“El arte es mi forma de entender el mundo”

LYGIA PAPE (Brasil, 1927-2004)

Escultora, grafista y cineasta.

La sobresaliente artista brasileña cuyo trabajo unificó rigor formal y desafiante experimentación explicaba en sus propias palabras su aproximación: “Mi preocupación es siempre la invención. Siempre quiero inventar un nuevo lenguaje que sea diferente para mí y para los otros, también… Quiero descubrir nuevas cosas. Porque para mí, el arte es un modo de conocer el mundo… de ver cómo es el mundo… de llegar a saber del mundo”.
Pape fue miembro fundadora del movimiento neo-concreto, que se dedicó a la inclusión del arte en la vida cotidiana. Su trabajo temprano se desarrolló a partir de un interés en la abstracción europea, pero de cualquier manera ella y sus contemporáneos fueron mucho más allá del simple adoptar un estilo internacional, y empezaron a recurrir a su propia situación local. El neo-concretismo ha sido visto algunas veces como el comienzo del arte contemporáneo en Brasil, y el trabajo de Pape –enfocado en la fusión de estética, ética e ideas políticas– ha formado una parte importante de la identidad artística de Brasil.

Reseña
Esencialmente grafista, explora la dinámica y la diversificación de imágenes geométricas en grabados como en su serie de xilografías Tecelares (Textiles), en las que logra una combinación de formas geométricas con el diseño natural de la madera. Diseña también joyas; en 1958–59, en colaboración con el coreógrafo Gilberto Mota y el poeta Reynaldo Jardim, realiza un ballet neoconcretista con música concretista de Pierre Henriuna, obra textil que debía ser portada colectivamente, avanzan algunas ideas fundamentales en el planteamiento de un espacio que atrae lo público y sus afectos como un objeto imantado. En 1959 publica su Livro da criação, en el que narra la creación del mundo a través de formas y colores, animando al lector a participar. Un mundo a partir de una práctica y experimentación material que marginan a la figura del autor en favor de un lector capaz de generar una obra ajena al lenguaje escrito. En los años 60 trabaja también en el cine, produciendo varios cortometrajes y formando parte del «Cinema Novo». Desde finales de los 70 diseña grandes instalaciones como Teia (Tela), Ovos do vento (Huevos del viento) y Luar do sertão (Claro de luna en el sertão), que exigen la participación del público. Ya en los ochenta desempeñó un influyente papel como docente en la Universidad de Santa Úrsula, desplegando una pedagogía del habitar con la que los alumnos aprendían a valorar las construcciones vernáculas ajenas al dogma académico. Con posterioridad supo combinar su producción visual, de impronta geométrica, con una querencia por lo tribal, rememorando las cualidades híbridas del movimiento antropofágico de la primera mitad del siglo.