Martín Chambi, el gran fotógrafo social peruano del siglo XX.

MARTÍN CHAMBI

La mayoría de la obra de Chambi fue labrada entre los años 1918 y 1960 en Cusco, la antigua capital del Imperio Inca. Allí trabajó como reportero gráfico para diarios y revistas y luego montó su propio estudio, por donde pasó la crema y nata de la sociedad cusqueña.

Nació nació el 5 de noviembre en 1891 y falleció el 13 de septiembre de 1973. Fue un fotógrafo de origen indígena nacido en Coaza, al norte del lago Titicaca, Región Puno.

Es considerado el fotógrafo indígena latinoamericano más importante de su época.
Reconocido por sus fotos de profundo testimonio social, histórico y étnico, ha retratado profusamente a la sociedad agraria y urbana de los Andes peruanos.
Martín Chambi buscó siempre saber más de su oficio, aprender de sus mayores. En Arequipa, en Lima o en el extranjero.

Nació en una familia de campesinos quechuahablantes en una de las regiones más deprimidas del Perú. En su condición de indígena y desheredado, la pobreza y la muerte del cabeza de familia hizo emigrar al joven Martín Chambi, con sólo catorce años. Trabajó en multinacionales que explotan las minas de oro de Carabaya en la selva a orillas del río Inambari.

Aprendió de fotógrafos ingleses que trabajaban para la Santo Domingo Mining Co. Ese encuentro prende en él la chispa que le decide a buscarse el sustento como fotógrafo. Emigró en 1908 a la ciudad de Arequipa, donde la fotografía estaba muy desarrollada.

Muchos críticos aseguran que dividió su trabajo en dos grupos: el de índole comercial, que incluía los retratos por encargo, en estudio y exteriores y los grandes retratos grupales y el otro de carácter personal, que incluía su registro antropológico, básicamente retratos de la etnia andina y registro de tradicionales locales, también estarían sus numerosas vistas urbanas del Cuzco y sus vistas de restos arqueológicos.

Si bien esta parte de la obra es cuantitativamente menor, se distingue por haber sido realizada con notable persistencia y continuidad. Las tomas famosas en las que capta instantes cruciales de la vida moderna de la antigua capital del Tahuantinsuyo (por ejemplo, el primer vuelo aéreo a cargo de Velasco Astete) estarían, más bien, en el punto intermedio de ambas modalidades.

El investigador peruano Jorge Heredia, radicado en Ámsterdam, Holanda, asevera que la obra del fotógrafo ha sido revalorada desde fines de los años 1970 con resultados muy diversos, quizá tan heterogéneos como la naturaleza del mismo legado, cuya densidad, agrega, permite destacar cualquier punto de apoyo para todo tipo de presentación. “Él ha sido fotógrafo de blancos que codiciaban sus imágenes, pero también de indios y mestizos”

El cineasta José Carlos Huayhuaca, autor del libro “Martín Chambi, fotógrafo”, sentencia que éste era un hombre “con los pies en la tierra”, aunque no al punto de hacer cosas por razones monetarias, pues de lo contrario se hubiese quedado en Arequipa, donde tenía más posibilidades que en el Cusco.
Una de las etapas de su vida pocas veces mencionada en detalle ha sido su labor de reportero gráfico para el diario “La Crónica” y la revista “Variedades” (1920-1927), publicaciones peruanas que ilustraron muchas de sus páginas durante el oncenio de Augusto B. Leguía y Salcedo con fotografías realmente inéditas de Chambi, todas ellas muy sugestivas, nítidas y perfectamente concebidas.

Acontecimientos, curiosidades, hechos singulares, noticias en suma, era lo que el lente puneño, adoptado por el Cusco, reveló en el trabajo diario, y no sólo para la capital limeña, sino también para la ciudad cosmopolita de Buenos Aires, donde colaboró nada menos que en el diario “La Nación”.
Y es que su obra trasciende preocupaciones personales y llega a calar a fondo en el alma colectiva del pueblo.

En su caso, el arte fotográfico no deviene verticalmente de parámetros indigenistas, como podría creerse, aunque aquel estímulo de reivindicación lo ayudó a tomar conciencia de su identidad cultural, sino que se enriquece verdaderamente de sí mismo, como artista que fue en el esfuerzo por captar lo singular de cada persona, situación o paisaje.

Sufrió un decaimiento de su salud y quizá también de su obra. Pese a ello, en 1958, al celebrar sus bodas de oro como profesional, su figura se renovó e incluso recobró presencia en los medios de comunicación en entrevistas y reportajes. Parte importante del archivo Chambi, estuvo bajo el cuidado de su hija Julia, y hasta el fallecimiento de ésta el 15 de octubre 2006, ha viajado por distintos países de Latinoamérica.

La iniciativa de observar las reproducciones partió de las mismas instituciones y asociaciones extranjeras, como el Colectivo de fotógrafos de Uruguay; el Museo San Martín de Argentina; el Palacio de Bellas Artes de Chile y los Amigos de la Fotografía de Sao Paulo, Brasil.

“Todo se conserva en las cajas que dejó mi abuelo, con su propia clasificación de puño y letra. Son alrededor de 30.000 placas; más 12.000 a 15.000 fotografías en rollos, que es un reciente descubrimiento cuyos detalles pronto publicaremos” dijo Teo Allain Chambi, nieto del artista.

Quedan en la memoria fotos notables como la de Víctor Mendívil con un campesino de Paruro (1932), Organista en la capilla de Tinta (1936), Orquesta de la familia Echave (Cuzco, 1931), así como la titulada Chicha y sapo, costumbres cusqueñas (1930), entre otras tomas.

Es necesario mencionar que, no obstante el esfuerzo del propio fotógrafo por difundir su obra (exposiciones en el interior, en Lima y fuera del país así lo comprueban), ésta no logró quedar en la memoria de los hombres y mujeres de su país sino hasta hace pocos años, en que recién el nombre de Martín Chambi nos dice tanto como sus impresionantes imágenes.