Este artista pintó el sentimiento de la superstición, de lo mágico, de la memoria de la tierra, las formas y colores que esta suscita, la vida cotidiana de cierto tipo de gente de nuestro país (a la gente más arraigada de nuestro medio) y trata de expresar en el ámbito de su ambiente del litoral lo que éste tiene de nacional, con su fondo místico profundo y trata de hacerlo dentro del lenguaje específico de la pintura.

Sus imágenes son siempre figurativas pero de increíble poder de abstracción. “Predestinado a ser un pintor de cámara”, sentenció Damián Bayón. En efecto, es un pintor intimista, se desliza más que por el formato de discreto tamaño por la dimensión íntima que lo anima, sostiene un diálogo casi susurrante con el receptor, porque como dijo “Si me lleva días y semanas hacer un cuadro no me gustaría que el público lo agote de un solo vistazo; me gustaría un público lento, que se detenga a mirar morosamente la pintura y que no vea ese producto como el de un hombre alucinado, sino como el de un hombre que habla de él y de los hombres y que trata de materializar formas objetivas, es decir, que mi sincera actitud ante la pintura me gustaría que fuera correspondida”. Un deseo difícil de complacer en la actualidad, con el vertiginoso pasar de las imágenes tecnotrónicas y la consiguiente decadencia del ojo como lo denunció Paul Virilio, pero es un requisito indispensable para disfrutar y descifrar su obra.

La representación de la mujer en sus labores cotidianas (lavar, tomar mate, tender ropa) predomina en la primera mitad de los años cincuenta, pero el aspecto anecdótico que en cierta medida perturba el acceso a la obra al privilegiar el aspecto central de la composición y mantener la tradicional oposición fondo y figura. Intenta suavizar esa impositiva visión con el tratamiento de una paleta de gran movilidad en el color y en la materia trabajada con extrema sutileza y refinamiento hasta crear una envolvente atmósfera poética, mientras los golpes del pincel ejercen su propia dinámica estableciendo una profundidad pictórica de capas superpuestas.(La pileta, 1949, Conjurantes en rojo, 1952, El mate, c.1953, La poseída, c. 1953, Figuras en azul, 1956) . Al mismo tiempo, deja traslucir su devoción por Klee (Mariposas, Mariposas II, Insectos en la luz, las tres posiblemente de 1957) tanto en los pequeños planos de color o en el torturado trazo ya casi en plena abstracción. Una abstracción que se abre con singular talante expresivo en Mitoformas en blanco, c. 1954, donde los elementos representativos (un rostro, un porongo) emergen de un abigarrado conjunto de suaves estructuras lineales, como a través de un vidrio empañado. […]

Por Nelson Di Maggio

Leónidas Gambartes nació el 13 de febrero de 1909 en Rosario. Cartógrafo de profesión y autodidacta por convicción, comienza a interesarse por el arte con 18 años. En 1934 conoce a David Alfaro Sequeiros y funda junto a otros artistas, la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos, punto de partida del movimiento moderno en Rosario. A mediados de la década de los 40, inicia un repertorio temático que mantendrá a lo largo de su vida, las series de brujas que luego se prolongarán en las hechiceras y conjurantes. En 1949 realiza su primer cromo al yeso, técnica que caracterizará la mayor parte de su producción a partir de ese momento. Participó en la Exposición Bienal Internacional de Arte de Venecia, la Bienal Internacional de Arte de Sao Paulo, la Bienal Interamericana de Pintura y Grabado de México, el Salón Panamericano de Porto Alegre, integrando la selección argentina para la Exposición Internacional de Bruselas, Bélgica, donde obtiene Medalla de Plata. Poco antes de morir, después de casi treinta años en los que, pese a la afección de su vista, trabajó como cartógrafo, obtiene una pensión por incapacidad, lo que le permite dedicarse íntegramente a la pintura. Leónidas Gambartes falleció el 2 de marzo de 1963, en Rosario.

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