Vivió en Francia, donde se hizo conocido gracias al filme El Hábitat del Gato Viejo, del cineasta galo Franck Joseph.

Carlos Regazzoni (1943-2020), escultor y pintor argentino, reconocido por su técnica de recuperación de chatarra con fines artísticos.

El artista Carlos Alberto Regazzoni nació en 1945 a pocos metros del pozo número uno de petróleo de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia. Tras 40 años de intentar desarrollar su creatividad con diversas actividades comerciales, paso tras paso fueron convenciéndolo del enorme potencial que se encontraba encerrado en su genio. Súbitamente, como en una conversión borgiana, decidió consagrar definitivamente su vida a la plástica, luego de un par de intentos frustrados a los 20 y 30 años de edad, que sirvieron para abastecerlo de los rudimentos técnicos necesarios para su despliegue posterior, en sendos pasajes por la escuela superior de Bellas Artes de Buenos Aires.

Comenzó retratando a paisanos y domadores en las domas de la zona sur del Conurbano bonaerense, y de esa época datan algunas semblanzas inolvidables donde, en tinta, acuarela, y tempera, especialmente, arrebató al hombre de campo el rasgo más llamativo de todas sus figuras posteriores: la resignada nostalgia. Desde allí su carrera meteórica lo llevo a desplegar en Retiro, el que probablemente sea, el atelier más grande de Sudamérica, y luego a Francia, donde, gracias a su técnica de recuperación de chatarra, fue contactado por la SNCF (Ferrocarriles de Francia), quienes le realizaron encargos que le permitieron hacerse un nombre en París desde su atelier en un hangar desafectado en el 18eme Arrondisment. Sus trabajos despertaron admiración en Europa, y culminaría con su atelier en un imponente castillo barroco, en Fontain Française.

Excéntrico, disruptivo, y con un estilo sin igual, Regazzoni se abrió paso en el mundo del arte. En una etapa el artista realizó obras inspiradas en insectos -casi siempre hormigas- a las que emplazó en varios carteles de la avenida Libertador en el barrio porteño de Retiro. Además, sus obras se exhiben en prestigiosos museos, tanto en Buenos Aires como en París. 

Su obra prolífica cuenta más de cuatro mil acrílicos de gran formato, más de tres mil esculturas, muchas de ellas de tamaño heroico, y un sinnúmero de sus famosas “tintas”, donde la síntesis del trazo firme y rápido ha retratado animales, personas, y paisajes.

Regazzoni ha sido premiado por el Salón Nacional, recibió el Gran Premio del 28º Festival de Pintura de Cannes-sur-Mer y participó en la muestra por los 100 años de la historia aeronáutica francesa, en la Rue de Champs Eliseé, un film de su obra fue premiado en la Bienal de Vandôme, y el Principado de Mónaco distinguió dos de sus pinturas. En la Patagonia emplazó dos dinosaurios de dimensiones colosales con el auspicio de la TOTAL de Francia, y tanto Argentina como Francia han declarado en reiteradas oportunidades su obra de interés, y los críticos más destacados del mundo, entre quienes Pierre Restani merece especial mención, celebraron su genio.

En su atelier, instalado en los galpones del ferrocarril de la Terminal Retiro, había montado su galería de arte y un restaurante que el mismo atendía.

Su última gran exposición pública fue en el Paseo de las Esculturas de Buenos Aires (2014), junto al Museo de Bellas Artes. La muestra fue organizada a partir de tres espacios diferentes: “La flota de aviones”, en homenaje a Antoine de Saint Exupéry, “El malón”, en representación de la última gran batalla que protagonizaron los aborígenes, y “Rancho de los esteros”, con representaciones de especies autóctonas.

Por su aporte a la cultura en agosto de 2015, fue declarado Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires.

Carlos Regazzoni  falleció a los 76 años, en la Ciudad de Buenos Aires.