorio San Jorge en Catia, en Caracas, en el año 1954. Su obra ha marcado la cultura visual venezolana y se ha convertido en una referencia latinoamericana.